Es la conclusión un nuevo estudio estadounidense que ha constatado, más allá del conocido vínculo entre la condición de fumador pasivo y un mayor riesgo de padecer enfermedad coronaria, una posibilidad más alta de ser víctima de un infarto de miocardio.
El estudio, publicado en el número de septiembre de la revista científica 'American Journal of Preventive Medicine', constata que existe un riesgo adicional muy marcado en personas que nunca antes habían fumado de padecer un infarto si son cónyuges de un fumador. Ese incremento se ha cifrado en un 42 por ciento respecto a si convivieran con un no fumador, pero se eleva en nada menos que en un 72 por ciento si se trata de antiguos fumadores que han dejado el tabaco mientras sus parejas siguen siendo fumadores activos.
EX FUMADORES
Sin embargo, ser pareja de un antiguo fumador no fue asociado con ningún incremento en comparación con tener como pareja a alguien que nunca encendió un cigarrillo. Esto sugiere que si bien el riesgo de infarto es elevado si su pareja fuma, ese riesgo se elimina si ésta deja el tabaco. Por ejemplo, las personas que nunca fumaron casadas con ex fumadores tenían prácticamente el mismo riesgo que las parejas de personas que nunca fumaron. Los consumidores de tabaco en ejercicio tenían un significativamente elevado riesgo en comparación con los que nunca fumaron, y el estatus de cónyuge fumador no les afectaba en forma de un mayor riesgo de infarto.
Los datos fueron recabados con las historias clínicas de adultos menores de 50 años y sus parejas, con oleadas sucesivas entre 1992 y 2004 que involucraron a 16.255 personas.
En el artículo, Maria Glymour señala que “estos hallazgos indican que un cónyuge fumador incrementa el riesgo de infarto entre no fumadores y antiguos fumadores. Los beneficios para la salud de abandonar el tabaco se extienden claramente más allá de los propios fumadores y afectan a sus propios cónyuges, multiplicando potencialmente los beneficios en el cese de este hábito”.