Kinect ha sido una fuente de problemas y un claro error de estrategia por parte de los de Redmond a la hora de posicionar a su nueva consola como la mejor opción de compra, prueba de ello es que pocos meses después de su lanzamiento, Microsoft ha acabado cediendo a la evidencia y ha decidido finalmente comercializar Xbox One sin Kinect, lo cual les permite reducir el precio de venta a $399, equiparándose así al precio de su principal competidora, Playstation 4.
Los resultados hablan por sí solos, a pesar de todos los esfuerzos por trasmitir las ventajas de este dispositivo de captación de voz y movimiento, sólo ha sido necesario eliminar Kinect de la caja de cartón que contiene la consola para duplicar sus ventas en Estados Unidos respecto al mes de Mayo cuando el dispositivo todavía iba incluido “de serie” con Xbox One.
Los problemas que ha arrastrado Microsoft por intentar mantener el protagonismo de Kinect tras la fallida presentación en sociedad de Xbox One en Mayo de 2013 han sido muchos y muy variados: problemas con la precisión de la captación de movimiento, un producto considerado por muchos como prescindible, un incremento en los costes de producción que le situaba en desventaja respecto a su competidora, o temas más escabrosos como acabar siendo calificado de “dispositivo de vigilancia” por organismos de control alemanes y australianos.
Al final, Microsoft se vio forzada a dar un giro de 180º en su planteamiento inicial y poco a poco, fue cambiando buena parte de sus políticas, primero sobre su gestión de los derechos digitiales (DRM) que impedía prestar y comprar juegos de segunda mano, o una conexión permanente que obligaba a los usuarios a estar online aunque jugaran en solitario para hacer comprobaciones periódicas de software original y mantener así el producto activo. Por último, sólo quedaba poner remedio a la última fuente de problemas: Kinect.
Sea como sea, y de confirmarse con datos reales el anuncio de Microsoft sobre los resultados de venta de Junio, al final podrían llegar realmente a reveritr la situación y salir del pozo de fango en el que ellos solitos, sin ayuda de nadie, se habían metido hasta casi asfixiarse.