Algo más de medio año después del pistoletazo de salida de las campañas de vacunación contra el coronavirus, más de 3.100 millones de dosis se han inyectado ya en brazos de todo el mundo.
Desde una perspectiva global, el ritmo de la inmunización se ha acelerado hasta dispararse en las últimas semanas: si hicieron falta entre cuatro y cinco meses para administrar los primeros 1.000 millones de dosis (finales de abril), los segundos 1.000 millones necesitaron apenas mes y medio (principios de junio), mientras que los siguientes 1.000 millones se añadieron en menos de un mes (finales de junio), según el análisis de elDiario.es, basado en los datos recopilados por el portal especializado Our World in Data, que documentó la primera vacuna administrada a mediados de diciembre.
En enero, el mundo no superaba los cinco millones de inyecciones al día de media. Ahora, inocula ocho veces más: alrededor de 40 millones diarias. El recuento de más de 3.100 millones de vacunas incluye, no obstante, fórmulas que requieren dos dosis –prácticamente la mayoría–, y también monodosis, por lo que el número de personas vacunadas hasta ahora no se puede extrapolar de este dato con exactitud.
Pese a que, en general, la inmunización mundial progresa ahora más rápido, una vez se coloca la lupa sobre el mapa, los avances siguen siendo muy dispares y la campaña continúa atravesada por una gran desigualdad en la distribución entre países ricos y empobrecidos, tachada de “escandalosa” por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha dicho que el número de dosis administradas en todo el mundo hasta ahora sería suficiente para proteger a todos los trabajadores sanitarios y a las personas mayores, “si se hubiesen repartido equitativamente”.
Las estadísticas siguen sin mostrar grandes cambios meses después: a más de medio año de las primeras vacunaciones, los países de altos ingresos, en los que vive solo el 16% de la población del planeta, han administrado el 31% de las dosis mundiales. Los de bajos ingresos han puesto solo el 0,3%.
Quienes están acelerando ahora en términos de población son principalmente Europa y Asia, que están vacunando a un 0,6% y un 0,7% de sus habitantes cada día, respectivamente. También, una parte muy importante en números totales corresponde la vacunación del continente asiático, con mayor población: de los 40 millones de dosis administradas a diario de media, unos 30 están en Asia.
En este sentido, hay que tener en cuenta que solo China e India suman casi 3.000 millones de personas. Según Our World in Data, que se basa en las cifras oficiales, China ha inyectado hasta ahora más de 1.260 millones de vacunas (aproximadamente el 40% del total mundial) e India alrededor de 335 millones. Pero si se observa el progreso por población, sus tasas de vacunación no están entre las más avanzadas del globo, con 88 y 24 dosis por cada 100 habitantes, respectivamente.
A nivel mundial, el país que se encuentra a la cabeza con el mayor número de dosis inoculadas por cada 100 personas es Emiratos Árabes Unidos (EAU), con 155. EAU comenzó usando Sinopharm, desarrollada en China, y luego agregó las inyecciones de Pfizer-BioNTech, AstraZeneca y Sputnik V. Le siguen las islas pequeñas de Malta y Baréin, con 152 y 125 dosis por cada 100 ciudadanos. Malta es el país más avanzado en vacunación en la Unión Europea, pero también es el de menor tamaño.
A continuación está Israel, que durante estos meses ha protagonizado una de las campañas más rápidas del mundo: ya ha puesto 125 dosis por cada 100 habitantes. Pero, a pesar de que tuvo un gran comienzo en términos de población, el ritmo de la vacunación se ha ido ralentizando desde abril, tras inocular a la mayoría de las personas elegibles en ese momento. La cantidad diaria de inyecciones está aumentando desde que las autoridades están intentando acelerar la inmunización de los menores de entre 12 y 15 años, según la prensa local.
Tras Israel están Islandia, la pequeña isla caribeña de Aruba y Chile, la nación más avanzada de América Latina con 119 dosis por cada 100 personas. Chile ha administrado mayoritariamente la fórmula del laboratorio chino Sinovac, seguida de la de Pfizer-BioNTech. Le siguen Mongolia, Uruguay y Reino Unido, que ya ha inyectado 115 vacunas por cada 100 ciudadanos y continúa manteniendo un ritmo alto, mientras intenta impulsar la inmunización entre los jóvenes ante el incremento de los contagios y la rápida expansión de la variante Delta del virus, ya predominante en el país.
Estados Unidos, por su parte, ha administrado 99 dosis por cada 100 personas, pero, al igual que en Israel, el ritmo también se ha ido ralentizando tras protagonizar uno de los inicios más rápidos del mundo. Joe Biden esperaba tener el 70% de los adultos al menos parcialmente vacunados para el 4 de julio, pero la Casa Blanca admitió el mes pasado que no alcanzaría esa meta, en gran parte por los bajos niveles entre los adultos más jóvenes. Algunos análisis han sugerido también que, en áreas más rurales y más republicanas, la oferta supera con creces la demanda de vacunas.
Por el contrario, tras estar rezagado con respecto a otros países ricos en los primeros meses, Canadá ha conseguido aumentar su tasa de vacunación hasta alcanzar niveles similares a los de EEUU. Algunos de los países más poblados de la UE también están acortando distancias con el gigante norteamericano, como Alemania, Italia o Francia, también España, que ya han administrado más de 83 dosis por cada 100 habitantes.
La inmunización, sin embargo, avanza a una velocidad mucho menor de la esperada en Rusia, que solo ha puesto 28 dosis por cada 100 personas. A pesar de contar con vacunas desarrolladas en el país, se considera que la aceptación entre los ciudadanos ha sido lenta.
Japón, Corea del Sur y Australia son las principales naciones ricas atrasadas en la inmunización, con menos de 40 dosis por cada 100 habitantes. Son países que han tenido niveles de contagio relativamente bajos a lo largo de la pandemia y comenzaron a vacunar más tarde que otras potencias como EEUU y la UE. La campaña australiana recibe críticas por quienes creen que está tardando demasiado. En Japón, el ritmo parece acelerarse, pero el país asiático se ha visto obstaculizado por la escasez de personal médico y los retrasos en la importación de vacunas. Corea del Sur también ha sufrido demoras en las entregas.
En general, durante estos meses, la velocidad de la vacunación mundial ha estado condicionada en gran medida por la disponibilidad de dosis. Pero, según las circunstancias de cada país, también se han atribuido otros factores como el tamaño geográfico y de la población, las aprobaciones reglamentarias, la disposición de la población a inmunizarse y cuestiones logísticas, así como las pausas en los usos de determinadas vacunas y las estrategias nacionales, con países como Canadá y Reino Unido retrasando las segundas dosis.
Los últimos de la fila
Se considera que el acaparamiento de la mayoría de las vacunas por parte de los países ricos, que se aseguraron grandes volúmenes con contratos directos con las farmacéuticas incluso antes de que estuvieran aprobadas, ha sido el mayor golpe para el acceso de los de menores recursos, que se quedaron atrás.
Con la excepción de Taiwán, la cola de la vacunación mundial la forman principalmente países de renta baja y renta media baja. La brecha se hace visible al agrupar las dosis administradas por regiones del mundo. África continúa a la zaga, con 4 dosis administradas por cada 100 habitantes. Esta tasa en Europa es de 68, mientras en Norteamérica es de 99.
Las autoridades sanitarias han advertido de que, mientras escasean las vacunas, el continente africano lucha en estos momentos con su tercera ola de COVID, que los CDC de África han calificado como “extremadamente brutal”. No obstante, el ritmo de la inmunización entre los países africanos no ha sido uniforme, con países como Marruecos muy a la cabeza, con 52 dosis por cada 100 personas.
Aunque se está acercando a Asia, la vacunación en América Latina y el Caribe está aún muy lejos de los niveles alcanzados en las partes más ricas del mundo, con 40 dosis por cada 100 ciudadanos. Mientras, se mantiene como la segunda región del planeta con mayor volumen de casos diarios de COVID –y en el hemisferio sur acaba de comenzar el invierno–. En América Latina hay territorios que han sido muy vulnerables al virus, como Perú, que, tras una revisión de sus cifras se convirtió en el país con mayor número de fallecimientos con COVID en todo el mundo por cada millón de habitantes. Su tasa de vacunación en estos momentos es de 23 dosis por cada 100 personas.
Según los últimos pronósticos del Economist Intelligence Unit de mayo, para los países de renta media, el calendario de vacunación se extenderá hasta mediados y finales de 2022. En muchas naciones pobres, la cobertura generalizada no se logrará antes de 2023, si es que se logra.
Muchos de estos países confiaron para sus campañas en el mecanismo COVAX, creado para intentar asegurar un reparto equitativo. Pero su suministro se ha visto interrumpido y se espera que siga siendo muy escaso durante julio y agosto, principalmente tras los retrasos de su principal proveedor a raíz de la última ola devastadora de coronavirus en India. Sin embargo, las limitaciones a la exportación en la potencia asiática solo han profundizado aún más los problemas a los que se enfrenta COVAX. La iniciativa no comenzó sus primeros envíos hasta finales de febrero, ha asegurado volúmenes bajos y el acaparamiento de los países ricos acabó perjudicando su capacidad de compra. Varios países han expresado su frustración con COVAX, mientras cada vez más voces cuestionan que el mecanismo está fallando en su objetivo, aunque también hay quienes opinan que estaba condenado al fracaso desde el principio.
Una pandemia de dos vías
La OMS ha alertado de que la pandemia sigue dos vías: mientras muchos países todavía se enfrentan a una situación “extremadamente peligrosa”, algunos de los que tienen las tasas de vacunación más altas están empezando a poner fin a las restricciones.
“En los países con mayor acceso a las vacunas, estamos viendo un descenso de la mortalidad entre los grupos de mayor edad. En estos países, las medidas sociales y de salud pública que han contribuido a proteger a la población se están relajando”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, jefe de la OMS, el pasado junio. “Sin embargo, muchos países no tienen esa opción porque no tienen suficientes vacunas”.
“En los países con mayor acceso a las vacunas, estamos viendo un descenso de la mortalidad entre los grupos de mayor edad. En estos países, las medidas sociales y de salud pública que han contribuido a proteger a la población se están relajando”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, jefe de la OMS, el pasado junio. “Sin embargo, muchos países no tienen esa opción porque no tienen suficientes vacunas”.
La agencia ha advertido de que la distribución desigual de las vacunas “ha permitido que el virus siga propagándose, lo que aumenta las posibilidades de que surja una variante que haga que las vacunas sean menos eficaces”. “La desigualdad en la vacunación es una amenaza para todas las naciones, no solo para las que tienen menos vacunas”, ha insistido el director general, que ha pedido a los países que aceleren las donaciones de vacunas y ha fijado como objetivo que, para finales de septiembre, al menos al 10% de las personas en todos los países estén vacunadas.
“En aquellos países con baja cobertura de vacunación, las terribles escenas de hospitales desbordados vuelven a ser la norma. Pero ningún país está fuera de peligro todavía. La variante delta es peligrosa y continúa evolucionando y mutando”, ha dicho Tedros Adhanom Ghebreyesus este viernes.
La OMS ha planteado que, para esta época del próximo año, el 70% de todas las personas en todos los países estén vacunadas, y calcula que para ello hacen falta 11.000 millones de dosis, por lo que ha pedido que se aumente la producción, incluso mediante el uso de transferencia de tecnología –también a su mecanismo C-TAP– y exenciones de propiedad intelectual, como se está debatiendo en la Organización Mundial del Comercio, con la oposición de miembros ricos como la UE y Reino Unido.