La 'Venecia ucraniana' que ha sufrido la batalla por la Isla de la Serpiente

Lorenzo Tondo

Vylkove (Ucrania) —
10 de julio de 2022 21:43 h

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Es remoto, inhóspito, azotado por el viento y en gran medida deshabitado, pero se ha luchado durante siglos por él. Cuenta la leyenda que este peñón rocoso del mar Negro fue creado por el dios del mar, Poseidón, como hogar para el mejor de los guerreros griegos: Aquiles. Y, a semejanza del semidiós, la pequeña isla en forma de cruz ha sido testigo de muchas guerras.

Hoy en día, este diminuto trozo de tierra se conoce como Isla de la Serpiente, y las fuerzas ucranianas han izado de nuevo la bandera nacional allí tras recuperarla de manos de los ocupantes rusos, expulsados después de meses de intensos bombardeos.

La lucha por la Isla de la Serpiente tiene un valor estratégico, pero lo más importante es su significado nacional para todos los ucranianos, especialmente cuando el país atraviesa su momento más oscuro y se encuentra entre la espada y la pared en el Donbás, al este.

Sin embargo, en el diminuto pueblo pesquero de Vylkove, la zona habitada más cercana a la isla, situada en la orilla ucraniana del río Danubio, la batalla por recuperar el control de este peñón ha trastornado la vida de los habitantes.

Los intensos combates en la isla entre las fuerzas rusas y ucranianas, que comenzaron el primer día de la guerra, han sacudido las casas de los vecinos, en algunos casos llegando a abrir grietas en sus paredes. En Vylkove, a unos 50 kilómetros de la Isla de la Serpiente, las ondas expansivas de las explosiones en mar abierto, sin nada que las absorba, han llegado a la costa.

Cerca de Rumanía

Yuri Suslov, de 43 años, pesca en las aguas del mar Negro desde que era niño. “Este es un pueblo muy tranquilo, así que cuando empezaron a bombardear la Isla de la Serpiente comenzó a haber mucho ruido por aquí”, dice.

Yuri conoce los canales de Vylkove como la palma de su mano. Navega en su barco por las vías de agua estrechas que en los meses de verano se parecen a las de Vietnam o Camboya. Los juncos y las viviendas amontonadas se alinean en la orilla del río y los niños juegan en el agua. Todas las familias de Vylkove tienen una barca, el principal medio de transporte en la localidad.

En la actualidad, las vías fluviales de Vylkove que llegan a la desembocadura del Danubio, dando acceso al mar Negro en dirección a la Isla de la Serpiente, están bloqueadas por puestos de control militares. Se patrulla la costa día y noche.

“Es una situación que da miedo, pero no creo que los rusos vayan a atacarnos”, dice Yuri. “¿Sabe por qué? Porque estamos demasiado cerca de Rumanía, y si golpean accidentalmente a Rumanía, será una guerra de la OTAN”.

El impacto de la guerra

Svitlana tiene 34 años y es guía turística en Vylkove. “Fue horrible”, dice. “Los aviones volaban sobre nuestras cabezas y las explosiones eran muy fuertes. En las casas más antiguas, con marcos de madera, las ventanas se rompieron”.

Pero peor que las explosiones ha sido el impacto económico de la batalla por la Isla de la Serpiente. Debido al conflicto, la pesca está prohibida, una pesadilla para una ciudad conocida como la “Venecia ucraniana” que sobrevive casi exclusivamente de la pesca.

“Esta ciudad pertenece a los pescadores y no se les permite ni siquiera salir a navegar”, dice Svitlana. “Y la pesca es su principal fuente de ingresos, por lo que han sufrido grandes pérdidas económicas. Además, casi el 25% de los residentes locales se dedicaban al turismo. Algunos ofrecían paseos en barco, otros tenían pequeñas empresas turísticas, otros trabajaban como guías. Y ahora es imposible. Como resultado, cerca del 80% de los habitantes locales que se dedicaban al turismo acuático o a la pesca están sufriendo. Mi marido se dedicaba a la pesca. Y ahora nos hemos quedado sin trabajo. No tenemos ingresos”.

El símbolo de la resistencia

La Isla de la Serpiente, en la división administrativa de Vylkove, saltó a la fama internacional en febrero, cuando Rusia la capturó por primera vez, después de que un soldado ucraniano apostado en la isla dijera “vete a la mierda” al buque de guerra ruso atacante.

La frase se ha convertido en uno de los eslóganes más populares entre la resistencia ucraniana. El servicio postal ucraniano ha emitido un sello en la que se ve a un soldado ucraniano haciendo un corte de manga al buque ruso Moskva, que posteriormente fue hundido. Desde que Rusia tomó el control, las tropas ucranianas intentaron recuperar la isla en varias ocasiones.

Del buceo a las minas

A pesar de la incertidumbre sobre el futuro de la Isla de la Serpiente, sigue estrechamente ligada a Vylkove y a sus habitantes. Pero muy pocas personas han podido visitarla, en parte debido a la persistente disputa territorial entre Ucrania y Rumanía sobre quién es su legítimo “propietario”.

“No hay turistas oficialmente en la Isla de la Serpiente”, dice Svitlana. “Podías conseguir un permiso de los guardias fronterizos e ir allí, pero sinceramente era bastante complicado y caro”.

Las únicas personas autorizadas a visitar la isla eran los militares que patrullaban, los investigadores y un puñado de buceadores afortunados que inspeccionaban periódicamente la zona para admirar tanto las 49 especies de peces que habitan las aguas como los restos de vehículos y buques militares, incluido el submarino soviético “Pike”, que yace a 35 metros de profundidad en un recordatorio de que este lugar ha sido un habitual escenario de guerra.

Vladlen Tobak, instructor de buceo y fundador de una escuela de buceo en Odesa, dice que no puede contar las veces que ha estado en la isla. “Hubo una vez que pasé allí una temporada entera junto a un equipo de científicos. Es probablemente el mejor lugar de buceo de Ucrania. Hay un gran número de objetos hundidos, así que el mejor sitio para el buceo en pecios de Ucrania. Ha habido algunos descubrimientos importantes: por ejemplo, hay una galera, o como la llamamos ‘portánforas’, del siglo IV a.C., con más de 3.000 ánforas. Y ahora los historiadores están verdaderamente preocupados por su destino”.

En la actualidad, el mar que rodea la Isla de la Serpiente está infestado de miles de minas colocadas por los rusos, un problema que muchos creen que dificultará aún más la vuelta a la normalidad en Vylkove, a pesar de que, por ahora, la isla está otra vez en manos ucranianas.

Una fuente ucraniana que habla bajo condición de anonimato dice que las autoridades están trabajando en un plan de desminado con robots, pero pasarán meses antes de que pueda ponerse en marcha.

“Intentarán recuperarla”

Rusia afirma que su retirada de la isla fue un “gesto de buena voluntad” para demostrar que no obstruye los intentos de la ONU por abrir un corredor humanitario que permita el envío de grano desde Ucrania.

Las autoridades ucranianas interpretaron el ataque militar ruso de la semana pasa en la ciudad de Serhiivka, cerca de Odesa, como una venganza por la expulsión de las tropas rusas de la isla de la Serpiente el día anterior. Al menos una veintena personas, entre ellas dos niños, murieron después de que dos misiles rusos alcanzaran un bloque de pisos y un centro recreativo.

La importancia estratégica de la Isla de la Serpiente no solo radica en su proximidad a la desembocadura del Danubio —posición que transforma el pequeño trozo de tierra en una fortaleza natural para impedir que el enemigo llegue al segundo río más largo de Europa y a un importante núcleo comercial—  sino también en el hecho de que controlarla implica mantener una fortaleza militar en el mar Negro.

Un asesor del Ministerio del Interior de Ucrania, Vadym Denysenko, dijo en la televisión ucraniana que la reconquista de la Isla de la Serpiente es una “enorme victoria”. Aseguró que después de que destruyera el buque de guerra ruso Moskva, los rusos querían convertir la Isla de la Serpiente en un centro de defensa antiaérea y utilizarla para controlar toda la parte occidental del mar Negro y lanzar una invasión terrestre.

“Ahora los rusos no pueden hacer nada en esta zona excepto, por desgracia, bombardear ciudades ucranianas con misiles desde sus barcos”, dijo Denysenko.

En Vylkove, la gente sabe muy bien que su destino está unido al de la Isla de la Serpiente y que Ucrania ha ganado esta batalla, pero no la guerra. “Muchos piensan que la Isla de la Serpiente es solo una roca inútil en medio del mar”, dice Svitlana. “Pero nosotros que vivimos aquí, a unos pocos kilómetros de ella, sabemos de sobra que no es así. Y durante meses hemos estado pagando el precio de nuestra proximidad a la isla. Sabemos que, hasta que la guerra no se haya terminado, los rusos intentarán recuperarla”.

Artem Mazhulin ha colaborado en este reportaje.

Traducción de Julián Cnochaert.