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La UE “calibra” la estrategia con China con un equilibrio entre la comunicación fluida y la rivalidad

Imagen de archivo del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. EFE/EPA/JULIEN WARNAND

Irene Castro

Corresponsal de Bruselas —

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Firmes pero no conflictivos. Rivales sistémicos pero socios. La UE hace equilibrismos para definir la estrategia con la que tratar a China. El asunto lo han abordado este viernes los ministros de Exteriores de los 27 en una reunión informal en Estocolmo a la que el alto representante, Josep Borrell, ha llevado un documento de trabajo en el que establece las líneas maestras de la aproximación al gigante asiático en la que debe ser, de acuerdo a ese non paper, una relación “realista, pragmática y sostenida”. Ahora ese texto sufrirá “perfecciones” para ser analizado en último término por los líderes a finales de junio. 

“Están de acuerdo en las líneas básicas de la calibración de las relaciones con China”, ha dicho Borrell tras la discusión, que mantiene la definición establecida en 2019: un socio con el que colaborar, un competidor difícil y un rival sistémico. “Tenemos que comprometernos con China en muchos frentes por diferentes asuntos y al mismo tiempo tenemos que competir y reducir nuestras dependencias cuando estas son grandes y arriesgadas”, ha afirmado Borrell, que lleva varios días rebajando el tono respecto al concepto de “rival” y “competidor” al asegurar que Estados Unidos también lo es ante quienes critican el seguidismo europeo de Washington. 

“La rivalidad sistémica puede aparecer en casi todas las áreas de compromiso. Pero esto no debe disuadir a la UE de mantener canales de comunicación abiertos y buscar una cooperación constructiva con China”, establece ese texto que se aleja así de la estrategia de desvinculación (decoupling) por la que apuesta Estados Unidos. La UE quiere tener su propia relación autónoma con el régimen de Xi Jinping. 

Con el documento, los 27 también buscan tener una aproximación común a las relaciones con China después de que haya habido distintas tonalidades en las últimas semanas en las que se ha producido un desfile de dirigentes europeos por Pekín. 

En lo que coinciden todos los ministros de Exteriores es en que hay que tener una estrategia de minimización de riesgos y de colaboración; como la lucha contra el cambio climático, que es el ejemplo más repetido. “Ya es hora de que tengamos una política más eficiente y común porque vemos que de vez en cuando tenemos distintas voces”, expresó el letón, Edgar Rinkevics. “No queremos desvincularnos, pero queremos reducir nuestros riesgos porque ponen en peligro nuestra seguridad”, señaló la alemana, Annalena Baerbock. 

El más escéptico es el lituano, Gabrielius Landsbergis, que ha hecho un paralelismo de la relación con Rusia. “No podemos cometer los mismos errores”, ha advertido. “No veo ningún abogado por el decoupling, tampoco lo escuché sobre Rusia; pero alguien tiene que divisar la posibilidad del decoupling, no porque lo deseemos, pero porque la situación en el estrecho de Taiwán se cambie por la fuerza y la reacción puede llevar a decoupling”, ha agregado. 

Precisamente sobre Taiwán, el documento elaborado por el Servicio de Acción Exterior que pilota Borrell señala que la UE tiene un “interés fundamental” en mantener el status quo y la “reducción de las tensiones” entre Washington y Pekín. Esa posición común pretende evitar distorsiones como la que se produjo tras el viaje del presidente francés, Emmanuel Macron, a China al sugerir en una entrevista que los 27 debían mantenerse al margen. 

Pero una de las prioridades de la UE es reducir la dependencia que actualmente tiene de China. Asumiendo que no puede cortar los lazos comerciales (se mueven 2.300 millones de euros al día), lo que preocupa en Bruselas es el desequilibrio en la relación: el déficit comercial “se ha triplicado” en la última década en favor del gigante asiático. En el último año ha aumentado un 58% pasando de 250.000 millones a 369.000 (un 2,3% del PIB del viejo continente). 

“La UE tiene una ventana de oportunidad para reducir los riesgos y las dependencias excesivas en nuestras relaciones”, señala el texto. En eso está embarcada la UE con iniciativas para incrementar sus capacidades en cuestiones como las materias primas críticas o los semiconductores. 

Lo que deja claro, en todo caso, el documento defendido por Borrell es que la buena marcha de las relaciones con China estará supeditada a su posición respecto a Ucrania. La UE presiona para que Pekín ejerza su capacidad de influencia sobre Vladimir Putin para que acabe la invasión al tiempo que no ha dado carta de naturaleza a la propuesta de paz de Xi Jinping. “Es importante que China entienda que para nosotros lo que sucede en Ucrania es una amenaza existencial”, ha dicho el jefe de la diplomacia europea. 

El representante especial del Gobierno chino para asuntos euroasiáticos, Li Hui, visitará Ucrania el próximo lunes en el marco de una gira europea que le llevará también a Polonia, Francia, Alemania y Rusia para “comunicarse con todas las partes sobre una solución política a la 'crisis' en Ucrania”, informa la Agencia EFE. 

La visita se produce, además, cuando la UE ha comenzado a debatir el undécimo paquete de sanciones por la invasión de Ucrania, que por primera vez señala a empresas chinas que están proporcionando instrumentos tecnológicos que Rusia está usando para el campo de batalla. “Si tuviésemos una nueva Guerra Fría, los resultados sería aun más desastrosos y dañarían seriamente la relación y la cooperación entre China y Europa y pondrían en duda el multilateralismo”, advirtió el ministro de Exteriores chino, Qin Gang. 

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