El tiempo pone a cada uno en su sitio y cuando algo no se tiene se valora más. Algo parecido le puede suceder al Ciudad de Logroño, que bajo el patrocinio de Naturhoouse ha sabido maximizar su alcance económico para codearse con los mejores equipos de Europa. Y eso que la EHF ha privado, las dos últimas temporadas, de que el Palacio reciba a los más potentes. Ante el Nantes se puso el punto y final. Habrá que confiar en que el regreso sea lo más rápido posible. El caso es que el aspirar a ser el mejor de los grupos C y D de la competición es a lo máximo que se le ha permitido al club franjivino.
Pasar, como ya sucediera en una ocasión, al Last 16, es un imposible. Ante el Nantes se ha evidenciado en dos horas de juego. Si en el Palacio la victoria fue por seis tantos, 25-31, en tierras francesas la renta fue idéntica, 37-31. Es decir, que la despedida podía estar anunciada, pero la sensación es que quizá no se ha premiado el haber llegado hasta aquí ni esta ni ninguna otra campaña. Ahora que se está más cerca de no volver, se empieza a echar de menos lo vivido. Una lástima.
El caso es que el Naturhouse intentó plantar cara a su superior rival corriendo. En ataque lo buscó con insistencia, pero el problema surgió cuando había que ir hacia atrás. Se comprobó en el Palacio y se volvió a demostrar en tierras francesas; el Nantes es letal al contragolpe. La velocidad que imprime, el orden con el que ocupa los espacios y la fluidez con la que enlaza pases es magnífica. Si a ello se añade que su rival tarda unas décimas en darse cuenta de que tiene que replegar, la consecuencia es más que clara.
Si el conjunto riojano aguantó 45 minutos en el Palacio, en la vuelta de la eliminatoria previa al Last 16 mantuvo el tipo durante poco más de 11 minutos, a partir el 8-7 todo se complicó. Desde entonces, entre las pérdidas, algunas evitables, y las rápidas transiciones de los galos se puede entender que el Nantes viviera tranquilo cuando Claire había sumado su sexto tanto de la tarde en algo más de 18 minutos. El 15-9 que iluminaba el Trocardiere era contundente.
Ni el tiempo muerto de Jota González, con el 10-7, fue suficiente. el técnico pucelano incluso rotó a los suyos, pero nada de nada. El Nantes, que también puso en escena a la segunda unidad, continuó gustándose. Ni Kappelin servía como estímulo para recuperar cierta solidez defensiva. Luisfe y Rocas dieron algo más de prestancia en ataque pero la sucesión de goles de los franceses continuaba. Por si acaso, Thierrry Anti utilizó la cartulina verde con la tímida aproximación de los franjivinos, 16-12.
Fue más para evitar que el Naturhouse se lo creyera que porque su escuadra viera peligrar el control de la eliminatoria. Para ello puso en escena a Derot que ofreció otra alternativa inédita hasta ese momento en el cuadro francés, el lanzamiento lejano. El internacional galo dio pequeños lingotazos en el tramo final del primer tiempo para matricularse durante la posterior media hora. 8 goles como 8 soles, a cual más poderoso. Por eso que al descanso el Nantes hubiera anotado 21 goles fue lo de menos.
Jota, pese a al dificultad de la remontada, no se volvió loco. Quiso que sus jugadores lo dieran todo, que se entregaran, que no fueran una comparsa en la alegría del Nantes. El 21-15 determinaba que había poco que hacer. Por ello, los franjivinos no bajaron los brazos, insistieron, adelantaron su línea defensiva y buscaron la manera de minimiza pérdidas para evitar goles sencillos. Vigo, Molina y Rocas dejaban un 22-18 que determinaba que el Naturhouse iba a seguir en la pelea.
Dio igual el intercambio de goles cuando el Nantes encontró a un Derot de dulce. El 32-25 ponía la máxima -luego se repetiría en varias ocasiones para incluso superarse con el 37-29-, pero los riojanos habían controlado su balance defensivo, además de competir sin mirar el marcador. Además, estaba el medio centenar de valientes aficionados riojanos que acudieron hasta Nantes. Por ellos merecía hacer la pena un esfuerzo.
Llegaron las exclusiones -solo hubo tres- y ambos equipos asumieron la recta final del duelo. Los franjivinos fueron probando y buscando alternativas que puedan utilizarse en lo que resta de temporada en Asobal. El banquillo se movió, ya que salvo Garabaya todos se pudieron despedir de Europa. Sanad, con dos postreros goles desde el extremo, cerró la eliminatoria y dijo adiós a la aventura europea del Ciudad de Logroño. Que vuelva rápido y que la nostalgia no se apodere de los riojanos.
FICHA TÉCNICA
Nantes: Dumoulin (p), Nyokas (2), Claire (7, 2p), Klein (5), Tournat (5), Gurbindo (4) y Balaguer (2), siete inicial, Lagarde (2), Derot (8), Matulic (2), Felinho y Siffert (p), Delecroix y Gharbi.
Naturhouse La Rioja: Aginagalde (p), Muñoz, Garciandia (1), Vigo (3), Peciña (1), Molina (2) y Ángel Fernández (6, 1p), siete inicial, Langaro (5), Javi García (1), Luisfe (3), Kukic (1), Rocas (5, 1p), y Sanad (3).
Parciales cada 5 minutos: 3-3, 7-6, 11-8, 15-10, 17-12, 21-15 (descanso), 24-19, 26-22, 29-24, 33-27, 36-29 y 37-31 (final).
Árbitros: Vaidas Mazeika y Mindaugas Gatelis (Lituania). Excluyeron al local Delacroix (min. 52) y a los visitantes Garciandia (min. 40) y Peciña (min. 46).