Elecciones presidenciales en Argentina

El viaje de lujo en Marbella de un peronista vinculado a los Kirchner pone en jaque la candidatura de Massa en Argentina

Sebastián Lacunza

Buenos Aires —
3 de octubre de 2023 18:00 h

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La filtración de un viaje de lujo por el Mediterráneo de un alto funcionario del peronismo de la provincia de Buenos Aires, con múltiples implicaciones políticas, ha puesto en jaque la candidatura presidencial del ministro de Economía, Sergio Massa, en medio de una disputa electoral a todo o nada con el ultraderechista Javier Milei y la conservadora Patricia Bullrich.

El sábado al mediodía, Sofía Clerici, una modelo, influencer y empresaria, publicó en su cuenta de Instagram –con más de dos millones de seguidores– una imagen del jefe de gabinete de la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, de espaldas, sirviéndose un champagne en un yate frente a la Costa del Sol, en España.

Las publicaciones previas de Clerici promovían su propia marca de lencería e incluyen imágenes de relojes Rolex y carteras Louis Vuitton con mensajes de agradecimiento a su “new bb”, a quien no nombraba. Según el registro de Instagram, el viaje habría sido en la segunda y tercera semana de septiembre frente a las costas de Marbella, a bordo de una embarcación de gran porte bautizada Bandido 90, aunque la fecha de la expedición no está clara.

La gota que colma el vaso

La identidad de Insaurralde quedó revelada porque Clerici le mencionó en Instagram. La relación entre ambos sería reciente, dado que el dirigente peronista se acaba de divorciar de otra modelo y presentadora de televisión con un acuerdo multimillonario, según la prensa local, que ha cuestionado el origen de su patrimonio.

La imagen irrumpió como una bomba un día antes del crucial primer debate entre los cinco postulantes presidenciales de cara a la primera vuelta del 22 de octubre, que se llevó a cabo el domingo en la capital de la provincia de Santiago del Estero (norte). La viralización automática de las imágenes ha dominado el debate en días de alta politización.

Tras años de debate extenuante dentro de la alianza de centroizquierda gobernante por la enemistad entre el presidente, Alberto Fernández, y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y un presente con la mayor inflación en tres décadas, la candidatura del resiliente ministro de Economía Massa parecía no tener espacio para un cisne negro.

En una disputa cerrada que tiene al ultraderechista Javier Milei como favorito con cerca del 35% de intención de voto, a Massa en torno al 31% y a la derechista Patricia Bullrich con un 27%, según el promedio de diversos encuestadores, los estrategas de campaña asumen que el margen para errores es ínfimo.

El sistema político argentino se ha vuelto tan sensible ante la ira latente de la opinión pública, que una muestra de ostentación de un dirigente peronista en el Mediterráneo determina ipso facto el fin de su carrera política.

Cierto es que no todos los políticos argentinos pagan el mismo precio por sus andanzas. En general, hay una asimilación de que ciertos miembros de la coalición conservadora Juntos por el Cambio (de Bullrich), en especial aquellos provenientes del campo empresarial y de la consultoría, tienen derecho a viajar por el mundo. El ejemplo más notorio de esa vertiente es el expresidente Mauricio Macri, quien prácticamente no pasa más de dos semanas seguidas en su mansión del norte de la capital argentina porque gira por el planeta entre torneos de bridge, actos de la Fundación FIFA, conferencias de la derecha global, visitas a jeques árabes y paseos familiares por capitales del Viejo Continente y Miami.

Para un peronista o un referente de izquierda, darse una vida de lujo mientras habla de justicia social se ha vuelto cancelatorio. Si además surgen indicios de posible corrupción, no tiene salida.

Dimisión

La empresaria Clerici borró la publicación con la mención a Insaurralde un par de horas después de hacerla público. En la noche del sábado, el jefe de gabinete de la provincia de Buenos Aires renunció al cargo con un escueto mensaje. “No quiero que se me utilice para afectar al espacio político en el proceso electoral”, hizo saber en un comunicado. El lunes por la mañana, hizo lo propio con la candidatura a concejal de su municipio, Lomas de Zamora.

El peronismo necesitaba activar decisiones inmediatas, antes del debate, como forma de controlar daños, algo que cuatro días después de conocida la aventura de Insaurralde no está claro que haya logrado.

Clerici ensayó alguna explicación, que muchos han calificado de inverosímil, sobre el préstamo por parte de un cuñado del gigantesco yate, cuyo precio de alquiler diario es superior a los 10.000 euros.

Barón del Gran Buenos Aires

En sí mismo, el caído en desgracia es una figura de segundo orden del peronismo que en los últimos años cobró vuelo como referente de los intendentes (alcaldes) de los municipios del Gran Buenos Aires.  

El que parece ser el nuevo novio de Sofía Clerici fue alcalde varios mandatos y seguía siendo hombre fuerte de Lomas de Zamora, el segundo municipio más poblado de los 25 que rodean la ciudad de Buenos Aires.

Unos 10 millones de habitantes viven en los alrededores de la capital federal argentina (23% de la población, excluida la ciudad de Buenos Aires en sí misma, donde viven otros tres millones), medialuna geográfica que termina en sus puntas en el Río de la Plata. El Gran Buenos Aires alberga grandes barrios de trabajadores, las mayores villas de emergencia (chabolas) del país, zonas de clase media, residenciales de lujo y semirrurales.

El 80% de esos municipios son gobernados por el peronismo, con alcaldes de corte popular, algunos con genuina relación con la población y el territorio, y otros más alejados del electorado. Por sí sola, Lomas de Zamora tiene el peso electoral de una provincia mediana argentina del Norte o de la Patagonia.

El dedo de Cristina

Cristina le puso el ojo a Insaurralde hace diez años en una elección parlamentaria, justamente cuando su exjefe de gabinete Massa se separó del peronismo oficial. La entonces presidenta eligió al alcalde de Lomas de Zamora como cabeza de lista por su perfil parecido al del rebelde que abandonaba al kirchnerismo (alcalde a su vez de otro municipio del conurbano), con poca densidad ideológica y propenso a hablar de “gestión municipal”. Con el tiempo, Massa, hoy reconciliado con Cristina, demostró un talento político del que Insaurralde carece.

Tras aquella competencia electoral, Massa y el hoy novio de Clerici consolidaron un vínculo personal. Su sintonía de carácter y la edad los unieron.

En cuanto a los Kirchner, aquella predilección de Cristina se tradujo más recientemente en una alianza de hierro con Máximo Kirchner, hijo de la vicepresidenta. Jefe de la organización ultrakirchnerista La Cámpora, Máximo, uno de los líderes políticos de primera línea más impopulares de Argentina, pero con más influencia, se afincó en el Gran Buenos Aires y selló su alianza con los intendentes peronistas a través de Insaurralde.

La tercera ramificación clave del exalcalde de Lomas de Zamora es en el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el peronista de izquierda Axel Kicillof. Ambos dirigentes no podrían ser más distintos en estilo de vida (afecto al lujo el exalcalde, de clase media neta el gobernador), origen político (peronista todoterreno el primero, en la izquierda anticapitalista el segundo) y formación intelectual (Kicillof es doctor en Economía), pero se vieron forzados a convivir cuando Cristina y Máximo Kirchner impusieron a Insaurralde como jefe de gabinete provincial, en 2021.

La preferencia de los Kirchner por personajes planos desde el punto de vista ideológico como Insaurralde ha sido una constante a lo largo de los últimos 20 años, al mismo tiempo que construyeron una sólida relación con organismos de derechos humanos, peronistas populares y referentes intelectuales de izquierda. En el peronismo, esa estrategia se explica con una vieja máxima de Juan Domingo Perón: “No se cierren, todos los compañeros son importantes y recuerden cómo se hace un buen adobe: tierra, agua, paja y bosta”.

Tándem Massa-Kicillof

Kicillof, discípulo de Cristina, con su relación hoy quebrada con Máximo, se juega la reelección en la provincia en la que vive el 37% de los argentinos, en una superficie equivalente a tres quintos de la de España. La eventual victoria de Massa sería impensable sin la de Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Lo segundo parecía muy factible hasta el sábado, pero la publicación de Clerici en Instagram lo ha puesto en duda.

Massa llegó al debate del domingo por la noche con Insaurralde renunciado a la jefatura de gabinete. Por la mañana del domingo, Kicillof emitió un mensaje contenido en el que argumentó: “La celeridad con la que se resolvieron las cosas pone de manifiesto con claridad cuál es mi posición”. Ni Máximo ni Cristina Kirchner se expresaron en público.

Durante el intercambio presidencial, Bullrich y la candidata de izquierda trotskista, Myriam Bregman, hicieron alguna mención al affaire en el Mediterráneo, pero no fueron a fondo.

A la salida, cerca de la medianoche del domingo, el candidato peronista reclamó que Insaurralde asumiera el “grave error” declinando también la candidatura a concejal, lo que se produjo a las pocas horas.

En las últimas semanas, el peronismo había encontrado el tono y una dinámica que estuvieron ausentes en la campaña para la primera vuelta. El tándem Massa-Kicillof, más la activación del partido en las provincias y de colectivos sociales, feministas y de derechos humanos que resisten la avanzada de la derecha, parecía reencontrar un espíritu ausente en los últimos cuatro años de pandemia y guerra.

Un eventual buen desempeño del peronismo en primera vuelta y, menos probable aún, victoria en la segunda vuelta del 19 de noviembre frente a Milei quedaría para los manuales de las ciencias políticas, ante circunstancias tan adversas.

La razón no habría que buscarla tanto en los méritos de la alianza gobernante, sino más bien en las reservas democráticas de una sociedad para frenar el abismo de la ultraderecha. Insaurralde hizo su aporte para alejar esa posibilidad.