El mismo día que el número de víctimas mortales por la ofensiva israelí en Gaza superaba el umbral de las 30.000, una nueva masacre disparaba el recuento de muertos y heridos, haciendo tambalear las pocas posibilidades de un acuerdo de alto el fuego entre el Ejército de Israel y el grupo palestino Hamás.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que a principios de la semana afirmó que un alto el fuego podría entrar en vigor el próximo lunes, admitió este jueves que es “poco probable”, después de que más de un centenar de gazatíes perdieran la vida cuando las tropas israelíes abrieron fuego contra una muchedumbre que trataba de conseguir un saco de harina de trigo o comida enlatada. Este mismo jueves, además, EEUU ha dado por buenas las cifras de fallecidos por la ofensiva israelí difundidas por el Gobierno de Gaza. “25.000 mujeres y niños muertos”, ha dicho el secretario de Defensa, Lloyd Austin –después de que el propio Biden pusiera en duda esas mismas cifras hace unos meses–.
Cientos de residentes de la Ciudad de Gaza se congregaron en una carretera principal en el suroeste de la localidad para recibir la ayuda alimentaria introducida por decenas de camiones. Cuando los vehículos se aproximaron, muchos se abalanzaron sobre ellos para hacerse con su ración de comida, desesperados, en medio del hambre generalizada en el norte de la Franja, que ya se está cobrando vidas. Este jueves, otros cuatro niños han muerto en un hospital septentrional por la deshidratación y la desnutrición, elevando el total a diez esta semana.
El Ministerio de Sanidad gazatí ha cifrado en más de 100 los muertos y más de 700 los heridos, mientras que el Gobierno del enclave palestino controlado por Hamás ha dicho que las víctimas son 360, entre muertos y heridos, y que los que han perecido lo hicieron por “heridas de bala que poseen y disparan las fuerzas israelíes” y por el lanzamiento de “proyectiles prohibidos internacionalmente y lanzados de forma intencionada contra los civiles”. Además, el Gobierno gazatí ha responsabilizado en un comunicado a la Administración estadounidense y a la comunidad internacional de esas muertes.
El Ejército israelí ha admitido haber disparado “a modo de advertencia” al aire y a las piernas de los palestinos, que supuestamente se acercaron a un tanque y a algunos uniformados. Imágenes de la cadena de televisión Al Jazeera muestran escenas de caos, en las que se puede ver la artillería israelí disparando y se pueden oír disparos, y a la muchedumbre en la oscuridad de la madrugada.
Según el periódico israelí Haaretz, que cita al Ejército israelí, parte de la multitud empezó a acercarse a una unidad de las fuerzas israelíes que se encontraba en la zona y los soldados hicieron “disparos de advertencia al aire desde una distancia de decenas de metros antes de apuntar finalmente a las piernas de quienes seguían avanzando hacia ellos”. Un comunicado castrense también ha acusado a los residentes palestinos de asaltar y saquear los camiones, unos 30 en total, que entraron por el paso fronterizo de Kerem Shalom, que conecta Israel con Gaza.
El Ejército ha publicado un vídeo grabado con cámaras de visión nocturna en el que se ve a un gran número de personas rodeando los camiones.
Según fuentes palestinas, algunos de los camiones que transportaban la ayuda llevaron posteriormente los heridos a los hospitales de la Ciudad de Gaza y alrededores, donde apenas quedan centros en funcionamiento. El Ministerio de Sanidad gazatí ha asegurado que “los equipos médicos no pueden atender los casos más graves por las posibilidades limitadas”, debido a la falta de personal y de suministros médicos.
La presidencia palestina, con sede en Cisjordania y encabezada por Mahmud Abás, ha lamentado la matanza “llevada a cabo por los tanques y la artillería de la ocupación israelí contra cientos de civiles inocentes que estaban esperando la llegada de camiones de ayuda humanitaria”, en medio del hambre en la Franja y, especialmente, en el norte, donde esa asistencia llega con cuentagotas.
Las negociaciones se complican
Por su parte, Hamás ha condenado la “horrible masacre” de la que ha responsabilizado a las fuerzas israelíes y ha afirmado que “no tiene precedentes en la historia de los crímenes de guerra”; mientras algunos de sus representantes han señalado que lo ocurrido puede afectar a las negociaciones indirectas con Israel, a través de los mediadores (Qatar, Egipto y EEUU), que esta semana parecían haber cogido impulso.
Preguntado por la prensa en los jardines de la Casa Blanca, Biden ha respondido que cree que lo ocurrido complicará las negociaciones para un alto el fuego y la liberación de rehenes. Esta misma semana se dio a conocer una propuesta de tregua negociada en París el pasado viernes y sábado, y entregada a Hamás para que le diera su visto bueno. El borrador del acuerdo incluye una tregua que duraría unos 42 días coincidiendo con el mes sagrado de Ramadán, que está previsto que empiece el 10 de marzo, y en el que serían liberados unos 40 civiles israelíes a cambio de unos 400 prisioneros palestinos.
Todas las esperanzas estaban puestas en que se pudiera alcanzar un entendimiento antes del comienzo del Ramadán, pero lo ocurrido este jueves aleja esa posibilidad y crea más desconfianza entre las partes. El portavoz del Ministerio de Exteriores qatarí, Majed al Ansari, había dicho este martes que “el mes de Ramadán será sin duda un punto de enfrentamiento” y, por ello, los mediadores están “trabajando para que las dos partes cesen las hostilidades” en ese periodo.
Además, lo sucedido pone en evidencia el problema del acceso de la ayuda humanitaria a Gaza, que es precisamente uno de los puntos fundamentales que están sobre la mesa de negociaciones y es una de las cuestiones que más preocupan a la comunidad internacional, incluso a EEUU –el principal aliado de Israel, que cada vez se muestra más impaciente y presiona más al Gobierno de Benjamín Netanyahu para que limite el impacto de su ofensiva sobre los civiles de Gaza–.
Desde Washington, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional ha dicho que el incidente de hoy “destaca la importancia de expandir y sostener el flujo de asistencia humanitaria a Gaza, incluido a través de un potencial alto el fuego temporal”.
Por su parte, el jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, se ha mostrado “consternado” por lo ocurrido. “Incluso ahora que han pasado casi cinco meses de brutales hostilidades, Gaza aún tiene la capacidad de impactarnos”, ha dicho Griffiths en la red social X. “La vida se escapa en Gaza a una velocidad aterradora”.
También desde la Unión Europea, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha lamentado lo ocurrido en Gaza y ha afirmado que “deben hacerse todos los esfuerzos para investigar lo sucedido y asegurar la transparencia”. “La ayuda humanitaria es vital para los necesitados y su acceso debe ser garantizado”, ha agregado en X. También el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha expresado su “repulsa por la matanza de ayer de civiles inocentes en Gaza mientras estaban esperando desesperadamente por ayuda humanitaria”. Asimismo, ha pedido una investigación independiente y que los responsables rindan cuentas.
Situación extrema en el norte de Gaza
Las advertencias se repiten: el norte del enclave palestino, donde se ubica la Ciudad de Gaza, va camino de caer en una hambruna, un riesgo agravado por lo difícil que está resultando, cada vez más, llevar suministros de alimentos, lo que a su vez alimenta la desesperación de la población. Y la ayuda que se logra llevar, en lugar de aumentar, disminuye. Según la UNRWA, la principal agencia humanitaria de la ONU en Gaza, en febrero ha habido una caída de alrededor del 50% en la media diaria de camiones que ingresan al enclave, en comparación con el mes pasado.
Los militares israelíes presentes sobre el terreno en Gaza controlan el movimiento de los camiones de ayuda humanitaria, que necesitan el visto bueno del Ejército para entrar a la Franja y para trasladarse desde el sur (donde están los dos únicos pasos fronterizos por los que entran los camiones) hasta el norte. La ONU ha pedido que se abran otros cruces en el norte pero, de momento, Israel se ha negado a reabrir sus fronteras con Gaza.
Según Israel, un convoy de 31 camiones se trasladó al norte de Gaza el martes por la noche. Las agencias humanitarias de Naciones Unidas, que dicen que no han participado en esta distribución, se han quejado en otras ocasiones de que Israel ha impedido sus repetidos intentos de llevar ayuda a las zonas norte del enclave, restringiendo el movimiento y las comunicaciones. En enero, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) solo pudo mandar a la zona cuatro convoyes de ayuda, que son unos 35 camiones, una cifra que considera insuficiente dada la magnitud de las necesidades. El paso de los camiones es muy difícil tras casi cinco meses de bombardeos: hay escombros por todas partes, carreteras cerradas y combates activos. Las entregas también se han visto obstaculizadas por la negativa de la policía municipal gazatí (integrada por miembros de Hamás) a proporcionar seguridad a los convoyes después de que varios agentes murieran en ataques israelíes, según los responsables humanitarios.
En plena ola de desesperación sin precedentes, las escasas distribuciones de ayuda humanitaria se han visto envueltas en el caos y una gran tensión, con camiones abrumados por gente hambrienta. “La ruptura del orden civil, impulsada por pura desesperación, está impidiendo la entrega segura”, ha dicho el PMA de Naciones Unidas, que informó la semana pasada de que se había visto obligado a suspender las entregas de alimentos en el norte del enclave después de que su primer convoy en tres semanas fuera rodeado por multitudes de personas hambrientas cerca del puesto de control militar israelí en Wadi Gaza y luego “se enfrentara a disparos” en Ciudad de Gaza.
Antes, el 5 de febrero, un convoy de alimentos que esperaba para avanzar hacia el norte de Gaza fue alcanzado por disparos navales israelíes.
El comisionado general de la UNRWA, Philippe Lazzarini, ha alertado de que su agencia no ha podido entregar comida en el norte de Gaza desde finales de enero debido a los problemas de seguridad que afectan a los escasos convoyes de ayuda a los que se permite llegar a la zona desde el sur a través de los puestos de control militares israelíes, y a los crecientes incidentes de caos y robos. Las agencias de la ONU han sido claras a la hora de señalar que solo se puede calmar la tensión permitiendo que aumente el volumen de alimentos y otros suministros humanitarios que llegan al norte del enclave.
En Gaza las personas mueren por las bombas y los ataques israelíes, y ahora por las consecuencias del asedio impuesto a la Franja. La gente ya está perdiendo la vida por causas relacionadas con el hambre. Un informe publicado esta semana por varias agencias de Naciones Unidas concluye que la situación es especialmente extrema en el norte del enclave.
Al menos 576.000 personas, una cuarta parte de la población gazatí, están a un paso de la hambruna, según los datos que proporcionó este martes Ramesh Rajasingham, director de la división de Coordinación de OCHA, ante el Consejo de Seguridad. Uno de cada seis niños menores de dos años sufre desnutrición aguda en el norte. La situación es crítica: hay quienes están alimentando a sus hijos con forraje animal.
En diciembre, un informe elaborado por 15 organismos, entre ellos el PMA, ya advirtió del riesgo de hambruna en el norte de Gaza para mayo. “Los expertos en seguridad alimentaria advierten de un colapso agrícola total en el norte de Gaza para mayo si persisten las condiciones, con campos y activos productivos dañados, destruidos o inaccesibles. Muchos no han tenido más remedio que abandonar las tierras de cultivo productivas debido a las órdenes de evacuación y a los repetidos desplazamientos”, dijo Rajasingham. “Si no se hace nada, tememos que la hambruna generalizada en Gaza sea casi inevitable”.