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La ayuda de la UE a Ucrania flaquea cuando más lo necesita

Irene Castro

Bruselas —

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Volodímir Zelenski se plantó en Bruselas en la última reunión de ministros de Defensa de la OTAN para que los aliados no se olvidaran de Ucrania. Lo hizo cuatro días después del ataque de Hamás a Israel que, desde entonces, ha copado toda la atención mediática y en buena medida también diplomática, aunque todos en la UE sostienen que Ucrania sigue siendo una prioridad. En un segundo plano, con una contraofensiva que no ha sido lo exitosa que se esperaba y la llegada del invierno, la ayuda comienza a flaquear. 

“Estamos haciendo mucho, pero todo el mundo está de acuerdo en que hay que hacer más y más rápido”, ha admitido el alto representante, Josep Borrell, al acabar la reunión con los ministros de Defensa este martes.  “La guerra está durando más de lo esperado, más de lo que esperaba Putin”, ha admitido Borrell, que ha asegurado que “no existe ninguna duda” de que “se va a seguir apoyando a Ucrania en todo lo que se pueda con las herramientas que se han puesto en marcha”. El jefe de la diplomacia europea ha insistido en que el ejército ucraniano necesita más defensas antiaéreas, más equipamiento para el invierno y más munición.

Los 27 han enviado a Ucrania 300.000 del millón de proyectiles que prometió hace unos meses procedentes de los arsenales disponibles. Pero cumplir el compromiso se está poniendo cuesta arriba. El ministro de Exteriores ucraniano, Dmitró Kuleba, ha reconocido este martes que, debido a su “lamentable estado”, la industria militar europea no podrá suministrar a Kiev el prometido millón de proyectiles antes de marzo de 2024. “Es verdad. Hay problemas”, ha asegurado durante un programa de televisión el jefe de la diplomacia ucraniana, quien negó la falta de voluntad política comunitaria y sí el exceso de burocracia en el seno de los 27, informa la Agencia EFE.

También lo reconoció claramente el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, a su llegada a Bruselas para participar en una reunión con sus homólogos: “El millón no se alcanzará, hay que partir de esa base”. Aprovechó, además, para recordar que él nunca había hablado de un millón de proyectiles. “La pregunta correcta sería realmente si un millón fue alguna vez realista”, apuntó el ministro, cuyo Gobierno aspira a duplicar la ayuda a Ucrania (hasta los 8.000 millones de euros).

Quienes sí hablaron de un millón de proyectiles fueron Borrell y el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, que diseñaron un plan para aumentar la producción y que la munición europea llegue al campo de batalla. “No hay falta de capacidad de producción, es que se envía el producto a otros mercados. Así que quizá lo que tenemos que intentar es mover la producción a la prioridad número uno, que es Ucrania”, señaló el jefe de la diplomacia europea. Un 40% de la producción europea va a otros mercados. 

También Breton, que hace unos meses hizo una gira por la industria europea para ponerla en ‘modo guerra’, instó a los 27 a “hacer los pedidos”. “La capacidad de producción está ahí”, afirmó antes de recordar que está “en la mano de los estados miembros” dar “prioridad a Ucrania”.

Pero el problema no sólo está en la industria, sino también en la política. Hungría lleva medio año bloqueando un paquete de ayuda militar a Ucrania de 500 millones de euros. La maniobra de Viktor Orbán pasa por mantener el veto a ese nuevo desembolso como medida de presión para que Kiev saque definitivamente al banco húngaro OTP de la ‘lista negra’ de patrocinadores de la guerra por su apoyo a Moscú.

La otra pata de ayuda que se ha complicado es la propuesta de Borrell para hacer llegar 20.000 millones de euros a Ucrania en los próximos cuatro años a través del Fondo Europeo para la Paz (EPF, por sus siglas en inglés). En los últimos meses, el asunto se ha ido enfriando y el alto representante ha priorizado los 5.000 primeros y los demás los ha dejado en el aire. 

Bruselas también quiere que los estados miembros hagan nuevas aportaciones a las arcas comunitarias en la revisión del Marco Financiero Plurianual, que se diseñó antes de la invasión rusa. La propuesta de la Comisión Europea recoge 50.000 millones de euros extraordinarios (17.000 en ayudas directas y 33.000 en préstamos) para Ucrania. Esa negociación presupuestaria, que tiene que salir adelante por unanimidad, es muy complicada y cada uno de los 27 mira lo suyo. 

Hungría ya anticipó el veto. “El presupuesto es un desastre, el Pacto Migratorio ha fracasado y la estrategia de Bruselas sobre la guerra entre Rusia y Ucrania es fundamentalmente defectuosa. En esta situación, Hungría no puede apoyar ninguna propuesta de modificación del presupuesto”, advirtió Bruselas antes de la cumbre de Granada en octubre, cuando vetó las conclusiones sobre migración por segunda vez. Está por ver si, como ocurrió en el Consejo Europeo de diciembre del año pasado, el chantaje de Orbán tiene éxito y la Comisión Europea logra un acuerdo. Para eso Bruselas tiene cartas bajo la manga, pero sin duda es el gran desafío antes de que acabe el año. 

Pero el compromiso de la UE con Ucrania es inequívoco. Borrell ha recordado que se trata de un apoyo a “largo plazo” y que en diciembre presentará a los líderes su plan para las “garantías de seguridad” para Kiev, un país de la órbita que no tiene el paraguas de la OTAN ni de la UE en su protección. Pero el mayor gesto llegó la semana pasada cuando la Comisión Europea recomendó la apertura de las negociaciones para la adhesión, a pesar de que quedan flecos pendientes de las condiciones que le habían planteado.