ANÁLISIS

La vacuna contra la COVID ha llegado rápido, pero podemos confiar plenamente en ella

Profesora de medicina de cuidados intensivos en la Universidad de Cambridge —
6 de diciembre de 2020 21:36 h

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A la mayoría de nosotros nos ha tocado vivir momentos muy duros en 2020, ya sea porque hemos tenido que hacer malabarismos para teletrabajar en casa con niños pequeños en edad escolar, porque hemos estado preocupados por cómo pagar las facturas ya que hemos perdido el trabajo, o porque, como es mi caso, he tratado de encontrar un equilibrio la investigación de la nueva enfermedad y el trabajo médico para luchar contra la COVID-19.

Como científica, estoy absolutamente convencida de que los avances científicos nos permitirán superar esta pandemia. Sin embargo, a lo largo de estos meses me ha preocupado la posibilidad de que no lográramos lo necesario para detener el avance del virus, o de que hacerlo nos llevaría demasiado tiempo. Nunca me he alegrado tanto de estar equivocada. 

Reino Unido es el primer país que autorizará el uso de emergencia de una vacuna contra el Sars-CoV-2, el virus que causa la COVID-19. ¿Cómo lo hemos logrado con tanta rapidez? Para obtener el certificado de aprobación de la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios –el organismo de Reino Unido que garantiza la seguridad de los medicamentos–, la vacuna, desarrollada por Pfizer y BioNTech, ha pasado por tres fases de ensayos clínicos.

En la tercera fase, se administró a más de 43.000 voluntarios, sin que hubiera ningún problema grave relativo a la seguridad de esta vacuna. Los datos muestran que la vacuna tiene una eficacia del 95% en la prevención del desarrollo de COVID-19, con una eficacia similar observada en todos los grupos clasificados por edad, sexo, raza y etnia, incluidas las personas de más edad.

Así funciona

La vacuna se ha desarrollado con la tecnología de ARN mensajero (ARNm), que significa “ácido ribonucleico mensajero”. El ARN mensajero es esencialmente el plano detallado que las células vivas utilizan para convertir las secuencias de genes en las proteínas que forman sus estructuras fundamentales. Una vez inyectado, el ARNm de la vacuna se traduce en una proteína viral, que nuestro sistema inmunitario detecta. El cuerpo genera una respuesta inmune en reacción a estas proteínas virales, que no pueden por sí mismas causar enfermedades, y esto proporciona protección contra el desarrollo de la enfermedad.

En el campo de la investigación de la vacuna, este tipo de tecnología es completamente nueva. Algunos científicos fueron escépticos sobre la posibilidad de que las vacunas de ARNm pudieran proporcionar la clave para controlar esta pandemia. Pero las vacunas de ARNm son sorprendentemente sencillas: son solo una forma inteligente de obtener una proteína viral para generar una respuesta inmunológica, y después de unos pocos días el ARNm es eliminado por el cuerpo, dejando atrás solo la inmunidad a la enfermedad.

Con el objetivo de desarrollar una buena respuesta inmunitaria, se administrarán dos dosis de la vacuna con 21 días de diferencia, y las personas a las que se les administre la vacuna estarán protegidas a partir de una semana después de la segunda dosis.

Así se revisó

Para evitar demoras innecesarias, la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios de Reino Unido, con el asesoramiento de la Comisión de Medicamentos Humanos, el órgano de asesoramiento científico experto e independiente del gobierno, ha emprendido un riguroso “rolling review [examen continuado] de los datos sobre la vacuna a medida que se disponía de ellos a partir de estudios continuos. Esto demostró que la vacuna era segura, y ha sido aprobada para su uso en la población de Reino Unido a partir de la próxima semana.

La Comisión Europea había recomendado a los Estados miembros que esperaran la aprobación de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) antes de autorizar la vacuna; una autorización que podría llegar a finales de diciembre.

Pero a pesar de las afirmaciones de algunos ministros de que el Brexit ha desempeñado un papel en la capacidad de Reino Unido para aprobar rápidamente la vacuna, esto no es cierto: según la legislación de la UE, las agencias nacionales en Europa pueden utilizar procedimientos de emergencia que les permiten distribuir a nivel nacional una vacuna para su uso temporal. De hecho, la agencia británica, considerada líder mundial en la regulación de medicamentos y vacunas, así lo ha confirmado en un comunicado reciente.

Así se administra

Reino Unido ya ha adquirido 40 millones de dosis de la vacuna, y está previsto que 800.000 se distribuyan entre algunas de las personas más vulnerables de nuestra sociedad a través de una red de más de 50 hospitales. El sistema nacional de salud y los departamentos gubernamentales han estado trabajando en la logística del programa. Las primeras personas que serán vacunadas contra la COVID-19 son aquellas con mayor riesgo de mortalidad y morbilidad. 

El Comité Conjunto de Vacunación e Inmunización (JCVI) publicó el 2 de diciembre una lista revisada de grupos prioritarios, basada en la fase de la pandemia en la que nos encontramos. Esta entidad ha determinado que la mejor estrategia es que los adultos mayores –especialmente los que se encuentran en residencias y sus cuidadores, así como los trabajadores sanitarios y de atención social de primera línea– sean la máxima prioridad en la primera fase del programa de vacunación. Los adultos extremadamente vulnerables desde el punto de vista clínico, muchos de los cuales prácticamente no han podido salir a la calle en el último año, han subido posiciones en la lista y se han situado en el cuarto lugar en la cola para recibir la vacuna.

Una vez que se haya vacunado a las personas más vulnerables, el plan consiste en vacunar a aquellas más expuestas a la enfermedad, debido a su trabajo, como los profesionales de primeros auxilios, los maestros, los trabajadores del transporte y los militares. Esta fase del programa puede modificarse con el tiempo a medida que se disponga de más datos e información sobre el impacto de la pandemia y la vacuna.

El mayor reto pendiente es si todos estamos dispuestos a aceptar y confiar en la vacuna. A algunas personas les preocupa que, el hecho de haber desarrollado una vacuna con tan poco margen de tiempo, se hayan tomado atajos. Pero la verdad es que no ha sido así. A otras les preocupa el hecho de que las vacunas de ARNm representan una nueva tecnología que podría potencialmente alterar el ADN del receptor. Esto tampoco es cierto.

Así era antes

Sin duda, en el pasado, el desarrollo de las vacunas ha llevado años, pero la mayor parte de ese tiempo no se dedicó a realizar ensayos clínicos, sino a recaudar el dinero necesario para que los ensayos se llevaran a cabo, negociar contratos y solicitar la aprobación de las autoridades reguladoras. En el pasado, los ensayos de vacunas rara vez han tenido lugar durante una pandemia como esta, en un contexto en el que millones de personas están expuestas a la infección diariamente y miles de ellas quieren participar en los ensayos.

A pesar de todos los momentos terribles del año 2020, ha habido avances. Hemos aprendido que si se destina una cantidad casi ilimitada de fondos y una gran cantidad de científicos, organismos reguladores y otras entidades clave de todo el mundo suman esfuerzos, se pueden lograr cosas extraordinarias en poco tiempo.

En mi opinión, la cuestión no es cómo hemos logrado una vacuna contra la COVID-19 en tan poco tiempo sino más bien: ¿por qué no hemos logrado todavía tener el mismo éxito en enfermedades como la tuberculosis, el VIH y la malaria, que han matado a millones de personas durante muchos años? ¿Y qué podría suceder si canalizamos este esfuerzo mundial urgente hacia los otros desafíos que enfrentamos, como el cambio climático o el peligroso aumento de la resistencia a los antimicrobianos?

Por mucho que nos cueste admitirlo, los humanos no son criaturas totalmente racionales. Muchos de nuestros temores sobre las vacunas no serán contrarrestados por la gente que nos presente datos científicos. Tomamos decisiones como esta basándonos en gran medida en si confiamos en el consejo que nos dan. Podría inundarles con datos científicos sobre por qué la vacuna es segura, pero sospecho que lo más útil que pueden hacer los médicos y científicos es instar a la gente a vacunarse cuando tengan la oportunidad. Y cuando llegue mi turno para vacunarme, me encontrarán esperando impacientemente en la cola.

La doctora Charlotte Summers es profesora de medicina de cuidados intensivos en la Universidad de Cambridge.

Traducido por Emma Reverter