La Cabalgata de Reyes Magos de Madrid ha contado por primera vez en la historia con una carroza con niños con síndrome de Down, desde la que recibieron y saludaros a Melchor, Gaspar y Baltasar, así como a todos los niños y mayores que presencien el desfile.
Esta iniciativa, desarrollada por la Fundación Síndrome de Down de Madrid [FSDM] y patrocinada por la Fundación MAPFRE tiene como objetivo incluir en la cabalgata de Reyes, un evento de singular trascendencia en el mundo infantil, a los niños con discapacidad.
La carroza ha tenido forma de un barco de papel cargado de regalos, que en ésta ocasión representan los propios niños con síndrome de Down, procedentes de todos los lugares y razas del mundo.
El barco de papel simboliza la unión de los niños de todas las culturas y países, ricos y pobres, al ser uno de los juguetes más accesibles y universales a los que puede acceder cualquier niño, con y sin discapacidad.
Un grupo de padres fueron los encargados de “tirar” del barco en el que están los niños y que simboliza la Fundación Síndrome de Down de Madrid, que avanza gracias al empuje de las familias, “sin las cuales no habría ideas, proyectos”, ha detallado la presidenta de la FSDM, María Barón.
Los niños con síndrome de Down estuvieron acompañados en la carroza por jóvenes con otras discapacidades que animarán el paso con bailes de capoeira.
“Con este barco cargado de regalos, como simbolizan los niños, queremos dar respuesta a una pregunta que subyace en el subconsciente colectivo con cada nacimiento de un niño con síndrome de Down o cualquier otra discapacidad: '¿va a ser una carga?'”, ha indicado la presidenta de la FSDM.
“La respuesta unánime de todos los que formamos parte de la Fundación es clara”, ha explicado Barón, “puesto que no son una carga, sino un regalo” y añadió que “simplemente necesitan un poco más de atención y cuidado: ese tirón de los familiares para salir del puerto, mientras aprenden poco a poco a navegar por sí solos”.
La carroza ha sido posible gracias al apoyo de los escultores Curro Ulzurun y Miguel Berroa, así como la decoración de Aurora Gómez y el proyecto del arquitecto Manuel Corona.