El primer ministro británico, Gordon Brown, y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, apostaron hoy por lanzar un “mensaje de confianza” en el futuro pese a la severidad de la crisis que asola a la economía internacional y se mostraron convencidos de que la cumbre del G-20 que mañana se celebra en Londres concluirá con un “acuerdo global”, a pesar de las diferencias que todavía dividen a los países.
En una rueda de prensa conjunta en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Reino Unido, Brown y Obama optaron por destacar los puntos coincidentes que aúnan a los participantes en la reunión y destacaron que la “decisión del mundo de estar unido” refleja el interés por superar lo que ambos insistieron en calificar de “problema global”. “Si no aceptamos esto, no lo resolveremos”, advirtió Brown.
En este sentido, frente a las imputaciones que atribuyen a Norteamérica el origen de la crisis, Obama reconoció que su país falló en la regulación, pero aclaró que el resto de la comunidad internacional tampoco contaba con los sistemas adecuados para supervisar un modelo financiero de la magnitud alcanzada por el actual. “Pero no estoy tan interesado en conocer dónde está la fuente del problema como en resolverlo”, declaró.
Al respecto, tanto el mandatario estadounidense como el británico detectaron posibilidades de superar las actuales circunstancias desde una posición “coordinada” en el seno de la comunidad internacional, la “clave”, según Brown, del éxito de las negociaciones. “Todas las acciones que estamos tomando están diseñadas para dar a la gente confianza en el futuro”, explicó, tras lo que aseveró: “Seguro que podemos dar ese mensaje”.
Una posición compartida por Barack Obama, quien proclamó: “A pesar de los problemas, vamos a salir de aquí, vamos a salir de estos tiempos difíciles”, puesto que “todas las crisis llegan a su fin”. Así, consideró que “la gente tiene que darse cuenta de que los gobiernos, los bancos centrales... aprendieron las lecciones de los años 30 y saben que son necesarias acciones más valientes y más coordinadas”. “Y eso significa que la perspectiva de restaurar la confianza será mayor”, añadió.
CONFIANZA
En consecuencia, en su primera visita a Europa desde que asumió el poder, el presidente de Estados Unidos quiso “pedir a la gente que tenga confianza en sus propios futuros” y en la capacidad de los socios internacionales en culminar mañana unas bases que eviten la reedición de una crisis como la actual. “Lo peor es no hacer nada, ése es el riesgo”, apostilló Brown, quien se mostró convencido de que “habrá un plan global de recuperación y reforma modelo”.
Así, ambos se esforzaron por rebajar las tensiones con las que parte este G-20 debido a las diferencias sobre la necesidad de nuevos estímulos fiscales, la apuesta de Washington frente a la reticencia de la mayor parte de los países europeos, y recordaron que, hasta ahora, incluso los más reticentes “han hecho significativos esfuerzos” con paquetes sin precedentes.
“No hay división al respecto”, zanjó Obama, quien concedió que las diferencias se limitan a “cuánto deben llegar los estímulos”. Una cuestión ante la que Brown resumió que “país tras país contribuyó al mayor impulso fiscal mayor en la historia” que dio como resultado que “algo que no se podría haber hecho hace diez o incluso cinco años, se haya logrado”. REGULACIÓN
De igual modo, aprovecharon para trasladar un mensaje al presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, quien ha amenazado con “levantarse de la mesa” de no haber compromisos firmes en materia de regulación, y reivindicaron la importancia de reformar el sistema financiero para garantizar una supervisión “internacional”, condición exigida por el mandatario galo. “Hay que ser agresivos”, asumió Obama.
Con todo, Brown reconoció que, pese al “acuerdo global”, la coincidencia de los miembros del G-20 no podrá producirse “en todos los puntos”, por lo que insistió en que “el grado de cooperación” será “uno de los principales factores” para el éxito de la cita: “Nunca antes los países se unieron así ante una crisis económica, por lo que habrá un plan global de recuperación y reforma modelo”.
No obstante, insistió en que, para lograrlo, “el camino adelante no es el de no hacer nada, sino el de tomar todas las decisiones que son necesarias” y que Obama situó en “cómo dar forma a la regulación, cómo cada país puede ayudar a hacer frente a las circunstancias para retomar el crédito y cómo gestionar la reforma de las instituciones internacionales para que ejerzan un papel más efectivo”.
ACCIONES
Al respecto, el primer ministro británico garantizó que en la reunión de mañana “se van a ver acciones”, incluso pese a las alertas ya avanzadas por Sarkozy o la rebaja de expectativas de la que se encargaron sus propios ministros el pasado fin de semana, cuando recordaron que este G-20 es sólo “parte del proceso”. “Por supuesto que es difícil, por supuesto que es complejo, quedan por delante duras negociaciones, pero va a haber un plan”, prometió.
Obama asumió también que “el G-20 no va a estar de acuerdo en todos los puntos, pero es una elección”. “No debemos perder la oportunidad y tomar acciones coordinadas”, advirtió, puesto que “la historia enseñó que las naciones fallaron cuando no se unieron: un error que no podemos permitirnos repetir”. “Si queremos tener éxitos, tenemos que avanzar y tengo confianza asoluta en que esta reunión reflejará el consenso de que hay que trabajar juntos”, insistió.
En este sentido, ambos asumieron el impacto que la crisis inicialmente bancaria ha generado ya entre los ciudadanos, pero destacaron que frente a la tardía reacción al último precedente de una colapso como el actual, el 'Crack del 29' en la Bolsa de Nueva York, que vio soluciones a partir de 1945, “ahora en tan sólo unos meses se está trabajando juntos para arreglar problemas globales que requieren soluciones globales”. “Las naciones se unen, debemos estar unidos para hacer lo que sea necesario”, concluyó Brown.