Puede que no sean los títulos más reconocidos del momento, que no acaparen las miradas de esa masa de jugadores que acaba por mover el grueso de la industria del videojuego, pero los títulos indies están ahí, y en los últimos años han sabido demostrar que a día de hoy son una pieza fundamental del engranaje; causa y efecto de que cada vez más jugadores busquen propuestas innovadoras, originales, diferentes.
Lifeless Planet es un nuevo ejemplo de esta tendencia cuya máxima es que una buena idea vale mucho más que un holgado presupuesto. Y qué decir, David Board, principal responsable de este juego, ha conseguido llevar dicha teoría a la práctica presentando un título que si bien está muy lejos de apabullar visualmente ni alardea de cinemáticas consigue emocionar y enganchar al jugador usando algo más directo, más visceral: la intriga, la soledad y la vulnerabilidad que se siente ante lo desconocido.
Como un tripulante más de una misión cuyo cometido es encontrar nuevos planetas habitables para el ser humano, aterrizaremos en un nuevo mundo a primeras tan inhóspito como Marte. Sin embargo bien pronto descubriremos que tras esa desolación de polvo y rocas hay mucho, mucho más.
Argumento: un paso de gigante hacia lo desconocido.
El argumento toma como inspiración la ciencia ficción de los años 50 y 60 para transportarnos a un planeta supuestamente deshabitado, un yermo estéril que esconde un gran misterio en su interior. Tras un aterrizaje un tanto movidito, nos encontraremos solos, desorientados y casi sin oxígeno, con la idea primera de recuperar el contacto con nuestros compañeros. Así abandonaremos las inmediaciones de nuestro módulo de aterrizaje para explorar unos entornos como decimos muy similares a lo que supuestamente deberíamos encontrar en el Planeta Rojo, con la salvedad de que las pruebas de un pasado repleto de vida serán totalmente palpables y recientes.
Mientras recorremos páramos, profundos valles, desfiladeros, cauces de ríos… iremos descubriendo pequeñas pistas de lo que les ha sucedido a nuestros compañeros, y lo que es aún mucho más desconcertante, de una antigua misión de la Unión Soviética, quienes, aún sin saber cómo, lograron llegar a este lejano planeta instaurando una colonia estable y próspera.
Surgen aquí esos aires de Guerra Fría bastante llamativos gracias a la buena cantidad de documentos y cintas de audio en ruso que encontraremos en el mapeado, dando un toque de misterio muy acorde al primer boom de la ciencia ficción en el cine. ¿Cómo es posible que los soviéticos colonizaran este planeta?, ¿cómo consiguieron guardar el secreto? Y lo que es aún más preocupante, ¿qué les ha ocurrido?, ¿qué extraña fuerza les ha borrado del mapa?
Bien, llegados a este punto no podemos contar mucho más de la trama sin levantar algún spoiler, así que si os ha llamado un poquito la atención no tenéis más que descubrirlo por vosotros mismos.
Jugabilidad: con menos recursos que el Mayor Tom flotando entre las estrellas.
En el plano jugable la base como decimos será la exploración de unos escenarios bastante amplios pudiendo ejecutar saltos, doble saltos y, de tener nuestro jetpack bien cargado, saltos realmente enormes entre una colina y otra. Ni mucho menos estamos ante mecánicas rupturistas o sorprendentes, pero el diseño correcto de los escenarios y la casi ausencia total de ayuda que señalice nuestra ruta en la gran mayoría de los tramos servirán para que no perdamos ni por un momento el interés por continuar avanzando.
Más allá de esto encontraremos pequeñas mecánicas plataformeras, como recorrer una senda evitando la para nada amigable vegetación que puebla el subsuelo de este planeta, igual que encontraremos pequeños puzles como encontrar y colocar explosivos para abrir camino, o uno bastante sencillo para poder utilizar un brazo mecánico. Así pues la activación de interruptores también será una constante.
Quien busque liarse a tiros contra extraterrestres mosqueados o utilizar gadgets futuristas ya puede buscar otro juego.
Apartado gráfico y sonoro: la belleza de un páramo.
Desde el plano visual, hay que tener en cuenta que estamos hablando de un título desarrollado prácticamente por una sola persona, por lo que dista muchísimo de lo que podríamos encontrar en una producción Triple A. Sin embargo esto juega casi a su favor, puesto que resulta aún más destacable el resultado conseguido.
Hay decenas de errores y cosas mejorables, como ciertas caídas en la tasa de frames, texturas de hace dos generaciones, pobres efectos de luz y partículas… sin embargo aún con esos fallos consigue transportarnos a otro mundo de forma mucho más precisa que la gran mayoría de títulos que gozan de presupuestos estratosféricos. Incluso las toscas animaciones de nuestro astronauta consiguen destilar un aire retro muy apropiado. He aquí parte de la magia de Lifeless Planet; la demostración de que no hacen falta cohetes artificiales para embaucar al jugador.
Por otro lado los efectos de sonido sencillamente cumplen, mientras que la banda sonora destaca con fuerza siendo capaz de aportar una buena dosis de intriga. Las voces están en inglés y ruso sin resultar especialmente destacables, aunque hay que agradecer el buen doblaje de todos los textos al castellano.
Conclusión: un nuevo hogar para la Madre Patria.
En definitiva, Lifeless Planet es uno de esos títulos indies que han conseguido captar la atención de un buen número de jugadores gracias a su acierto a la hora de plasmar una buena idea sin caer en ambiciones excesivas, en mecánicas innecesarias o en otros añadidos de dudosa aportación. Es un título sencillo, bastante sobrio desde el punto de vista técnico, pero a la par tan especial como carismático.
Puede que te guste o no te guste, y de hecho la prueba de fuego serán los diez primeros minutos de tu deambular por este misterioso planeta. Si pasado ese tiempo sólo tienes ganas de cerrar el juego y dedicarte a otra cosa, nadie podrá reprochártelo. Simplemente no tienes las mismas inquietudes que un servidor. Sin embargo si pasados dichos diez minutos tienes la sensación de sentirte absorbido, sabrás perdonarle todas sus carencias. ¿Y no es esa la clave de un buen juego?
Lo mejor:
- La conseguida ambientación pese a las carencias técnicas.
- Se respira misterio gracias a su banda sonora y a una jugabilidad muy sencilla pero directa.
Lo peor:
- Con una mayor inversión en el campo gráfico, sus parajes podrían haber llegado a maravillarnos.
- Es un título muy especial. Muy sobrio y limitado en muchos aspectos. Si no te cala en los diez primeros minutos no lo hará nunca.