Conocido por su característico peinado rubio platino y su agresiva retórica contra el islam y la inmigración, Geert Wilders se ha visto catapultado por las elecciones en Países Bajos al lugar que más le gusta ocupar: el centro de atención.
En un terremoto político, el partido de la Libertad (PVV) de Wilders se convierte en la primera fuerza del Parlamento con 37 escaños (20 más que en las elecciones de 2021) –la mayoría absoluta está en 76–. Los resultados abren el camino para que el político desempeñe un papel clave en la formación del próximo gobierno tras unas elecciones dominadas por el debate sobre la inmigración.
Desde que describió el islam como “una ideología de una cultura retrasada” y llamó “escoria” a los marroquíes, Wilders, a quien a menudo se compara con el expresidente estadounidense Donald Trump por su retórica incendiaria y su uso de las redes sociales, ha sido durante mucho tiempo un elemento destacado en el panorama de la extrema derecha europea.
Nacido en 1963 en el sur de Venlo, cerca de la frontera alemana, Wilders creció en una familia católica con su hermano y dos hermanas. Entró en política como miembro del Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), pero lo abandonó por lo que consideraba una postura suave del partido ante el islam y la inmigración.
En 2004 fundó el Partido de la Libertad (PVV), cuyo núcleo son las políticas contra el islam. Wilders declaró que su desdén por el islam se vio alimentado por el asesinato del cineasta radical Theo van Gogh en 2004 y su estancia en Israel en un kibutz.
A pesar de ser un político mediático, la estrella de Wilders parecía haberse desvanecido en los últimos años ante la aparición de figuras más jóvenes de extrema derecha en Países Bajos, como Thierry Baudet, cuyo nacionalista Foro para la Democracia se situó como primera fuerza con un 15% en las elecciones regionales de 2019.
Pero la presencia constante de Wilders en la política neerlandesa –así como el debate cada vez más acalorado sobre la inmigración en Países Bajos– parece haber tocado finalmente la fibra sensible de un grupo más amplio.
En el período previo a las elecciones, Wilders también ha tratado de suavizar parte de su retórica islamófoba más divisiva, insinuando que podría retirar su propuesta de prohibición de las mezquitas y el Corán, una medida que sus críticos tacharon de oportunista.
En su lugar, se ha centrado en las crecientes preocupaciones económicas, prometiendo resolver la crisis inmobiliaria y atajar la inflación, al tiempo que retrataba la acción climática como una nueva forma de tiranía por parte de La Haya.
Aun así, algunas de las medidas más extremas que propone –como restablecer el control de las fronteras, detener y deportar a los inmigrantes ilegales y reintroducir los permisos de trabajo para los trabajadores intracomunitarios– cambiarían radicalmente el ADN de Países Bajos.
En Kiev, que se enfrenta a una creciente fatiga bélica occidental, los resultados serán recibidos con preocupación. Al igual que otros líderes de extrema derecha del continente, Wilders ha elogiado al Gobierno de Vladímir Putin, alzándose contra lo que ha descrito como “rusofobia histérica” en Europa.
Cuatro años después de que Rusia se anexionara la península de Crimea, Wilders viajó a Moscú y se reunió con altos cargos rusos en la Duma, un viaje que fue ferozmente condenado por los familiares de las víctimas holandesas del derribo del vuelo MH17, que le culparon de ignorar el papel de Moscú en la catástrofe.
Desde la invasión rusa de Ucrania, Wilders se ha distanciado un poco del Kremlin, calificando la invasión de error.
Pero es improbable que un gobierno presidido por Wilders desempeñe el mismo papel en la ayuda a Ucrania que el que desempeñó durante mucho tiempo el primer ministro Mark Rutte, que lideró los esfuerzos para entregar aviones de combate F-16 a Kiev.
En uno de los últimos debates previos a las elecciones, Wilders dijo que no apoyaría el envío de más armas a Ucrania, una declaración que causará escalofríos en el país, pues la ayuda militar ya parece estar flaqueando.
Mucho dependerá ahora de lo que probablemente será un prolongado proceso de formación de coaliciones, ya que tanto el líder de GroenLinks-PvdA, Frans Timmermans, como la jefa de la formación conservadora Partido Popular por la Libertad y la Democracia, Dilan YeÅilgöz-Zegerius, han descartado un gobierno de Wilders.
Pero en un triunfo temprano de Wilders, Pieter Omtzigt, líder del partido centrista NSC, indicó que estaba abierto a trabajar con el PVV.
Lo que parece seguro es que, tras seis elecciones, Wilders está más cerca que nunca del poder. “Será un trabajo duro, pero estamos preparados para gobernar”, dijo al conocerse los primeros resultados. “Es el día más bonito de mi vida política”.
Traducción de Javier Biosca