Cada vez que alguien inventa un nuevo dispositivo destinado a revolucionar nuestra existencia, a otra persona se le ocurre casi en paralelo llevarlo al campo de lo sexual de la forma que sea.
Por ejemplo, Antonio Meucci crea el teléfono y alguien inventa el sexo telefónico y las líneas calientes. Al nacimiento del cine le siguió el de las películas porno, al de la televisión los canales eróticos, al de la prensa las revistas X. ¿Inventamos Internet para comunicar a ciudadanos de todo el mundo dándoles acceso a una vasta red de conocimiento? Bien, pues nosotros inventamos el porno en Internet. ¿Inventamos los videojuegos? Bien, pues nosotros los videojuegos X. Así hasta el fin de los tiempos.
Si ya cuando se anunciaron las famosas gafas de realidad aumentada Google Glass se comenzó a oír de aplicaciones eróticas que aprovecharían su tecnología, a lo que siguió la oposición inmediata de Google, era de esperar que con el casco de realidad virtual Oculus Rift y similares ocurriera tres cuartas partes de lo mismo, con empresas y desarrolladores de todo el mundo tratando de buscar la forma de cubrir nuestras necesidades más lascivas mientras le sacamos una mayor ‘rentabilidad’ a nuestro nuevo juguetito.
Ahora bien, ¿permitirá Oculus VR, una compañía comprada por la mojigata Facebook, que los desarrolladores creen contenido erótico y/o pornográfico para su querido dispositivo o tratarán de bloquearlo como ha hecho Google? Pues ya tenemos respuesta a esta cuestión, puesto que Palmer Luckey, presidente y fundador de Oculus, ha asegurado en una entrevista que no tienen la menor intención de poner trabas a la industria de la pornografía si deciden mostrar su interés en sumergir al usuario en una novedosa experiencia de sexo virtual tal y como ya ha hecho alguna que otra firma del sector.
“Esta es una plataforma abierta. No tenemos control sobre el software que funcionará en ella. Y este es un gran acuerdo”.