El ex ministro de Defensa y ex presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, que liderará la lista del PSOE por Toledo de cara a las elecciones generales, calificó ayer al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de “amable, riguroso y extremadamente generoso y tenaz”. “Si yo tuviera que definir una primera cualidad de Zapatero diría que es tenaz. Es amable, riguroso y extremadamente generoso. Conmigo lo fue y nuestra relación es la historia de una generosidad en la que ambos hemos hecho alarde y derroche. Es tan humano que incluso también se equivoca”, planteó durante la presentación del libro 'Zapatero el rojo', en el Círculo de Bellas Artes.
Para ejemplificar la tenacidad de Zapatero, Bono explicó que un día le quiso convencer de que se presentara como candidato a la alcaldía de Madrid, “y tras cinco horas y media de reunión, él seguía diciendo que no tenía prisa”. Según dijo, “hizo falta media hora más” para que se convenciera, al tiempo que agregó que “es tenaz incluso para aceptar una dimisión” -la suya como titular de Defensa-, que le “costó mucho” que fuera aceptada.
Asimismo, reconoció que aunque el presidente y él no coinciden “milimétricamente en todo”, sí que tienen una “muy buena relación, que es tan buena” que decidió asistir a la presentación de este libro, después de haberle “pedido su permiso”. Sobre el libro, indicó que Zapatero, “aunque con algún rasguño no menor, no sale mal parado del libro”, y añadió que “si no fuera así”, no habría aceptado acudir.
“MALDAD BONDADOSA O BONDADOSA MALDAD”
Bono explicó que los autores -los periodistas Juan Carlos Escudier y Esther Jaén- colocan a Zapatero en un “pedestal contradictorio de maldad bondadosa o bondadosa maldad”. En su opinión, este libro, además, “no es fruto de pelotas o aduladores, ni de detractores furibundos”.
En lo que tiene que ver con las menciones a su persona, destacó que él hacía gala de “buen talante y capacidad de encaje de las críticas” participando en el acto, puesto que en el libro recibe “más andanadas que halagos” y “en algún pasaje difícilmente” se reconoce, “aplastado por algún estereotipo recurrente”.
Siguiendo con el libro, habló de él como un “relato periodístico apuntalado fundamentalmente en el suministro diario de la pólvora de los periódicos, así como de la caja de fontanería de La Moncloa”. Criticó el uso de fuentes anónimas, “que podría rebajar el rigor” de la obra, y explicó que lo del calificativo de rojo, por su “connotación guerracivilista”, no le “agrada”, aunque sí le gusta por su “contribución a definir a una persona de izquierdas”.
A su juicio, las palabras, “igual que las manifestaciones”, están perdiendo su significado. Entre estas palabras estaría “ser izquierdista o ser rojo”, que para “algunos que no vivieron cuando vivía Franco, puede significar sacar los viejos estandartes apolillados y liarse a pelear, para otros puede ser sacar el viejo catecismo, o superar a los nacionalistas en planteamientos identitarios, cuando nunca el RH, ni el genoma humano, formó parte de la identificación izquierdista”.
“Aún quedamos algunos que no somos nacionalistas, pero que pensamos que tienen que jugar un papel los nacionalistas y que no queremos pasarles ni por la izquierda, ni por la derecha. A veces da la impresión de que sólo se puede ser de izquierdas en un país federal o confederal. Lo universal, lo internacional, ha definido casi siempre a la izquierda, frente a lo localista. Lo izquierdista se define por un principio de igualdad de las personas, que no de territorios, puesto que éstos no son iguales”, planteó.
Bono, quien dijo que no cree “en los jueces, ni en los periodistas, ni en los políticos”, si no que cree en Dios, porque no le ve, aprovechó su intervención para recordar el episodio de la retirada de las tropas españolas de Irak tras la llegada del PSOE al Gobierno.
RETIRADA DE TROPAS DE IRAK
Así, explicó que Zapatero tenía claro “desde un año antes de las elecciones generales de 2004 que quería retirar las tropas de Irak”. Según indicó Bono, una semana después de ganar en el 14-M, le dijo que se encargara de la cartera de Defensa. “Al principio éramos pocos, en algunas ocasiones sólo él y yo, quienes pensábamos que la retirada debía hacerse como se hizo”, aseguró.
“Quiso entonces Aznar venir a ayudarnos cuando días antes del relevo dijo que o le dábamos por escrito un determinado compromiso en el relevo de las tropas o en su vuelta, o él no haría determinada medida como era el relevo ordinario de los soldados a los que tocaba relevar en Irak por haber transcurrido el plazo que el Estado Mayor había establecido”, indicó.
Ante esto, afirmó que Zapatero decidió que se explicase la posición del nuevo Gobierno español “al Pentágono, Londres, Roma y Varsovia”, algo de lo que se encargó Bono en una “gira secreta”. Añadió que cuando estaban con todo decidido volvió a surgir el conflicto del relevo y tuvieron que tomar posesión un domingo, ya que las “tropas se relevaban el lunes, y si no éramos ministros el domingo, habría habido un grave conflicto a la hora de su retirada”.
Finalmente, resaltó que Zapatero y él no siempre tuvieron todo el apoyo acerca de esta retirada de tropas, si bien subrayó que ahora juzga que “se hizo bien”, puesto que si hubieran dejado transcurrir más tiempo la retirada “no se podría haber hecho con aquella limpieza”.