Ya lo hemos comentado no pocas veces; hubo un tiempo en el que las cosas eran más sencillas. Jugar a los videojuegos en tu consola se limitaba a comprar un título, quitarle el plastiquito, meter el disco o cartucho en la consola correspondiente y jugar sin mayor misterio o parafernalia. Esto cambió radicalmente cuando, con la llegada de Xbox 360 y Playstation 3, se normalizó aquello tan llamativo de jugar online. De esta forma Internet invadió para siempre nuestras consolas, ofreciendo desde luego no pocas ventajas antes impensables, casi de ciencia ficción.
A día de hoy, con máquinas como Playstation 4 y Xbox One, podemos jugar online contra cualquier jugador del planeta, participar en campeonatos sin levantar las posaderas del sofá, compartir nuestros logros mediante capturas de pantalla o grabaciones en vídeo que podemos subir en el acto a las redes sociales, actualizar nuestros juegos e incluso expandirlos con nuevo contenido digital, mejorar las capacidades de nuestra consola mediante la actualización de su firmware, comprar y descargar nuevos juegos sin bajar a la tienda e incluso pasarle el control de nuestra partida a un colega de forma remota, sin necesidad siquiera de que él tenga el juego. Y todo esto es posible gracias a dos plataformas digitales, Playstation Network y Xbox Live.
Detrás de ambas hay, sin lugar a dudas, una auténtica obra faraónica en la que tanto Sony como Microsoft llevan invertidos y siguen invirtiendo cientos de millones de dólares, todo con el fin de ofrecer un ecosistema funcional, pensado para cubrir un sinfín de necesidades de ocio de los usuarios al incluir no ya videojuegos, sino también diversas aplicaciones de música, vídeos, películas, edición, navegador web, etc. Y con la excusa de rentabilizar el servicio prestado, ambas compañías requieren a los usuarios que quieran jugar online del pago de una suscripción (excepto en el caso de PS3 y PS Vita), algo que no pocos tildan de injusto dado que en plataformas como el PC no existe este requisito, preguntándose abiertamente si ambas compañías reinvierten como es debido el dinero que ganan.
Sí, porque pese a que la red de redes ha hecho de algo tan aparentemente sencillo como jugar a un videojuego, una auténtica experiencia social, también ha traído consigo algún que otro dolor de cabeza capaz de hacernos echar de menos a nuestras viejas consolas de 8, 16 y 32 bits. Hoy en día no es raro sentir miedo al actualizar la consola, dado que no son pocos los casos en los que una mera actualización del firmware acaba por inutilizarla. Al igual que existe la sensación al comprar un juego de que no podremos disfrutarlo en condiciones hasta semanas después de su lanzamiento, dado que muchos de ellos no están acabados hasta que sus responsables no distribuyen el tercer, cuarto o quinto parche.
Sin embargo la mayor pesadilla de un gamer a día de hoy son los ataques informáticos provocados por los hackers, por aquello de que no hay forma aparente de evitarlos, ni solemos recibir compensación alguna por la interrupción de un servicio que estamos pagando religiosamente. Los ataques hacker han estado ahí desde que internet llegó a nuestras consolas, pero a día de hoy la situación está llegando a cotas alarmantes, con grupos como Lizard Squad que parecen ser capaces de poner contra las cuerdas a gigantes como Sony y Microsoft sin dificultad alguna y sin utilizar siquiera el elemento sorpresa.
Basta con echar un vistazo a sus últimas acciones para darnos cuenta de su poder y de la aparente incapacidad de ambas multinacionales para evitar nuevos ataques. A finales de agosto nos hicimos eco de como este mismo grupo tumbaba Playstation Network, dejando sin posibilidad de jugar online a sus más de 150 millones de usuarios, aunque por fortuna parece que, a diferencia de lo ocurrido con el gran ataque a la red de Sony de 2011, ningún dato personal de dichos usuarios cayó en mano de los asaltantes. En esta ocasión también atacaron Xbox Live y Battle.net, pero la guinda la pusieron al lograr desviar el avión en el que viajaba el presidente de Sony Online Entertainment mediante una amenaza de bomba falsa.
Apenas un mes más tarde, a finales de septiembre, el mismo grupo atacó los juegos de Electronic Arts y Activision impidiendo que los jugadores pudieran acceder a sus vertientes online. Antes de esto, otros tantos ataques perpetrados por hackers colmaron la paciencia de algún que otro desarrollador indie, como Phil Fish, quien decidió abandonar la industria después de que le robaran e hicieran públicos un buen número de detalles de FEZ 2, su próximo videojuego.
Durante los últimos meses los pequeños ataques a una u otra compañía han sido constantes. Pero la palma se la ha llevado sin lugar a dudas el realizado una vez más por Lizard Squad en el día Navidad, cuando volvieron a tumbar las redes de Playstation Network y Xbox Live. Más allá del hecho de producirse en tan señalada fecha, resulta indignante que avisaran de ello a comienzos de diciembre, asegurando después de realizar una pequeña incursión en Xbox Live que el 25 de diciembre cerrarían la plataforma de Microsoft para siempre, añadiendo un “Sony lo tiene aún peor” y un desafiante “¿Quién es el siguiente?”.
El día 10 de diciembre tiraron abajo la Playstation Store, la tienda digital de Sony. Y como decimos ayer mismo terminaron por cumplir sus amenazas cerrando durante horas tanto Playstation Network como Xbox Live. Por supuesto ambas compañías pidieron disculpas mientras aseguraban estar haciendo todo lo posible para restaurar el servicio, pero finalmente parece que fue otro el encargado de traer de nuevo la normalidad a la red, un controvertido Kim Dotcom, creador de Megaupload y MEGA, que según parece negoció con el grupo hacker para que cesaran con los ataques.
No sabemos hasta qué punto es cierto o no que el salvador de Playstation Network y Xbox Live sea este empresario condenado por fraude con tarjeta de crédito, piratería y malversación, motivado únicamente el hecho de no poder disfrutar de su gran pasión: jugar online a Call of Duty. De confirmarse tal cosa, estaríamos ante un caso aún más bochornoso para una Sony y Microsoft que están demostrando ser totalmente incapaces de combatir a los hackers, más aún si tenemos en cuenta el ataque informático supuestamente perpetrado por Corea del Norte contra Sony Pictures de hace apenas una semana.
Sinceramente, entendemos que tanto Playstation Network como Xbox Live llevan detrás una labor de ingeniería mastodóntica, capaz de tragarse no pocos recursos de todo tipo. Por ello entendemos que de vez en cuando haya ciertos problemas, como errores provocados por ciertas actualizaciones mal optimizadas o ciertas caídas de servicio ocasionales por tareas de mantenimiento. Son cosas que entran dentro de lo soportable, siendo un mal menor casi necesario, pero ni por asomo entendemos que ninguno de estos gigantes sea capaz de evitar un ataque más que anunciado, y lo que es aún más grave, ponerle fin de inmediato.
Ante este panorama y a sabiendas de que los usuarios podemos seguir sufriendo cortes en ambas plataformas en cualquier momento, nos viene a la cabeza una pregunta que hemos dejado caer al comienzo de este artículo: ¿Reinvierten Sony y Microsoft como es debido el dinero que ganan con las suscripciones a Playstation Plus y Xbox Live Gold? Es decir, teniendo en cuenta que estamos pagando por un servicio que en otras plataformas es gratuito, ¿no deberían garantizar, por complicado que sea, una seguridad que minimice al máximo el alcance de estos ataques? Y en caso de no ser así, ¿no deberían al menos tratar de compensarnos como es debido?