Cada vez se pone más cuesta arriba la ayuda a Ucrania. A los problemas de Joe Biden para sacar adelante los nuevos paquetes de financiación y equipamientos se han sumado las complicaciones en el seno de la UE. El principal escollo del club comunitario es el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que ha bloqueado la revisión del presupuesto con el que Bruselas y los otros 26 Estados miembros pretendían dar una ayuda estable de 50.000 millones en los próximos cuatro años. A las puertas del segundo aniversario de la guerra y cuando la economía ucraniana amenaza con colapsar, la UE se ha enredado con la ayuda a Kiev.
El obstáculo que están intentando sortear los dirigentes europeos es el veto de Orbán a los cambios en el Marco Financiero Plurianual (MFP) con el que Bruselas pretende dar una inyección continua de fondos al país, que se enfrenta a problemas financieros para pagar las nóminas de sus empleados públicos, por ejemplo. El húngaro rechazó en diciembre la propuesta que cuenta con el respaldo del resto de Estados miembros y desde entonces hay intensas negociaciones para salir del atolladero.
Todos en la UE prefieren que la solución sea a 27 y no a 26, que es una de las opciones que tienen sobre la mesa desde diciembre, pero confían en salir del Consejo Europeo extraordinario del 1 de febrero con consenso. Una de las complicaciones de ese escenario es que lo tendrían que ratificar los parlamentos nacionales. Budapest planteó la posibilidad de desembolsar 12.500 millones al año a Ucrania, al margen del MFP, pero no convenció a nadie porque eso daría a Orbán el poder de chantajear a la UE anualmente.
El tono sube en la recta final de la negociación
Un escenario que se ha repetido en varias cumbres decisivas. La última, la de finales de 2023, cuando el resto de aliados se había conjurado para enviar un mensaje nítido de apoyo a Kiev con la apertura de negociaciones de adhesión a la UE. Orbán caldeó el ambiente las semanas previas al asegurar que vetaría esa propuesta, que, al igual que la revisión del presupuesto, requiere unanimidad. Unos días antes de la cita, Bruselas anunció el desbloqueo de 10.200 millones de euros a Budapest por las mejoras en el sistema judicial. La decisión ha llevado a la Eurocámara a amenazar con llevar a la Comisión Europea a los tribunales.
Y el tono se ha incrementado a medida que se acerca la cita de los líderes. Un documento elaborado por la secretaría general del Consejo Europeo apunta a la posibilidad de que el resto de líderes amenacen con cortar la financiación a Budapest para generar una reacción negativa en cascada que afecte a la confianza de los mercados en su moneda y provoque un aumento del coste de su deuda, según publicó Financial Times. No obstante, desde el Consejo Europeo tratan de marcar distancias con ese texto: “La nota no describe ningún plan específico relacionado con el MFP ni con el mecanismo para Ucrania, ni tampoco ningún plan relacionado con Hungría”.
También sobrevuela la posibilidad de activar el segundo paso del artículo 7 del Tratado de la UE, encaminado a dejar a Hungría sin derecho a voto por sus constantes incumplimientos del Estado de derecho. Sin embargo, se requiere de una mayoría de cuatro quintos para saltar de fase y de unanimidad para acometer esa decisión. “No hay nada peor que hacer una propuesta y que sea rechazada”, aseguró en una rueda de prensa este lunes el comisario de Justicia, Didier Reynders, a quien correspondería proponer ese paso.
Esa forma de intentar presionar a Orbán provocó el inmediato desaire de su Gobierno. “Esto es chantaje y no tiene nada que ver con el Estado de derecho. ¡Y ahora ni siquiera intentan ocultarlo!”, denunció el jefe de gabinete del primer ministro, Balázs Orbán.
Aún así, las negociaciones han continuado hasta última hora del lunes y no descansarán hasta el Consejo Europeo extraordinario. “La situación sigue siendo difícil y relativamente tensa”, reconocen fuentes comunitarias, que sostienen, no obstante, que Hungría ha mostrado “disposición” a encontrar una solución a 27 dentro del MFP. No obstante, el resto de estados miembros mantienen el plan B por si el acuerdo es imposible este jueves.
No es el único problema con la ayuda. También Hungría mantiene el bloqueo a un nuevo tramo de ayuda militar de 500 millones de euros canalizados a través del Fondo Europeo para la Paz (EPF), la herramienta que encontró la UE para aportar armamento a Kiev de forma rápida. Ese instrumento se ha ampliado en siete ocasiones, pero el octavo intento se topó con la negativa de Orbán, que exigía la retirada del banco húngaro OTP de la lista de patrocinadores de la guerra.
El alto representante, Josep Borrell, propuso en verano dotar a ese mecanismo europeo de 20.000 millones de euros para dar una ayuda militar sostenida a Kiev durante cuatro años. Poco tiempo después, el planteamiento fue el de 5.000 millones de euros para el siguiente año y, por el momento, no hay ninguna noticia al respecto, aunque el jefe de la diplomacia europea confía en conseguir sacarlo adelante.
En esas circunstancias, se ha abierto el debate de cómo proseguir con la financiación. “Hemos empezado a pensar en fórmulas para garantizar que la ayuda financiera y militar sea predecible y constante”, afirmó el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, al salir de una reunión con sus homólogos. “Los ministros han estado de acuerdo en que no es el momento de retirar la ayuda a Ucrania, hay que hacer más y más rápido”, agregó Borrell.
Esas palabras se produjeron dos semanas después de que el canciller alemán, Olaf Scholz, diera un tirón de orejas a algunos socios europeos. “Hago un llamamiento a los aliados de la Unión Europea para que redoblen sus esfuerzos en relación con Ucrania. Las entregas de armas a Ucrania previstas por la mayoría de los Estados miembros de la UE no son suficientes”, advirtió mientras prevé, además, que una posible victoria de Donald Trump en Estados Unidos complique aún más la situación.
Alemania es, tras Estados Unidos, el país que más ayuda ha prestado a Kiev (la militar está valorada en 17.100 millones de euros; la humanitaria, en 2.400 millones; y la financiera, en 1.400 millones). Unas cifras muy superiores a las del resto de países europeos. Francia, que es la segunda economía de la UE, sólo ha entregado de manera bilateral 1.700 millones, de acuerdo a los datos recopilados por el Instituto de la Economía Mundial de Kiel.
Teniendo en cuenta el PIB, Alemania es el decimocuarto país en aportaciones bilaterales, ya que representan el 0,5%. El país que más esfuerzo relativo ha hecho es Lituania (1,4%), seguido de Estonia (1,3%). Italia y España han aportado el 0,07% de su PIB y Francia, tan solo el 0,06%.
Esa situación ha llevado a algunos países a plantear aportaciones mínimas para garantizar que la ayuda a Ucrania se mantiene en el tiempo. “Si todos los países ponen el 1% de su PIB para ayudar a Ucrania, el trabajo estaría hecho. Sí, todos nosotros podemos hacer más y mi país es un ejemplo de que no tienes que ser enorme o extremadamente rico para ayudar a Ucrania”, aseveró el ministro de Exteriores de Letonia, Karins KrišjÄnis, antes de reunirse con sus homólogos el lunes. La propuesta del ministro de Estonia Tsahkna Margus fue contribuir con el 0,25% del PIB. El debate está abierto mientras la ayuda a Ucrania amenaza con permanecer empantanada.