Aún no se ha borrado la tristeza de su rostro. Probablemente la del domingo ha sido una de las noches más amargas de su vida. Héctor Abad Faciolince, uno de los escritores con más talento de Colombia, autor de El olvido que seremos, hijo del médico y defensor de los derechos humanos Héctor Abad Gómez, asesinado por los paramilitares en Medellín en 1987, se ha empleado a fondo en la campaña por el sí, y ha perdido. Pero no se rinde. A pesar de la amargura de hoy, sueña con una Colombia en paz, pero sabe que el futuro pasa por que Santos y Uribe depongan las armas.
¿Qué le dice a Uribe?
Lo mismo que le dije antes del plebiscito. Si fuera sincero, habría firmado una paz muy parecida a la que firmó Santos, pero como no la estaba firmando él, sino su peor enemigo político, una persona a la que odia más que a las FARC, pues le resultaba inadmisible que el protagonista de la paz fuera Santos y no él.
Uribe ganó, sin duda, es el triunfador. Ayer (por el domingo) salió a hacer unas declaraciones que francamente no entendí, en un lenguaje latinoamericano típico cantinflesco, que es cuando uno no quiere decir nada y dice mucho. Le pido que sea concreto, si dijo que dos puntos de los cinco aprobados en La Habana son los que no le gustan, que proponga concretamente cuáles son las modificaciones al acuerdo de paz que quiere hacer y lo haga con su verdadero enemigo, que es Santos, no las FARC. Que se junten y Santos tenga la grandeza de aceptar a Uribe o a sus enviados en el grupo de negociadores para hacer los ajustes pertinentes.
Si tres puntos le parecen bien, hay tres quintos ganados. Y si políticamente son capaces de unirse, habría una esperanza. Pero no creo que esos dos egos enfrentados puedan políticamente actuar juntos, ese es el problema. Santos ha hecho el esfuerzo durante cinco años y no querrá que Uribe se monte en el carro de la victoria.
¿Y al presidente Santos?
Le digo lo mismo. Que es más importante la paz en Colombia que su nombre o el de Uribe. Pero lo que probablemente Uribe quiere proponer a la guerrilla es algo que la guerrilla quiere, una constituyente. La extrema derecha y la extrema izquierda quieren lo mismo. Para qué le conviene a Uribe una constituyente, para saltarse la prohibición de ser reelegido de la actual Constitución. Para volver a presentarse como salvador de la patria. Y a las FARC les conviene porque serían la contraparte de Uribe en esa nueva Constitución. Ahí sí, el castrochavismo del que Uribe tanto hablaba, enfrentado al uribismo.
No creo que Santos acepte esto. La Corte dijo que si ganaba el 'no', el acuerdo no vale, pero jurídicamente es posible modificarlo y volverlo a someter al pueblo. Pero lo que jurídicamente es posible, políticamente no lo parece porque hay dos señores que tiene que hacer la paz entre ellos antes de hacerla con las FARC, que son Uribe y Santos.
¿Y Timochenko y las FARC?
Timochenko y la guerrilla han tenido una primera reacción positiva, les abona que hayan dicho que quieren seguir con las armas de las palabras y no con las armas de hierro. Es inteligente. Ese es el terreno en el que deberíamos estar. Lo que pasa es que en el acuerdo de paz se definía los centros de concentración. Es a partir de hoy cuando deberían comenzar a concentrarse, cuando empezaría la ley de amnistía, era a partir de hoy cuando se nombraba el tribunal especial para la paz y el tribunal de la verdad. Yo creo que a Uribe el tribunal de la paz no le parece mal, lo que no quiere es el tribunal de la verdad. Y quiere que haya una gran amnistía para los crímenes de la derecha.
¿Todo eso ahora se detiene?
Sí, todo lo acordado ahora se detiene, pero sigue vigente el cese al fuego y eso es algo muy importante.
Colombia está partida en dos, ¿qué mensaje tiene para los que han votado no?no
A veces algunos dicen que el pueblo colombiano es muy ignorante o que está poco preparado para la democracia y que vota lo que es contrario a sus intereses. Esa interpretación no me parece correcta, es lo mismo que acaba de pasar en Gran Bretaña con el Brexit, lo mismo que ha pasado varias veces en Rusia con un tipo impresentable como Putin, lo mismo que acaba de pasar en Alemania con Angela Merkel, que dijo e hizo cosas muy sensatas sobre los refugiados y acaba de ser castigada severamente con el voto.
¿Y lo que puede pasar en Estados Unidos con Donald Trump?
Por supuesto. Lo que antes se llamaba el espíritu de la historia ahora yo le llamo el trending topic mundial, globalizado. Una especie de triunfo del populismo generalizado que se inventó Berlusconi, porque en Italia se suelen inventar esas cosas, y que siguió con Putin, con Chávez y que podría terminar en Trump.
Algo que me preocupa mucho de esto es que las firmas encuestadoras daban un triunfo del sí apabullante, entre el 60% y el 70%. Y yo no creo que se hayan equivocado tanto. Creo que la gente mintió, creo que a muchos les daba vergüenza decir explícitamente que iban a votar por lo incorrecto, por la guerra, por el no a la paz. Pero al final votaron lo que en el fondo querían. Un desorden, esta incertidumbre en la que estamos ahora. Creo que muchos a los que les da vergüenza decir que van a votar por Trump, van a votar por él, creo que las encuestas de Estados Unidos son muy optimistas y que va a pasar lo mismo que aquí.
¿Cómo influyó la campaña?
La campaña del no se montó con puras mentiras demostrables, decían cosas sobre los acuerdos que en los acuerdos no estaban, dijeron muchas mentiras. Plinio Apuleyo Mendoza, en su carta de respuesta a Vargas Llosa, dijo al menos siete mentiras inmensas. Pero no importa, Trump dice mentiras y se le demuestra con vídeos que las dijo y él sigue afirmándolas con la cara dura más pasmosa. Por eso lo que ocurre no es que Colombia sea más atrasada, al contrario, estamos muy globalizados, muy metidos en el mundo.
¿Y a la otra Colombia que anoche lloraba (por la del domingo), a la que usted pertenece, qué le dice?
Es muy difícil dar ánimos cuando uno está tan desanimado. Hay una frase de Stevenson que me gusta mucho: “Nuestra misión en la vida no es triunfar, sino seguir fracasando con entusiasmo y alegría”. Yo les propongo que sigamos fracasando con nuestros sueños para que a lo mejor en algún momento se puedan realizar.