Cuando solo faltan cinco meses para las elecciones nacionales en Alemania, el partido de los Verdes, que en su día se autodenominó el rebelde de la política, se encuentra en una posición insólitamente destacada.
La posición de la formación en las encuestas –segunda en intención de voto, con un 21%-23%– le ha permitido designar a un candidato a canciller este lunes por primera vez en sus 41 años de historia.
La candidata será –a la espera de ratificación el próximo junio– Annalena Baerbock, y tiene posibilidades realistas de ocupar el cargo más importante de la política alemana a finales de año.
El partido, antes famoso por celebrar congresos frenéticos y por sus disputas ideológicas, también entra en la fase álgida de la campaña electoral con una cohesión interna poco habitual, observando tranquilamente desde la barrera mientras el partido rival más cercano, el bloque conservador CDU/CSU, se fragmenta en el proceso de elección de su candidato.
Deriva hacia el centro político
Los colíderes de los Verdes, Baerbock y Robert Habeck, encarnan un cambio cultural más amplio dentro del partido que entró por primera vez en el Bundestag en 1983.
“Los Verdes modernos se sienten cómodos con la noción del poder político, y saben que necesitan anclarse en el centro político para conseguirlo”, afirma Wolfgang Merkel, politólogo de la Universidad Humboldt de Berlín.
“Están organizados de forma muy profesional y se comportan con el aura de responsabilidad que cabría esperar de un partido que ya está en el poder”, ha afirmado Merkel. “Los Verdes siempre daban la sensación de ser un partido que buscaba un programa. Ahora es un partido que da la sensación, sobre todo, de que busca un cargo”.
A diferencia de cuando el partido ecologista formó gobierno con los socialdemócratas de Gerhard Schröder entre 1998 y 2005, las biografías de sus líderes ya no están impregnadas de la política contracultural del movimiento estudiantil de 1968.
Baerbock, de 40 años, tiene formación en Derecho internacional y pasó años puliendo la política exterior y climática del partido entre bastidores. Habeck, de 51 años, trabajó durante años como traductor de poesía, novelista y filósofo antes de convertirse en viceprimer ministro de Schleswig-Holstein entre 2012 y 2017.
La formación tiene una base académica y cultural, así como una base de apoyo de clase media mucho más sólida que cualquiera de sus versiones anteriores. Algunas voces críticas consideran que es un partido para los ganadores de la globalización. Es predominantemente blanco, aunque menos que la mayoría de los otros partidos alemanes: el 15% de sus delegados son de origen inmigrante, el segundo porcentaje más alto después del partido de izquierdas Die Linke.
La deriva de Los Verdes hacia el centro político comenzó durante su última etapa en el poder, cuando apenas se movilizaron contra las reformas del mercado laboral de Schröder y permitieron el despliegue de tropas alemanas en Kosovo.
Pero el cambio tectónico provocó importantes fricciones entre las facciones pragmáticas del partido, Realo, y la izquierdista Fundi, que culminaron con un ataque con pintura contra el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, en un congreso extraordinario del partido en 1999, por su apoyo a la participación militar.
Bajo el liderazgo de Baerbock y Habeck, los Fundis se han callado hasta el punto de ser inaudibles. Ambos han trabajado duro para romper con su imagen de Verbotspartei, un partido que pretende mejorar el mundo por decreto.
En la campaña para las elecciones estatales de Baviera de 2018, Habeck elaboró una rutina escénica que comienza con él lamentando el absurdo consumista de que cada hogar posea su propio taladro eléctrico, una herramienta que probablemente no se utilice más que unos pocos minutos en su vida útil.
Habeck terminaba con un guiño final: afirma que él mismo compró a cada uno de sus cuatro hijos un taladro eléctrico como regalo de cumpleaños. El mensaje era claro: aquí hay un partido que no pretende tener más virtudes intrínsecas que su electorado. En palabras de Baerbock, los nuevos Verdes intentan ser “radicales y estadistas” al mismo tiempo.
Más allá de la ecología y de los jóvenes
Aunque el auge de Fridays for Future (FFF), el movimiento estudiantil contra el cambio climático, ha contribuido a posicionar el tema central de los Verdes en la lista de prioridades de la agenda política, el partido se ha esforzado en la última década por ampliar sus horizontes, captando talentos como la expolítica del Partido Pirata Marina Weisband.
Los expertos del Partido Verde comparecen en las tertulias políticas hablando de derechos digitales, gestión de pandemias, reformas financieras y políticas de seguridad.
“Los Verdes nunca han sido un partido preocupado exclusivamente por el medio ambiente”, dice Ulrich Schulte, periodista del periódico Taz y autor de Die grüne Macht (“El poder verde”), un libro sobre los nuevos Verdes. “En sus años de fundación, también se dedicaron a opinar sobre el desarme, la economía alternativa y los derechos de las mujeres. Pero ahora el programa de los Verdes es un supermercado con todo tipo de productos”.
Este abanico amplio se refleja también en la edad de sus votantes. Cuando el partido entró por primera vez en el Parlamento alemán, la mayoría de sus votos procedían de personas de entre 18 y 24 años.
Desde 2004, sin embargo, su mayor apoyo en las elecciones nacionales proviene del grupo de votantes de entre 49 y 59 años. Pero el partido no ha perdido el contacto con los votantes más jóvenes: en las elecciones europeas de 2019, Die Grünen fue el partido más popular entre todos los grupos menores de 45 años. Y con algunos electores del 68 que ahora entran en la categoría de mayores de 70, el partido puede esperar apoyos de todo el espectro generacional.
Baerbock, nacida en Hannover en 1980, había ido ganando poco a poco ventaja sobre su colíder en el último año. Se ha granjeado la admiración de los votantes tradicionales de los Verdes por su tenacidad, su dinamismo y su rigor.
El director del periódico de centro-derecha Die Welt ha comentado recientemente que cualquier candidato de la CDU encontraría en esta política “un hueso duro de roer”. “Al igual que su ídolo [Angela] Merkel, Baerbock es más tenaz, más dura y también más reservada de lo que la mayoría de la gente supone”, escribió Ulf Poschardt.
Una elección de Habeck habría significado más un estilo diferente. Originario de la ciudad de Lübeck, situada en el norte del país, no solo ha seguido siendo un autor prolífico desde que copreside el partido, ha publicado dos nuevos títulos de no ficción en los últimos tres años, sino que ha impulsado una nueva forma de hablar en público para los políticos: reflexiva pero no abiertamente pretenciosa, segura de sí misma pero también franca sobre sus propios defectos.
En un artículo reciente para Die Zeit, el político europeo de los Verdes Daniel Cohn-Bendit apoyó la candidatura de Habeck y dijo que un candidato de los Verdes tenía posibilidades de ganar las elecciones “si puede transmitir un cambio de estilo que acompañe al cambio de política que ha iniciado Joe Biden, un cambio que hará que ErdoÄan, Bolsonaro, Vladimir Putin y Xi Jinping parezcan hombres de otros tiempos”.
“Los acuerdos mutuos pueden tener más poder del que presumen estos hombres fuertes”, dijo Cohn-Bendit, un importante espaldarazo del exlíder estudiantil que representa como poco a los viejos agitadores de los Verdes.
Traducido por Emma Reverter.