Una víctima de violación mexicana y su familia han hecho públicos los detalles del suceso para intentar señalar a los asaltantes y que se abra una investigación. En el caso están implicados miembros de familias adineradas con conexiones políticas. “No me estoy escondiendo. No estoy diciendo nada más que la verdad. No tengo nada de lo que arrepentirme”, escribió la mujer en su estado de Facebook este lunes.
“Había ido a beber. Había salido de fiesta. Llevaba una falda corta como muchas otras chicas de mi edad... ¿y por eso voy a ser juzgada? ¿Merecía lo que ocurrió?”, escribió en la red social.
El incidente ha provocado la indignación en México, en medio de acusaciones a la Fiscalía de no ha abierto una investigación apropiada. Esta semana, los 'Porkys de Costa de Oro', nombre con el que se conoce al grupo de asaltantes, fue trending topic en Twitter.
El ataque se produjo en la madrugada del 1 de enero de 2015 en la elegante ciudad de Boca del Río, en el Estado de Veracruz, unos 400 kilómetros al este de Ciudad de México. La víctima, que tenía 17 años en ese momento, fue raptada por cuatro jóvenes al salir de una fiesta; después, un chico abusó sexualmente de ella. La familia de la víctima dice que el atacante es hijo de un político local con conexiones con el Gobierno estatal.
Quince meses más tarde, la familia ha hecho pública la historia, con la esperanza de poder forzar una investigación dentro de un caso en el que resultan evidentes las concesiones y la impunidad que tienen algunos gracias al poder y las conexiones políticas.
El padre de la víctima ha publicado un vídeo en el que los cuatro hombres jóvenes acusados de llevar a cabo el ataque se disculparon y reconocieron “el daño que habían causado”. En una carta abierta, el padre señala a las familias de los chicos y les acusa por actuar como “cómplices”. “Tenéis una hija de la misma edad que la mía”, escribió dirigiéndose a al padre de uno de los presuntos agresores. “¿Cuánto vale la felicidad de tu hija?
El fiscal del Estado, Luis Ángel Bravo, ha rechazado las alegaciones por “tráfico de influencias”, asegurando a los periodistas que la investigación se había resuelto “rápidamente”. El abogado de los presuntos asaltantes, Edgar Cinta Paola, sostiene que no se trata de ninguna disculpa y ha negado las acusaciones. “Lo que estamos viendo es un indiscriminado uso de los medios y las redes sociales para arrollar a mis clientes”, ha asegurado en la radio MVS.
Este episodio recuerda la sensación de impunidad en México, donde los ricos y aquellos que tienen contactos pocas veces rinden cuentas por sus actos. Los hijos de la clase acomodada, conocidos como 'mirreyes' (de 'mi rey'), a menudo son criticados por derrochar dinero y privilegios en un país donde cerca de la mitad de la población es pobre.
La justicia mexicana, dócil con la clase alta
“La justicia mexicana suele comportarse de manera dócil cuando tiene que enfrentarse a la clase alta y ferozmente contra los que ocupan las capas más bajas de la estructura social”, escribe Ricardo Raphael, autor de un libro que habla sobre este fenómeno: Mirreynato: La otra desigualdad. “Este escándalo saca a la luz algunos de los mecanismos que producen impunidad e México”, publicó en el periódico El Universal. Cerca del 95% de los crímenes en México no aparecen en los medios.
La Comisión Ejecutiva para la Atención a las Víctimas del Gobierno informa de que en los cinco últimos años se han cometido tres millones de crímenes sexuales en México, pero la mayoría de los delitos no fueron llevados a las autoridades. Los procesos criminales solo se abren en un 10% de los casos denunciados.
Algunos expertos creen que este caso ha captado la atención pública, en parte, porque tanto atacantes como víctima pertenecen a la clase alta. Caso curioso en una sociedad en la que la élite tiende a permanecer unida y a evitar trifulcas públicas.
“Ahora que uno de esos 'mirreyes' va en contra de uno de los suyos, todos sus códigos se han ido por la borda”, explica el sociólogo Rodolfo Soriano Núñez. “Si esto le hubiera sucedido a una chica pobre de un instituto público, nadie hablaría del tema”.
Traducido por Cristina Armunia Berges