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Varoufakis: de símbolo contra la troika a la imposibilidad de liderar un gran movimiento paneuropeo

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

Yannis Varoufakis dejó el Gobierno de Alexis Tsipras al día siguiente de la rotunda victoria del referéndum contra la troika. Era 6 de julio de 2015, cuando antes de las ocho de la mañana publicó un post en su blog titulado ¡No más ministro!, en el que decía que daba un paso al lado para “facilitar” un acuerdo de Atenas con Bruselas.

Lo cierto es que no fue sólo un paso al lado: Varoufakis se apartó de Syriza y fundó su propio movimiento, Diem25, con la ambición de sumar voluntades en torno a un programa paneuropeo de profundización democrática y contra la austeridad “realista”.

Varoufakis lanzó el movimiento DiEM25 en Berlín en febrero de 2016. Allí estuvieron el eurodiputado de Podemos Miguel Urbán; el alcalde A Coruña, Xulio Ferreiro; el teniente de alcalde de Barcelona, Gerardo Pisarello; o la propia Ada Colau por videoconferencia.

Pero dos años después, cuando en marzo de 2018 se presentaba en Nápoles, con el alcalde de la ciudad, Luigi de Magistris, los apoyos españoles ya habían desaparecido, entre otros muchos.

El exministro griego aspiraba a que los eurodiputados que dejaba vacantes la salida de Reino Unido de la UE pudieran no repartirse entre los Estados, y quedaran vacantes para listas trasnacionales. Pero no ha sido así: 27 de los 73 eurodiputados británicos se reparten entre los diferentes Estados, que crecen en representación. Y el resto, se amortizan, pasando la Cámara de 751 a 705.

Y, de paso, acaban con el sueño de Varoufakis, bajo cuyo paraguas no quieren meterse los principales partidos.

El exministro, no obstante, ha intentado crear candidaturas en diferentes países de la Unión, pero apenas está logrando tejer alianzas con formaciones hegemónicas en cada territorio: el movimiento de Benoit Hamon, Génération-s; el partido polaco Razem; MeRA25 en Grecia; Alternativet en Dinamarca; Livre en Portugal; y el movimiento de Gaspar Llamazares y Baltasar Garzón, Actúa, en España.

Así, Varoufakis ha anunciado que va a concurrir por Alemania, el país que de largo más eurodiputados elige –96–, y no por su Grecia natal. Y lo que está por ver es si al final concurre en solitario con su partido alemán, Demokratie in Europa, o termina confluyendo en una candidatura con Die Linke.

Uno de sus principales aliados iniciales, el alcalde de Nápoles se ha lanzado este sábado como aglutinador de un “frente popular democrático” para las europeas, no como embajador de Varoufakis en Italia, sino como líder del movimiento eminentemente italiano –Democracia y Autonomía– con el apoyo de otros alcaldes –incluido el de Parma, del M5S– y partidos como Sinistra Italiana o Rifondazione Comunista.

El movimiento, además, tiene una clara clave doméstica como herramienta frente al populismo de extrema derecha de Matteo Salvini y la Liga Norte. Puede que se acabe sumando Varoufakis, pero no será Diem25 el que tire del carro.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha saludado este sábado la iniciativa de De Magistris con un vídeo que ha sido proyectado en la asamblea fundacional #Oltreledisuguaglianze.

En España, el interlocutor oficial de Diem25 es Actúa, la plataforma de Gaspar Llamazares y Baltasar Garzón, que concurrirá a las europeas con el paraguas de Varoufakis, Primavera Europa, según fuentes del partido de Llamazares, informa Aitor Riveiro. Llamazares, al tiempo, es portavoz de IU en el Parlamento asturiano y se arriesga a una situación complicada si definitivamente compite con IU, que se presentará con Podemos y las confluencias con la candidatura Unidos Podemos Cambiar Europa.

En Francia, la alianza es con Génération-s, el movimiento del excandidato socialista a la presidencia de la república Benoit Hamon, quien ha estado negociando una alianza electoral para las europeas con el PCF, de momento sin éxito. El PCF concurrió en 2014 con el Parti de Gauche de Jean-Luc Melenchon, pero este último apuesta por ir en solitario en 2019 con su nuevo movimiento, la Francia Insumisa, aliada de Podemos en el Manifiesto de Lisboa Ahora el Pueblo.

Un nuevo grupo parlamentario en el horizonte

Los verdes, tras sus buenos resultados en Alemania, están en un momento dulce y van a mantener un grupo similar al actual, algo de lo que se dudaba hacía unos meses por las perspectivas electorales y por la pluralidad de familias en el grupo parlamentario: hay verdes más de izquierdas que otros y, además, comparten escaños con ALE, la Alianza Libre Europea, que agrupa a partidos como ERC y el BNG.

“El PIE tiene como política la idea de hacer un grupo lo más abierto posible”, explica Ramón Luque, dirigente de EUiA y del Partido de la Izquierda Europea.

Los spitzekandidaten, los candidatos a presidir la Comisión Europea, son elegidos por los partidos internacionales. El Partido Verde cuenta con dos –Ska Keller yBas Eickhout –; el Partido Socialista Europeo ha elegido a Frans Timmermans y el PPE a Manfred Webber, tras un proceso de primarias con el finlandés Alex Stubb. Y el PIE, de momento, no ha terminado de decidirse a nombrar a alguno. En 2014, eligieron a Alexis Tsipras.

En el PIE, cuyo grupo parlamentario es el GUE, entienden que la campaña se decide en clave nacional y que opera poco el referente internacional, si bien se perderían estar presentes en el debate que se celebrará en Bruselas entre los candidatos. Varoufakis ha mostrado su intención de ser spitzenkandidat, pero carece de partido internacional que lo apoye en esa empresa.

En el PIE hay partidos del GUE como Izquierda Unida y el Bloco portugués, pero no hay otros que sí están también en el GUE, como Podemos o la Francia Insumisa, que están promoviendo su propia alianza internacional en torno al Manifiesto Ahora el Pueblo.

Aunque el manifiesto de Lisboa pueda ser el embrión de un partido internacional, aún no se han dado esos pasos. Los partidos políticos europeos son los que forman los grupos parlamentarios del Parlamento Europeo, y para formar un grupo hacen falta al menos 25 eurodiputados de 7 países diferentes. Es decir, si se quiere crear un partido internacional con ambición de crear un grupo parlamentario, hacen falta al menos 25 eurodiputados de 7 países.

Pero, según diferentes fuentes, la idea en el GUE, el PIE y el Manifiesto de Lisboa es precisamente trascender el propio GUE para abrirlo hacia grupos verdes de izquierdas y socialdemócratas, en la idea del Progressive Caucus del Parlamento Europeo, en el que se juntan diputados del GUE, Verdes y del S&D, y ante la amenaza de una extrema derecha pujante. En la línea en lo que se hizo años atrás para incluir a la Izquierda Verde Nórdica.

Uno de los problemas en el grupo parlamentario es la incompatibilidad de Melenchon con Syriza, que es uno de los partidos representativos del GUE –y miembro del PIE, no como los insumisos–, que no se resolverá hasta que se tengan los resultados electorales y se vean cuántos diputados tiene cada grupo.

Todos ellos se han visto recientemente en el Foro de Bilbao, continuación del Foro de Marsella, organizado por el PIE, pero en el que han participado verdes, laboristas, movimientos, socialistas como Benoit Hamon, participantes de Diem25 y los referenciados en el Manifiesto de Lisboa.

En todo este panorama, Pablo Bustinduy, quien encabezará la candidatura de Podemos, IU y las confluencias –aún está por decidir si el eurodiputado catalán Ernest Urtasun que representará a los comunes repetirá en el grupo verde–, puede desempeñar un papel protagonista y la delegación española es la más numerosa –o cuenta con más votos– y puede hacerse con la presidencia del GUE, pieza clave para tomar decisiones sobre el devenir del grupo parlamentario –qué hacer con Syriza, cómo trascender el GUE y evitar los riesgos de ruptura, cómo hacer para que el grupo parlamentario sea reflejo de candidaturas plurales de confluencia como Unidos Podemos Cambiar Europea–.

Hasta ahora, los alemanes han dominado los grupos parlamentarios y, por ende, el funcionamiento de la Eurocámara –en la cámara saliente, los presidentes de populares, socialdemócratas, verdes y GUE son alemanes–. Al final, será los números los que inclinen la balanza.

Y los números, de momento, parecen indicar que Varoufakis llegará a las elecciones de 2019 con menos músculo del que podía aventurarse hace dos años, y con la imposibilidad de liderar un gran movimiento paneuropeo.