Desde sus inicios, el género de estrategia ha sido uno de los que más leales seguidores ha conseguido en la industria del videojuego. Puede que no arrase como los shooters, RPGs u otras clases de juegos donde domina más la acción, pero una cosa es clara: si una persona es amante de la estrategia, lo será siempre. Por suerte para ellos, no parece un género dispuesto a caer en el olvido.
Cada año salen a la venta nuevos títulos en el que nos piden dirigir ciudades, reinos, ejércitos, el mundo entero, nuestro propio país, o incluso nuestro propio sistema solar. Son decenas, cientos de juegos los que nos ofrecen una experiencia así, y por lo tanto es difícil destacar entre ellos. Eso, sin embargo, no implica que muchos luchen con uñas y dientes para conseguirlo.
StarDrive es uno de esos juegos que han logrado hacerse un hueco entre tanto título de gestión, y lo ha hecho a lo grande, llamando la atención por su ambientación (una galaxia llena de razas alienígenas y mundos), su complejidad y su gran variedad de opciones. Ahora ha llegado el turno de ser juzgado a su sucesor, StarDrive 2. ¿Iguala al original, o lo supera? ¿Puede el título de Zero Sum Games convertirse en uno de los grandes del género?
El objetivo de StarDrive 2 no ha cambiado respecto a su predecesor. Debemos controlar la galaxia, colonizando planetas y expandiendo nuestro poder, y para ello debemos actuar con cabeza, sangre fría y mucha paciencia. Porque no todo consiste en viajar de un lado a otro en nuestra nave espacial, colonizando planetas y batallando con algún que otro enemigo. También debemos centrarnos en los territorios intergalácticos que ya nos pertenecen, asegurarnos de que hay alimento en cada uno de nuestros planetas, además de infraestructuras que mejoren la calidad de vida de sus habitantes. Debemos centrarnos en tener contento a nuestro pueblo, evadir a los enemigos, llegar a acuerdos comerciales y alianzas con nuestros vecinos y, en definitiva, hacer de todo para ganarnos el merecido título de “Señor del Universo”.
Los que son ajenos a la saga o a este género, se preguntarán: ¿Y eso cómo lo conseguimos? Mediante un sistema de turnos tradicional, que en esta clase de títulos es vital para que el universo que nos rodea avance a nuestro ritmo y se adapte a nuestras decisiones.
Al empezar una nueva campaña, el primer paso es elegir qué civilización nos representará entre las nueve disponibles. Podemos optar por la clásica humanidad, o bien dejarnos llevar y convertirnos en uno de los ocho tipo de aliens restantes. Aunque por supuesto, la apariencia será lo menos importante en esta decisión. Cada civilización tiene sus propios características únicas, con fortalezas y debilidades. Algunas estarán más preparadas para entablar combates galácticos desde el principio, mientras que los puntos fuertes de otras será su habilidad para la tecnología, el comercio o la diplomacia.
Una vez estamos en nuestro pequeño sistema intergaláctico, debemos decidir cómo actuar. Podemos apostar por la paz y la estabilidad, momentos que aprovecharemos para reforzar nuestros planetas originales y fortalecer nuestras tropas, o bien aventurarnos a explorar el espacio desconocido que nos rodea y colonizar los planetas que no están habitados. Algo que tiene sus ventajas, ya que nos hacemos con los planetas antes que nadie, pero puede jugar en nuestra contra si no disponemos de los recursos para gestionarlos todos.
En cada planeta contamos con un pequeño número de colonos, que son los que se encargarán de trabajar. Hay tres tipos de colonos, los agricultores, que irán aumentando poco a poco el número de alimentos requeridos para alimentar a todos los habitantes, los trabajadores que construirán mejoras planetarias y naves, y los científicos que desarrollarán nuevas tecnologías que desbloquearán edificios, módulos, etc. Por supuesto, las tres labores son vitales. Los alimentos que consigan los agricultores alimentarán a los colonos (se gastará una unidad de alimento por colono en cada turno), mientras que el trabajo realizado por los otros dos nos permitirá defendernos de los enemigos y mejorar la calidad de vida de los planetas.
Podemos decidir cuántos colonos se dedicarán a una tarea u otra en función de la población máxima que admita el planeta, los recursos que permita recoger, etc. Efectivamente, cada planeta será distinto y habrá algunos en los que no podremos cultivar alimentos. En esos casos, lo mejor será destinar a los colonos a otros trabajos y enviar parte de los recursos que consigamos en otros lugares para alimentarlos. Algo en apariencia fácil, pero que puede torcerse rápidamente.
Obviamente, el auténtico problema surgirá cuando nos empecemos a topar con otras facciones, ya que muchas veces la diplomacia no será suficiente y tendremos que defendernos de sus ataques. También podemos ser osados y declarar nosotros la guerra en aras de ampliar nuestro dominio sobre la galaxia, pero eso queda a elección de cada jugador y las dificultades que esté atravesando durante su partida.
Las facciones serán hostiles a no ser que no lleguemos a un acuerdo con ellas, y eso implica que atacarán tanto los planetas que hayamos colonizado como las caravanas de suministros que llevemos de un punto a otro. Para evitarlo tendremos que asentar naves centinelas y guardianes por todos nuestros dominios, pero claro, eso supone unos costes que no podremos asumir si no invertimos en industria, tecnología y comercio. Ahí reside la principal complejidad de StarDrive 2, como ocurre en los grandes juegos de estrategia.
Porque seamos sinceros, StarDrive 2 no es un juego fácil ni fácilmente accesible. Cuando empezamos a jugar nos muestran un extensísimo tutorial que puede llevarnos un par de horas completar si vamos probando cada una de las posibilidades, y cuando empezamos a jugar activamente la gran variedad de opciones puede resultar abrumadora.
No sólo tenemos que vigilar que nuestros planetas sean prósperos y los colonos tengan buenas condiciones de vida. También debemos controlar la productividad, comerciar con facciones extranjeras, luchar contra los invasores, explorar el espacio para ampliar nuestro dominio, proteger nuestras colonias, construir edificios, naves y flotas armamentísticas... Habrá momentos en que nos pasemos más de media hora en un mismo turno, comprobando que nada se descontrola.
Por desgracia, las cosas tienden a descontrolarse. La inteligencia artificial de los enemigos es pasmosa, y siempre encontrarán una forma de sorprendernos cuando menos lo esperemos. Da igual que ideemos una estrategia de defensa sólida, siempre encontrarán alguna brecha que aprovechar. Además, durante la campaña se sucederán varios acontecimientos aleatorios que pueden cambiar el planteamiento de la partida al instante. Por ejemplo, pueden surgir agujeros de gusano que vayan de un lado a otro de la galaxia, haciendo que los enemigos puedan atacarnos por una zona que creíamos segura. Por supuesto, esto también puede jugar en nuestra ventaja, ya que podemos usar esos agujeros para viajar más rápidamente a zonas de nuestro interés.
Entrar a debatir la calidad de los gráficos y las animaciones en un título así no tiene sentido, ya que no apuesta por ellos (ni lo pretende). Por ello, preferimos elogiar una nueva característica que no estaba en la primera entrega de la saga, y es ni más ni menos que la personalización de nuestras naves. Ahora podemos decidir qué tipo de armamento llevarán, ubicarlo en los metros cuadrados disponibles, elegir un tipo de protección u otro, concretar la velocidad, etc. Elementos que, si bien no parecen sorprendentes a primera vista, sí que pueden ser vitales a la hora de plantear una estrategia.
Muchas veces podremos sortear un contratiempo huyendo a máxima velocidad, o bien yendo tan bien armados que sea imposible derrotarnos. Eso añade una mayor profundidad en la variedad de opciones de las que dispone el juego, sin duda uno de sus puntos fuertes.
Otro aspecto positivo es su modo multijugador, que nos permitirá luchar contra otros jugadores en lugar de una infame máquina, y que sin duda hará las cosas más interesantes. Al fin y al cabo, siempre es mejor jugar con un humano, que por muy bueno que sea puede tener sus fallos, que contra una inteligencia artificial perfecta que no nos dará ni un instante de respiro (en el sentido negativo).
Lo mejor:
- La gran variedad de opciones. Los auténticos amantes del género de estrategia podrán pasar horas gestionando su universo.
- La nueva característica que nos permite personalizar nuestras naves, decidir qué armamento utilizarán, etc. Un divertido añadido que puede influir mucho en la forma en que afrontemos la partida.
Lo peor:
- La dificultad a veces es abrumadora. Desde JuegoReviews defendemos que un juego debe ser desafiante para ser divertido, pero hay veces en los que StarDrive nos desesperará por la inteligencia de los enemigos y su acoso constante, desde el primer minuto de partida.
Conclusiones
ConclusionesAnálisis de StarDrive 2. Complicaciones intergalácticas.
En definitiva, StarDrive 2 es estrategia pura y dura. Un juegazo para los que prefieran pensar y actuar con cautela, incluso en las batallas, pero que puede resultar un poco tostón para los que no estén acostumbrados a títulos de este tipo.
El planteamiento es original y divertido, con tantas razas disponibles y sus respectivas variantes, y las constantes notas e informaciones sobre el universo en el que se ambienta amenizan la experiencia y consiguen que no sintamos dentro de ese mundo, lo cual se agradece bastante.
Ahora bien, ¿puede considerarse un gran juego de estrategia? Por desgracia, no. A pesar del planteamiento original y lo mucho que promete, no podemos evitar recordar otros títulos que, incluso siendo más antiguos, contaban con elementos que los volvían más atrapantes. Es difícil decidir dónde falla StarDrive 2. Tal vez el problema sea lo abrumador que es, o la dificultad en ocasiones insultante. Es un buen juego, sin duda, pero no uno que marcará la historia del género.
Por: Álvaro Alonso
Análisis de StarDrive 2. Complicaciones intergalácticas.
05/13/2015
6 / 10 estrellas