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La UE y Reino Unido acarician un acuerdo agónico sobre el Brexit

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —
23 de diciembre de 2020 17:48 h

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A punto. Como muchas cosas ocurren en Bruselas, fuera de todos los plazos marcados. La Unión Europea y Reino Unido acarician un acuerdo agónico para evitar un Brexit caótico a escasas horas de que llegue el 1 de enero de 2021, el día en el que se hace efectiva la salida de Reino Unido de la UE una vez concluido el periodo de transición que arrancó el 31 de enero de 2020.

“Estamos en la fase final”, confirmaba una fuente comunitaria. “El acuerdo está a punto”, apuntaba otra fuente diplomática: “Pero las 27 capitales tienen que digerir 2.000 paginas”. ¿Y cuánto puede tardar esa digestión? “Es cuestión de horas, entre hoy y Nochebuena, podría ser en Navidad, pero todos quieren que esté antes de Navidad”. Así, los embajadores de los 27 ante la UE podrían incluso reunirse este jueves por la mañana, según la televisión pública irlandesa.

Los negociadores están exhaustos, como explicaba el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, la pasada semana en el Parlamento Europeo: “Tenemos nueve meses para cerrar un acuerdo que ha costado más de cinco años con otros países, y con más complicaciones. Llevamos en las últimas semanas trabajando día y noche”.

Como decía Barnier, la UE funciona “es un ecosistema”, lo que le lleva a exigir que “esos valores y principios y ese mercado único se pueda defender. Queremos una cooperación ambiciosa, pero equitativa, justa y libre. Con igualdad de condiciones, con competencia justa, unas normas que sean leales, también en lo medioambiental y climático”.

“Si el Reino Unido soberano desea alejarse de esa vía”, decía Barnier, “es su derecho, pero tendrá consecuencias a la hora de tener acceso al mercado sin aranceles ni cuotas. El Reino Unido también quiere soberanía en pesca, recuperar el control de sus aguas, y lo aceptamos y respetamos. Pero si Reino Unido quiere poder cortar el acceso a esas aguas a los pescadores en cualquier momento, la UE también puede tener que poder compensar esa medida ajustando las condiciones de acceso a su mercado a los productos británicos y de pesca. Y ahí radica una de las grandes dificultades, en la pesca. No sería ni justo ni aceptable que los pescadores europeos no tengan derechos transitorios de pesca mientras las empresas británicas tienen una situación estable. No es justo. Estos son los principales escollos”.

En efecto, la pesca ha sido el asunto que ha mantenido en vilo el acuerdo hasta el último minuto. De hecho, el Parlamento Europeo fijó el 20 de diciembre pasado como la fecha límite para que la institución pudiera aprobar el acuerdo antes del 31 de diciembre. Así, un acuerdo después de esa fecha supone que deba entrar en vigor de forma provisional, al menos sus aspectos más urgentes y fundamentales para evitar una disrupción el 1 de enero. Y, tres semanas después, explicaba la presidenta de los socialistas europeos, Iratxe García, en el pleno de enero, la Eurocámara daría el visto bueno definitivo al acuerdo: “El Parlamento Europeo no quiere y no puede ser el responsable de un 1 de enero en caos”.

Una vez resuelto el acceso de las flotas pesqueras continentales a las aguas británicas a cambio del acceso británico al mercado interior comunitario, se habrían terminado de encajar los otros dos asuntos pendientes: la gobernanza del acuerdo –cómo se resuelven los conflictos– y la igualdad de condiciones –level playing field, en relación con ayudas de Estado, políticas medioambientales, etc–

¿Y qué pasa si hay acuerdo? Una vez anunciado el acuerdo, la Comisión Europea tiene que presentar las propuestas sobre cómo ponerlo en práctica,. Luego, el Consejo Europeo (los 27 Gobiernos), ratifican el texto y la aplicación provisional; después, se firma formalmente y se publica en el Diario Oficial de la UE. Más tarde, como decía la presidenta de los socialistas europeos en la Eurocámara, el Parlamento Europeo lo vota en la tercera semana de enero. Y, por último, el Consejo vuelve a ratificar la votación del Parlamento Europeo.

Londres y Bruselas están ultimando un acuerdo que evite el caos al tiempo que los camiones llevan días agolpados en el Canal de la Mancha por el bloqueo francés ante la nueva cepa del coronavirus.