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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El verano en el que Arabia Saudí cuestionó el equilibrio de poder del fútbol mundial: “Ya no es el mismo juego”

Ya no es suficiente haber acogido la Supercopa de España en Riad durante tres años a razón de 40 millones de euros por edición –y en la que la noticia fue que las mujeres podrían entrar al estadio y mezclarse con los hombres–. Tampoco es suficiente la compra de clubs enteros en ligas de primer nivel como el Newcastle. Arabia Saudí quiere competir con los mayores y convertir su liga en referente mundial. En Europa, mientras tanto, muchos sienten la amenaza (como ya la sintieron en EEUU con el circuito profesional de golf).

Esta semana, para alivio de muchos, Arabia Saudí ha cerrado el mercado de fichajes. Intentando restar importancia a la gran cantidad de jugadores que han abandonado las ligas europeas, el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, ha dicho que estos movimientos “no son un peligro”. “Vimos un enfoque similar en China, que compraba jugadores al final de sus carreras ofreciéndoles mucho dinero. No es la forma correcta de hacerlo”, afirmaba recientemente en una entrevista con L’Equipe. Muchos de ellos, sin embargo, están lejos de los 38 años de Cristiano Ronaldo, primera gran estrella mundial en fichar por un club saudí en diciembre del año pasado.

A la llegada de Ronaldo se han sumado este verano otras superestrellas como Karim Benzema y Neymar. Otras se le han escapado, entre ellos Leo Messi que, según han publicado varios medios, rechazó 400 millones de dólares por temporada en lo que hubiese sido el contrato más lucrativo de la historia del fútbol; y Kylian Mbappé –el equipo Al Hilal ofreció 300 millones por el fichaje–. Messi se ha ido a jugar a EEUU, pero firmó un contrato por más de 22 millones de euros en tres años como embajador turístico de Arabia Saudí.

También han llegado al país otros jugadores de primer nivel como N’Golo Kanté (Chelsea, 30 años), Aymeric Laporte (Manchester City, 29 años), Franck Kessié (Barça, 27 años), Kalidou Koulibaly (Chelsea, 32 años); y Gabri Veiga (Celta de Vigo, 21 años).

En total, la liga de Arabia Saudí ha desembolsado este mercado estival 938 millones de euros, según el portal especializado Transfermarkt. Solo la todopoderosa Premier League, la principal competición liguera por ingresos, ha superado a los saudíes durante este verano. Es más del doble de lo que han gastado en la compra de jugadores los 20 clubes españoles de primera división. A ello se suma cómo han hecho desembolsos importantes en entrenadores. El caso más sonado ha sido el de Roberto Mancini. El entrenador dejó de ser seleccionador italiano —país que es el actual campeón de Europa— para fichar por Arabia Saudí.

“El hecho de que estén construyendo un balance de poder con el fútbol europeo, igual que con el golf y el PGA, demuestra que los saudíes no se detendrán ante nada para lograr sus objetivos”, dice a elDiario.es Jean-Baptiste Guégan, especialista en geopolítica del deporte y autor de varios libros sobre el tema. Después de crear un circuito profesional de golf paralelo que rivalizó con el estadounidense, ambas organizaciones han llegado este verano a un acuerdo de asociación. Los altos directivos de la liga estadounidense PGA han tenido que incluso dar explicaciones ante el Congreso de EEUU por esa asociación y han defendido que era una cuestión de “supervivencia”.

Mientras que para algunos equipos Arabia Saudí parece ser una oportunidad para vender jugadores que no quieren o recuperar mucho dinero liberándose de altos salarios, para otros se convierte en una amenaza y fuente adicional de competencia, asegura Guégan: “En cualquier caso, refleja la fragilidad del fútbol europeo de cara a competencia externa, sus dificultades para organizarse y tener una respuesta común. Incluso la Premier League, líder en Europa, está preocupada al ver su plantilla debilitada por el cierre tardío del mercado saudí”.

Además de los fichajes, otra reforma estival crucial ha transformado la liga saudí: la privatización de los clubs y su conversión en empresas (tradicionalmente estaban controlados por el Ministerio de Deportes). Cuatro de ellos –el Al Nassr de Cristiano Ronaldo, el Al Hilal de Neymar, el Al Ittihad de Benzema y el Al Ahli de Gabri Veiga– han sido adquiridos por el Fondo de Inversión Pública, un fondo público liderado directamente por el príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, para transformar económicamente el país. Estos cuatro equipos son los que han hecho los principales fichajes. 

Incluso la operación empresarial que ha copado las informaciones de la última semana, la entrada saudí en Telefónica, tiene un vínculo indirecto con el fútbol. La teleco española tiene los derechos de más de la mitad de los partidos de LaLiga en España, así como las competiciones europeas tras haber hecho desembolsos millonarios durante los últimos años.

“Consecuencias subestimadas”

“El objetivo es político, pero también deportivo. Es un verdadero punto de inflexión en términos de recursos movilizados (varios miles de millones de euros), la ambición desplegada y su alineación con el proyecto de modernización y apertura del programa Vision 2030”, opina Guégan. “Es una estrategia a medio-largo plazo con consecuencias subestimadas para las ligas de fútbol europeas más allá de la Bundesliga alemana y la Premier League inglesa, que están mucho más preparadas y son conscientes de sus fragilidades”, agrega.

Pep Guardiola, entrenador del Manchester City, actual campeón de la Premier League, también se ha pronunciado ante los movimientos de Bin Salmán: “Arabia Saudí ha cambiado completamente el mercado. Cuando Cristiano fue el primero, nadie pensaba que tantos jugadores de primer nivel jugarían en la liga saudí. No es una amenaza, es una realidad. Quieren crear una liga fuerte y pueden hacerlo”. 

Jurgen Klopp, entrenador del Liverpool, a su vez ha mostrado su preocupación: “La UEFA debería prestar atención [a lo que está pasando] porque tenemos que proteger el juego. No sé a dónde llevará, pero parece más bien una amenaza o preocupación y no veo cómo podemos negarlo en estos momentos. Tenemos que asegurarnos que las ligas europeas permanezcan tan fuertes como siempre y tenemos que cambiar y adaptar leyes”.

Entre los jugadores, han sido pocos los que han alzado la voz frente a este fenómeno. Uno de ellos ha sido el madridista y exjugador de la selección alemana Toni Kroos. “Todo gira en torno al dinero, es una decisión contra el fútbol”, apuntó hace unos días en Sports Illustrated. “Empieza a ser difícil para el fútbol que todos conocemos y amamos”, dijo. Contrasta con las declaraciones que realizó el exjugador del Liverpool Jordan Henderson, otro de los fichajes de la liga saudí. “Veo positivo jugar en Arabia”, sostuvo en una entrevista el jugador, que en el pasado se ha implicado en campañas contra la discriminación al colectivo LGTBI con gestos como jugar con cordones arcoiris. Ahora asegura que “lo que no haría es faltarle el respeto a la religión y la cultura de Arabia Saudí”.

“Al involucrar tanto al Fondo de Inversión Pública como a Aramco, Mohamed bin Salmán toma el control del campeonato desde la distancia. En apariencia es liberal y se guía por decisiones económicas, pero realmente es una forma de dirigir y encauzar la estrategia del campeonato de forma controlada, proactiva y directa sin dar la impresión de un campeonato nacionalizado”, sostiene el experto francés, que añade que esto ya “no es el mismo juego”.

“Aumentan los riesgos de ser desafiados por dinero estatal. Ya no es una economía de mercado y el balance de poder está distorsionado. Llevará un tiempo asentar la situación y que se haga un intento de regulación. Estamos siendo testigos de una remundialización del fútbol y un cambio en el centro de gravedad del fútbol mundial en beneficio del Golfo Pérsico, pero no solo eso, la MLS de EEUU también es un punto de inflexión”, indica.

Uno de los principales problemas que destaca Guégan es “la fascinación confundida de los medios por las acciones de Arabia Saudí”. “El culebrón saudí les conviene por sus excesos y recurrencia. Consigue que la gente hable y reaccione, por lo que crea atención y una audiencia creciente. Sin embargo, eso no facilita un enfoque razonable y crítico”, explica.

Cohesión nacional y derechos humanos

Mientras Bin Salmán dirigía la transformación del fútbol saudí, la corte criminal especial condenó a muerte a un hombre de 54 años por su actividad en Twitter y Youtube, según Human Rights Watch. En lo que va de año, el Gobierno a ejecutado a 100 personas. En 2022 las autoridades mataron a 196, el triple que el año anterior y siete veces más que en 2020. Entre los ejecutados este año están tres personas que se resistieron a un desplazamiento forzado para dejar paso a la construcción de la ciudad futurista de NEOM, un proyecto personal de Bin Salmán.

El país también ha sido acusado recientemente de matar a cientos de migrantes que intentaban cruzar la frontera desde Yemen disparándoles y utilizando explosivos. En términos de igualdad, en 2022 Arabia Saudí aprobó una ley que no estaba codificada anteriormente y que permite la ya existente discriminación de las mujeres mediante la tutela masculina.

En este sentido, Guégan opina que los jugadores que se van a Arabia Saudí “deben tener ciertos escrúpulos sobre la naturaleza autoritaria del régimen, su responsabilidad como uno de los Estados más contaminantes del mundo y uno de los menos respetuosos con los derechos humanos, los derechos de las mujeres y los derechos de las minorías”. “Dicho esto, es fácil pedir siempre y únicamente a los deportistas que asuman causas en las que empresas occidentales o nuestros gobiernos no muestran el mismo nivel de concienciación y responsabilidad”, añade.

“Durante décadas, los dirigentes del país trataron de evitar la atención extranjera. Prefirieron mantener discretamente la alianza política con Estados Unidos, obtener dinero del petróleo y dirigir un Estado religioso políticamente replegado sobre sí mismo que no hizo mucho por construir su imagen internacional, aparte de la gran influencia que ejercía en el mundo islámico”, dice a elDiario.es Justin Scheck, autor de 'Sangre y petróleo: la implacable lucha de Mohamed bin Salmán por el poder mundial' (Península). 

“Ahora, Bin Salmán está tratando de convertir a Arabia Saudí en una fuerza de la cultura popular, pero la estructura básica de una monarquía absoluta en la que los derechos de las personas los otorga o retira un solo hombre, en lugar de una Constitución o institución gubernamental, se mantiene”, explica Scheck.

Guégan también destaca el papel interno de esta estrategia. “El objetivo es utilizar el fútbol como herramientas en términos de influencia, imagen y marca de nación, así como de orgullo y cohesión nacional, lo que llamamos nation-building”, dice. “El deporte es un sector de inversión estratégico porque nos permite cambiar la forma en que Arabia Saudí es retratada en la opinión pública y controlar su narrativa. Esto puede hacer que la gente olvide las críticas a los derechos humanos, la guerra en Yemen, el asesinato de Jamal Khashoggi o el destino de los migrantes en las fronteras saudíes”, asegura.

Scheck opina que detrás de la lucha por el control del fútbol hay una lucha geopolítica regional: “Hay cierta competición con Qatar y Emiratos Árabes Unidos en inversiones en fútbol, pero Arabia Saudí es el único de los tres lo suficientemente grande para tener una liga doméstica que puede traer a jugadores de primer nivel y ofrecer competición a esa escala”.