Tras una semana de tensión que ha dejado heridas en la coalición que ‘gobierna’ la UE, Ursula von der Leyen respirará definitivamente aliviada este miércoles, cuando el Parlamento Europeo le dé el visto bueno definitivo a su segundo mandato con la aprobación del Colegio de Comisarios. El nuevo gobierno comunitario se caracteriza por una derechización importante (catorce de sus miembros pertenecen a la familia del PP europeo) y tiene a la extrema derecha en su cúpula por primera vez ante la cesión de una vicepresidencia a la Italia de Giorgia Meloni.
El aval a Raffaele Fitto fue el precio que socialistas y liberales tuvieron que pagar para ‘salvar’ la Comisión Europea y, en buena medida, a sus propios candidatos, especialmente Teresa Ribera, la pieza clave de los socialistas en el nuevo organigrama, y a quien el PP europeo usó como moneda de cambio.
Las elecciones europeas del pasado 9 de junio reflejaron un nuevo paradigma en la UE: un continente escorado a la derecha en el que el PPE –con un programa electoral más conservador de lo que fue el primer mandato de su candidata– aumentó su representación y las fuerzas de la ultraderecha ocupan más de una cuarta parte de los escaños en Estrasburgo. Las fuerzas a la izquierda del PPE, además, ya no pueden armar una mayoría alternativa, sino que todo está en manos del grupo que pilota Manfred Weber, partidario de mirar a su derecha y que ya ha dejado claro que está dispuesto a romper el cordón sanitario en la Eurocámara.
La Comisión Europea saldrá adelante con los votos de PPE, socialistas (S&D) y liberales (Renew), aunque se da por hecho que se descolgarán algunas delegaciones. El PP español, que maniobró contra el nombramiento de Ribera hasta el final, ya ha anunciado su rechazo, a pesar de que Weber dijo la semana pasada que intentarían llegar a un “entendimiento” con los de Feijóo. Por parte de los socialistas, se prevé el voto en contra de los franceses, como en 2019.
Aunque Los verdes/ALE se mostraron “decepcionados” por el acuerdo alcanzado la semana pasada por populares, socialistas y liberales, se dividirán en la votación. Parte del grupo, entre los que se encuentran BNG, ERC y Compromís, votarán en contra (como ya hicieron en julio, aunque la votación era secreto) y otra parte importante finalmente votará a favor, en línea con la votación de julio a Von der Leyen, la que apoyaron mayoritariamente como parte de la estrategia de formar parte de la coalición europea.
La votación en la Eurocámara coincide con la publicación oficial por parte de la presidenta de la Comisión Europea del fichaje como asesor para asuntos medioambientales del antiguo coportavoz del grupo, Philippe Lamberts. “La cooperación con el Grupo de los Verdes/ALE ha sido constructiva en el actual mandato y ha desempeñado un papel importante a la hora de garantizar una mayoría proeuropea en mi reelección como Presidente de la Comisión en julio. Para mí, el Grupo de los Verdes/ALE forma parte de la mayoría proeuropea en el Parlamento Europeo, como la plataforma con la que quiero seguir trabajando”, señala la alemana en un comunicado.
La jugada le ha salido bien a Von der Leyen, que también ha logrado atraer a los Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni, que ni la apoyó en el Consejo Europeo en el que los líderes la designaron para un segundo mandato ni sus eurodiputados en el mes de julio. No obstante, es complicado que el grupo de los Conservadores y Reformistas (ECR), en el que hay partidos como Ley y Justicia, muy enfrentado a Von der Leyen cuando estaban en el Gobierno polaco, actúe al unísono. Hace cinco años fueron los ultraconservadores polacos los que votaron a favor porque contaban con un comisario mientras que la extrema derecha italiana, entre ellos Fitto, se opusieron.
En todo caso, el mensaje que envían Von der Leyen y el PPE es de clara voluntad de colaborar con la extrema derecha de Meloni, a la que nunca han incluido en el cordón sanitario.
A trabajar el 1 de diciembre
A pesar de que la tensión fue máxima la semana pasada después de que el PPE decidiera hacer seguidismo a Feijóo y dilatar la evaluación a Ribera –y con ella al resto de vicepresidentes pendientes–, socialistas y liberales tratan de pasar página y dejar las rencillas atrás bajo el argumento de que la “prioridad” es que la Comisión Europea esté en marcha el 1 de diciembre (un mes más tarde de lo inicialmente estipulado).
Uno de los argumentos esgrimidos para presionar a los grupos políticos para que llegaran a un entendimiento era que el gobierno comunitario debe estar en sus plenas capacidades cuando Donald Trump vuelva a la Casa Blanca, aunque para eso quedan aún un par de meses. La posibilidad de un recrudecimiento de la guerra comercial por el proteccionismo exacerbado del líder populista republicano es un escenario que preocupa en la UE, aunque la dirigencia europea sostiene que ahora el continente está mejor preparado que en 2016.
Además, el contexto geopolítico es inestable y peligroso, con la guerra de Ucrania acercándose a los tres años de duración y el conflicto en Oriente Medio que deja decenas de miles de muertos por la masacre de Israel en Gaza y amenaza con escalar en la región.
La preparación frente a China es otro de los desafíos que tiene por delante el nuevo gabinete de Von der Leyen, que se centrará fundamentalmente en tratar de impulsar la competitividad de un club comunitario en “lenta agonía”, según lo describió el expresidente del BCE Mario Draghi, a quien la alemana encargó un recetario para superar la situación.
Los retos de Ribera
Y en buena medida el trabajo recaerá sobre Ribera como vicepresidenta de Competencia y Transición Justa y Limpia. Entre sus atribuciones está la de “desarrollar un nuevo marco de ayudas estatales para acelerar el despliegue de energías renovables, desplegar la descarbonización industrial y garantizar una capacidad de fabricación suficiente de tecnología limpia”. En otras palabras, tiene que repensar el modelo de los 27 para hacer frente a la guerra de subsidios de Estados Unidos y China sin que se produzca, como está ocurriendo en los últimos años, una fragmentación del mercado único porque Alemania, que tiene un incomparable músculo fiscal riega de millones a su industria para competir con otras potencias, pero en detrimento del resto de socios europeos.
Todo eso mientras la UE se conjura para mantener unos compromisos ‘verdes’ para intentar frenar la emergencia climática en medio de presiones para rebajar la ambiciosa legislación llevada a cabo la anterior legislatura. Conservar el Pacto Verde Europeo frente a los intentos de descafeinarlo por parte de la derecha y la extrema derecha será otra de sus batallas.