La actividad ganadera y agrícola de la cuenca del Ebro está dejando su huella en el río. Según refleja el último informe de la Red Cemas (Control del Estado de las Masas de Agua) recogido en El Diario, esta contaminación comienza a afectar a las captaciones de agua potable de pequeños municipios.
Este informe, realizado por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), revela que 11 tramos de ríos y 36 sistemas de agua subterránea –más de un tercio del total- pueden ya considerarse oficialmente contaminados por nitratos, o en riesgo de estarlo al superar la presencia de estos los 40 miligramos por litro.
Entre ellos, se incluyen ríos riojanos de escaso caudal como el Zamaca, en Ollauri, y el Reláchigo, en Herramélluri. Además, entre los sistemas de aguas subterráneos afectados por esta contaminación se encuentran los aluviales de algunos de los principales ríos de la cuenca como el Najerilla.
La contaminación de aguas por la producción agrícola intensiva, según la CHE, es un fenómeno “cada vez más acusado”, que se traduce en la concentración de nitratos en las masas superficiales y subterráneas, además de provocar la eutrofización (deterioro de la calidad por exceso de nutrientes) de embalses y estuarios.
Estos niveles elevados de residuos comienzan a suponer un riesgo para las captaciones de agua potable de algunos municipios, como refleja el informe, que destaca que algunos de los incumplimientos de los niveles de calidad por exceso de nitratos, nitritos, amonio y plaguicidas detectados en algunas tomas de la cuenca “en su mayor parte están relacionados con la contaminación difusa de origen agrario”.