Elon Musk afirmó entusiasmado no se trata de la inauguración de un túnel común, sino de algo épico e “increíblemente profundo”. Los escépticos se preguntaban si aquello no era simplemente una fiesta de inauguración sobrevalorada para un agujero en el suelo.
Al final, la primera muestra pública del último proyecto visionario de Musk –un “túnel” subterráneo que promete revolucionar el transporte urbano del siglo XXI– no ha resultado ser otra cosa que una mezcla de futurismo imaginativo y teatralidad propia del mundo del espectáculo, además de un escaparate para una novedosa tecnología de perforación de túneles que puede terminar constituyendo la innovación más significativa de todo el asunto.
Lo que sigue siendo un misterio es si esta tecnología logrará acelerar 15 veces la construcción de túneles, tal y como espera Musk, o si se tratará del preludio de una red de transporte subterráneo debajo de nuestras ciudades.
Musk no sonaba completamente seguro. “Claramente, estamos en la fase inicial de este proyecto”, le dijo a los periodistas. “Esto es un prototipo, estamos analizando las cosas. Lo importante es que por fin, por fin hemos marcado el camino para encontrar una solución a los atascos en las ciudades. Si lo que estamos diciendo es cierto, y creemos que lo es, hemos dado con la solución”.
El prototipo del hyperloop, una vía subterránea de 1,77 kilómetros excavada debajo de la sede de la empresa de Musk, SpaceX -una zona sin encanto del sur de Los Angeles-, fue construido con tecnología tuneladora relativamente convencional que costó alrededor de 8,77 millones de euros. Pero la rama dedicada a la construcción que dirige Musk, llamado Boring Company (Empresa Tuneladora), ya ha concebido una tecnología de segunda y tercera generación capaz de cavar el hoyo, despejar la tierra e instalar las paredes de hormigón reforzado. Todo al mismo tiempo.
La idea es que algún día las ciudades tengan tantas redes subterráneas de túneles que un conductor de un coche eléctrico autónomo pueda meterse en el hyperloop en cualquier momento y salir propulsado a velocidades de 240 kilómetros por hora hacia un destino programado de antemano. Musk afirmó que una estación podría convertirse en un pretencioso parking con ascensor para llevar al conductor hacia el túnel o hacia otro espacio más grande, con rampas espirales de doble hélice.
Musk no fue preciso con los plazos y mucho menos con el coste. Fiel a su reputación de excéntrico, al principio sugirió que cualquiera podría copiar la tecnología que está desarrollando sin rendirle cuentas porque lo único que le importa es aliviar el tráfico. Luego, fantaseó con construir “la inmobiliaria del subsuelo” en Marte. “Espero que algún día construyamos túneles en Marte”, dijo. “Sería glorioso”.
Viaje al centro de la Tierra
De vuelta en el planeta Tierra, una patrulla de empleados de Boring Company vestidos de negro llevaron a los periodistas y a un grupo de invitados VIP a la zona que llaman “el hoyo”. Hicieron meterse al grupo en un coche Tesla X con neumáticos especiales que se fijan al los lados de las vías y les llevaron en un viaje de prueba por el angosto túnel, completamente blanco.
El viaje fue movido. Según Musk, tuvieron algunos problemas con la máquina pavimentadora y los vehículos no pudieron superar los 65 u 80 kilómetros por hora. Algunos de los participantes lo compararon con un viaje en montaña rusa, otros con el transporte en los aeropuertos y otros con uno de esos programas de televisión que transcurren en un hospital y en los que un paciente anestesiado comienza un viaje hacia el más allá.
A pocos minutos de iniciar el viaje, el túnel se iluminó con un escalofriante brillo verde que indicaba el final del destino y entonces un ascensor llevó el coche hacia un callejón en una zona residencial. Volver al punto de partida por la calle llevó el doble de tiempo: un desvío obligatorio por el aeropuerto municipal de Hawthorne retrasó al grupo en su recorrido hacia el edificio de SpaceX, donde la empresa experimenta con tecnología de transporte de alta velocidad.
Varias ciudades han manifestado su interés en el proyecto de Musk, ya sea para ofrecer una vía de alta velocidad -como la ilusión de unir el aeropuerto O’Hare de Chicago con el centro de la ciudad- como para crear una red más prosaica de túneles para aguas residuales, electricidad y tuberías de gas a los que se podría acceder sin tener que romper las calles y sin generar más desorden con el tráfico.
Pero todo depende de si Musk y sus colegas logran cumplir su promesa de concretar esa tecnología tuneladora destinada a reducir el coste de excavar una vía subterránea de esas características. El propio Musk afirmó que “el movimiento se demuestra andando”.
¿Habrá luz al final del túnel?
“Desde luego, no tenemos todas las respuestas”, añadió. Incluso pareció que le causaba gracia la idea de que inversionistas potenciales quisiesen confiarle su capital al proyecto de Boring Company sin precisar la diligencia habitual. “Tenemos un sinfín de gente que quiere invertir en nosotros”, dijo, “lo cual es raro porque no han visto nuestra contabilidad. Sólo dan por supuesto que esto funcionará, y probablemente tengan razón”.
En muchos aspectos, todo indicaba que la exhibición del túnel era más bien una muestra de fiabilidad para esos inversionistas, y quedó claro que para Musk y sus colegas ha sido difícil llegar a ese punto. La demostración estaba programada para ocho días atrás, pero luego se postergó por lo que la empresa llamó una necesidad de adecuar la “guarida del caracol” (escenario piloto), un requerimiento de las normativas medioambientales.
Ese mismo martes, Musk confesó que el sistema no estaba listo para la cumplir con la fecha original.También pareció dar una respuesta sincera a la pregunta de por qué no se permitió que el público probara el túnel de forma gratuita, como se había prometido. La Boring Company lo había explicado ya: “Dada la increíblemente alta demanda, sólo se puede probar el túnel de Hawthorne a través de una invitación”. Finalmente, Musk dijo directamente que el cambio de planes se debía a “limitaciones legales”.
Para la gran inauguración, los empleados de las tres empresas de Musk –Tesla, Boring Company y SpaceX– hicieron todo lo posible por crear un ambiente de fiesta, con un gran bar al aire libre, una exhibición museística de varias tecnologías de perforación y un muro con varios tuits de Elon Musk comentando el progreso del proyecto del túnel. Todo adornado con cortinas de terciopelo negras de estilo teatral.
Una de las cosas más extrañas que caracterizan la entrada al túnel es la presencia de una torre de vigilancia estilo medieval, con fachada de ladrillos y una pesada puerta de madera; un guiño, al parecer, al fanatismo de Musk por todo lo relacionado con Monty Python. Hace un par de meses, Musk afirmó que quería contratar a alguien para que se vistiese como un caballero, se encaramase en la cima de la torre como John Cleese en Monty Python y Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y “gritara insultos a la gente con acento francés”.
Sin embargo, con el tráfico incesante del Bulevar Crenshaw, es improbable que los insultos llegasen a oírse.