Julian Schnabel irrumpe en el Filmpodium de Zürich como un huracán. Pelo domado, paso ligerísimo precedido por una prominente panza. Schnabel es puro desparpajo, poseedor de una pasmosa seguridad y labia que recuerdan al más astuto vendedor de coches. El artista plástico convertido en director de cine por puro capricho del destino (y de él mismo), echó el ancla durante pocos días en el Festival de Cine de Zürich, donde presentó su más reciente filme -At eternity’s gate-, y aprovechó para ofrecer una clase magistral.
Nada más subirse al escenario, esta vez sin pijama, Schnabel se “deshizo” de su interlocutor oficial cuando este le dijo que tenía “una interesante carrera”. “¿Carrera dices?”, le espetó, “yo soy más bien un desempleado que se emplea a sí mismo para ciertos trabajos”. Esto lo dijo mirando hacia el público que se unió a él en una sola carcajada. Lo mejor de una clase magistral es que es la oportunidad para evocar recuerdos, siendo los mejores los reposados y digeridos. No parece haber límites, solamente el del tiempo, fijado en 60 minutos. Y no olvidemos que los suizos son expertos en relojería.
El artista plástico se remonta al momento en que se planteó lanzarse al cine. Narra que desde su niñez le profesaba amor sincero al séptimo arte, pero “nunca me imaginé ser director”. Curiosamente fue a raíz de la muerte de su amigo personal, Jean-Michel Basquiat, que un realizador polaco solicitó su ayuda para hacer una película sobre el artista fallecido. Varias fueron las razones, principalmente una certeza inquebrantable, que le hicieron pensar a Schnabel que él podría hacer esa película. “Compré los derechos de la historia, reescribí el guion y dirigí la película”, resume el proceso de Basquiat (1996), “nunca había tenido una cámara en mis manos, pero conocía muy bien el tema”.
Quien no parecía estar muy segura de lo que hacía era la persona encargada de hacer el primer casting. Cuenta Schnabel que escogió a un par de actores ¡blancos! para interpretar al artista afroamericano. Uno de ellos era Benicio Del Toro. “El tío es genial, pero ¡tiene el color de piel equivocado!”, reproduce sus palabras. Julian Schnabel se refiere a Jean-Michel Basquiat con un respecto absoluto, creyó en él, hasta le prestó dinero que le devolvió, acotando que el personaje que interpreta Gary Oldman en ese filme es él. “De alguna manera yo sobreviví a los 80, Jean Michel no”, pero sobre todo Schnabel sentía que tenía que hacerle justicia, homenajearlo.
Su amistad con Javier Bardem
En At eternity’s gate (2018) se vuelve a fijar en un pintor. Aborda parte de la
vida de Vincent Van Gogh, a quien le profesa admiración. “En realidad no había
una razón para hacer esta película, solo que hay muchas y son muy malas“, esta
es la autoestima que la humanidad necesita. En el pasado de Schnabel también está Javier Bardem, a quien considera un genio de la actuación, y quien terminó protagonizando su segundo largometraje, Antes de que anochezca (2000), la biografía del autor cubano Reynaldo Arenas La conexión con el mundo hispanohablante relata que empezó cuando se fue a vivir a la frontera con Nuevo México. “Empecé a surfear, a viajar a través de México, a hablar español y a codearme con mexicanos”, luego iría a España y se interesaría por Cuba, y fue a través de un documental que se enteró de Reynaldo Arenas.
Pensó que Benicio Del Toro podría interpretar a Arenas, pero al actor no le
convenció interpretar a un homosexual. En pocas frases irónicas hacia el puertorriqueño, da a entender que la amistad que les unía se resquebrajó en ese momento. Entonces se acordó de cuando vio a Javier Bardem en Jamón, Jamón de Bigas Luna. “Me pregunté: ¿Ese tío es de verdad así o es un genio de la actuación?”, hace una pausa, “resultó ser que es así pero también que es un actor genial”. Enumera a cada uno de los actores de Antes de que anochezca, y se queda con uno muy famoso. “Johnny Depp trabajó gratis en mi película”, y aprovecha para marcar posición en relación a la cadena de escándalos en los que se ha visto envuelto recientemente, diciendo “es un caballero de verdad, un alma buena”. Y esto se atreve a afirmarlo aunque “hace un par de años que no me comunico con él”.
Depp volvería a salir durante esta conversación, y es que Schnabel lo tenía fichado para protagonizar La escafandra y la mariposa (2007), pero “se atravesó la película de piratas”, y no pudo ser. Entre los muchos entretelones, también son fascinantes las historias de lo que quiso pero no pudo hacer. Una de ellas es el caso de El perfume, la famosa novela de Patrick Süskind, cuyos derechos fueron vendidos por una considerable cantidad de dinero a Bernd Eichinger (Constantin Film), para ser exactos, por 10 millones de dólares. “Ahora Eichinger está muerto”, hacer una pausa acompañada con un guiño que se puede interpretar de varias maneras, le público se ríe. Este caso parece una espina en la planta del pie derecho de Schnabel. “Le dije que dirigiría la película si escribía yo el guion, y estuvo de acuerdo”, pero Eichinger cambió de idea e hizo la película con Tom Tykwer, “que por cierto ¡es terrible!”. Y acto seguido recita el elenco de ensueño que tenía pensado con Johnny Depp, Javier Bardem…
La historia de lo que pudo ser pero nunca fue. Aunque aquella tarde después de
despedirse, a la gran mayoría le pareció que Julian Schnabel algo se podría traer
entre manos.