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Calderón salva las cuentas con un 'sí' condicionado

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El presidente del Real Madrid, Ramón Calderón, se sentará en el palco del estadio Santiago Bernabéu esta tarde ante el Sevilla después de haber recibido el respaldo de la mayoría de los miembros de la Asamblea Genera Ordinaria celebrada en el Palacio de Congresos del Campo de las Naciones, pero consciente de la fractura social que divide el madridismo y de los numerosos detractores a su gestión.

Calderón salvó la Asamblea y evitó la situación de bloqueo que hubiera supuesto la no aprobación de las cuentas presentadas, tanto las del balance económico de la pasada temporada como el presupuesto de la próxima, pero los socios le enviaron señales inequívocas de que su labor, y la de la junta directiva que preside, no convence lo que debiera.

Después de una Asamblea tan significativa, desarrollada en un ambiente convulso y pleno de crispación, el capítulo deportivo puede dictar sentencia porque Calderón soportó estoicamente la reprobación de gran parte de sus socios compromisarios, pero tendría difícil darle la espalda a todo el Bernabéu si el equipo no remonta su delicada situación.

El presidente se encuentra en el punto de mira del madridismo y pendiente más que nunca de los resultado deportivos porque hoy se comprobó que no goza de una situación de fuerza institucional. La división en el madridismo parece una realidad y es que Calderón tuvo que soportar gritos pidiendo su dimisión y constantes reproches aunque es cierto que sólo existe un grupo que se pueda calificar de opositor, denominado 'Plataforma Blanca' y presidido por el socio Eugenio Martínez Bravo.

La junta directiva blanca aguantó las casi dos horas del turno de intervención de los socios, en la que se escucharon en varias ocasiones gritos de “¡Dimisión, dimisión!”, para llegar a una votación rudimentaria, a mano alzada, pese a las peticiones de algunos socios de que se realizara de manera secreta en una urna. La aprobación de las cuentas dio paso a los vítores de los seguidores de Calderón y los abucheos pertinentes de sus detractores, que abandonaron la sala inmediatamente bajo los gritos de “¡Tongo, tongo!”.

De hecho, el último punto del orden del día, el de ruegos y preguntas, se celebró con apenas 50 socios en el Palacio de Congresos, también por culpa de las horas de duración de la Asamblea, que se alargó durante un espacio de cinco horas, tensas y convulsas, que dañan la imagen de un club que parece confundido.

En suma los sufragios acompañaron la gestión de Calderón, pero con un 'sí' condicionado, que prolonga su débil situación institucional y le convierte en dependiente del capítulo deportivo, actualmente poco favorable, a dos años vista de las próximas elecciones.