Durante todo un curso académico alumnos del colegio del Opus Dei, Las Fuentes de Logroño, hicieron la vida imposible a un compañero. Puto moro, puto negro, vete a por algodón. Así se dirigían a uno de sus compañeros. Meses de acoso que han acabado, tal y como te contaba Rioja2, en los tribunales. Pero este, lamentablemente, no es un caso aislado en La Rioja. Y es que, según las cifras facilitadas por el Gobierno de La Rioja, a lo largo del curso escolar 2023-2024 se abrieron 24 protocolos de acoso escolar. En este curso 2024-2025 hay tres abiertos. En el caso de los protocolos de prevención de suicidio, ahora mismo hay 165 abiertos, entre los del curso pasado y los del actual. A lo largo de este año académico se han cerrado 21.
Hilario Blasco-Fontecilla es docente en UNIR, psiquiatra de la infancia y adolescencia, director general de Emooti y co-fundador de Haglaia solutions. Además, está acreditado como profesor titular por la ANECA y ha publicado más de 100 artículos indexados en PUBMED. Según este experto, España es uno de los cuatro países con más acoso y ciberacoso, y cuenta con los peores índices de calidad de salud mental junto con Australia, Nueva Zelanda y Portugal. Pero además, Blasco-Fontecilla alerta de la tendencia que hay de proteger al asesor y no a la víctima a la vez que asegura que es muy fácil diferenciar el acoso de lo comúnmente llamado “una cosa de niños”. El acoso, dice, tiene tres características: una disparidad de poder (un David y un Goliat); es una acción deliberada (están buscando mofarse o generar un impacto negativo en la otra persona); y esta acción es repetitiva en el tiempo.
¿Qué está pasando para que cada vez sean más habituales estas noticias de acoso y ciberacoso?
Quizás pueda existir una cierta banalización o falta de diferenciación entre lo que es un conflicto normal entre iguales y el acoso y, en estos últimos años, el ciberacoso. De hecho hemos realizado un estudio sobre el impacto del acoso y del ciberacoso y la conclusión es que el ciberacoso es más pernicioso que el acoso tradicional. Dos de cada tres menores que padecen ciberacoso van a sufrir también acoso tradicional mientras que los sufren acoso tradicional, uno de cada tres, será víctima de ciberacoso. De esta forma, los menores que sufren ciberacoso, lo más probable es que también sean víctimas de acoso tradicional y además se multiplica 4 y 8 veces ideas suicidas, autolesiones y depresión.
En el caso concreto de La Rioja los chavales agresores tenían unos doce años... ¿Se puede hablar de una edad de inicio y de diferencias entre niños y niñas?
Es fundamental sentirse parte del grupo, pertenencia a una tribu, ser aceptado por los iguales en el colegio porque el factor precipitante más importante relacionado con las intenciones suicidas es precisamente ser acosado en la escuela
Algo que repetimos mucho en UNIR es de la importancia de la primera etapa de la vida de las personas, hasta los 10, 12 años. El ambiente nutritivo en el seno de la familia es fundamental además de no sufrir escenas de maltrato, ni negligencias a nivel material, emocional o sexual e incluso la sobreprotección. Luego hay una especie de kit kat evolutivo en el que es fundamental sentirse parte del grupo, pertenencia a una tribu, ser aceptado por los iguales en el colegio porque el factor precipitante más importante relacionado con las intenciones suicidas es precisamente ser acosado en la escuela. Y esto con las nuevas tecnologías coge una velocidad brutal. En este sentido, sí que hay diferencias entre niños y niñas. En el caso de las chicas el acoso empieza antes, los años más peligrosos son quinto y sexto de primaria, entre los diez y los doce años. Las niñas empiezan antes y el acoso es más difícil de detectar, es más sociable y menos físico. Por ejemplo, no dejar entrar a una niña en un grupo de WhatsApp y desde ahí se le vilipendia. Ese un acoso más sibilino. Mientras que el acoso masculino es más visible y más físico y empieza más tarde porque los hombres, por lo general, maduran más dos años después que las chicas.
Los distintos centros educativos e instituciones se escudan en los distintos protocolos, pero ¿realmente funcionan?
En secundaria trabajamos con KIBA, el programa contra el acoso escolar desarrollado por el Ministerio de Educación de Finlandia cuya eficacia ha quedado demostrada en rigurosos estudios científicos y que ronda el 85%. ¿Cuál es la eficacia del protocolo del Gobierno de La Rioja o de cualquier otro gobierno?
Por definición, los protocolos no me gustan. Entiendo que se redacten, pero en el caso del edificio que se quemó en Valencia en febrero de este año, los protocolos jugaron una mala pasada a los bomberos. Los protocolos están bien, pero nosotros abogamos más por pautas de actuación y, sobre todo, apostamos por la prevención. De esta forma, en primaria realizamos formaciones con familias y profesorado. En secundaria trabajamos con KIBA, el programa contra el acoso escolar desarrollado por el Ministerio de Educación de Finlandia cuya eficacia ha quedado demostrada en rigurosos estudios científicos y que ronda el 85%. ¿Cuál es la eficacia del protocolo del Gobierno de La Rioja o de cualquier otro gobierno? No hay ningún dato.
Sospecho que los protocolos son una forma de cubrir el expediente porque a la hora de aplicarlos, la sensación que tienen muchas familias es que finalmente no se abren porque, sobre todo en los colegios concertados y privados, son una mancha en el expediente. Pero esto, insisto, es una sensación que tengo como padre, porque la realidad es que en toda España hay muchas dinámicas de acoso, lo que evidencia que algo no está funcionando.
No es partidario del los protocolos que redactan los distintos gobiernos y aboga por unas pautas de actuación, ¿cuáles son esas pautas y cómo abordan estos casos de acoso escolar?
Trabajamos con las víctimas, con los/las agresoras, con las familias de las víctimas y de los agresores y con el profesorado. Así, y en el peor de las situaciones (cuando se ha dado una situación de acoso), realizamos la intervención con la víctima, identificamos su problemática (si tiene una depresión, ansiedad, fobia escolar...) y realizamos la intervención farmacológica y terapéutica correspondiente. Y además y, por otra parte, también trabajamos en el ámbito de valores y de desarrollo personal, de refuerzo y de medidas antifragilidad. Es decir, damos herramientas a este menor por si en un futuro se tiene que volver a enfrentar a situaciones similares porque muchas veces, cuando hay una situación de acoso, la solución viene por un cambio de colegio de la víctima y esto, en líneas generales, no es lo más recomendable porque las víctimas tiene unas características, unos aspectos diferenciales que hacen que en otros ambientes también puedan ir contra ellos. De forma que tenemos que generarles unas habilidades y unos recursos para que puedan hacer frente a estas situaciones.
Trabajamos con las víctimas y también con los agresores. Comprobamos si hay alguna patología subyacente, si es un chaval o chavala hiperactivo, si hay detrás un consumo de droga... aunque generalmente, nos encontramos con dinámicas intrafamiliares disfuncionales, cosas que no están funcionando, un sistema de valores erróneo... Y también con las familias. Con las familias de las víctimas para que aprendan a manejar estas situaciones y sepan cuándo pueden forzar o no y con las familias de los agresores porque muchas veces desconocen que sus hijos están siendo acosadores. En estos casos hay que ver qué pasa en esas familias para poder entender la situación. Y, por supuesto, vamos a los colegios y ofrecemos charlas de formación al profesorado y a las familias.
¿Cómo han influido los cambios de la sociedad en la salud mental de los menores y la irrupción de las redes sociales?
La genética del ser humano prácticamente no ha cambiado en 100.000 años. Lo que sí cambia son las sociedades y la cultura. Hemos vivido una transformación social muy importante en los últimos 20 años y de hecho se han triplicado los ingresos por salud mental en España. La COVID ha sido solo la gota que ha colmado el vaso.
El desarrollo de las redes sociales, para la generación Z (las personas nacidas desde mediados o finales de la década de los 90 hasta finales de la década de los 2000 o principios de la siguiente, le ha aislado mucho más porque estamos hablando de personas que han utilizado internet desde muy jóvenes y se sienten cómodos con la tecnología. Y lo crítico para esos chavales son los procesos de sociabilización. Por ejemplo, un artículo publicado en Estados Unidos sobre tasas de adolescentes con tasas de suicidio arrojaba datos de un 12,9% de posibilidades entre las chicas y un 7% entre los chicos. Y en este estudio, los factores que resultaron preventivos de esos intentos de suicidios eran, por este orden los siguientes. El más importante, practicar una actividad deportiva grupal; el segundo tener cinco días o más una actividad física; el tercero, tener un sentimiento de pertenencia a la escuela, al grupo; el cuarto dormir ocho horas o más (si no duermen este tiempo es porque están con el móvil); y el quinto tener unos progenitores que pongan límites y que haya un ambiente de cierto cariño en la familia. Al final estamos hablando una relación con sus iguales y de si son monitorizados o no por sus progenitores porque en muchas ocasiones nos encontramos con chavales que pertenecen a familias con recursos como Luigi Mangione, el asesino confeso del CEO de UnitedHealthcare, al que igual hace tres años que no le daban un abrazo.
Y como experto y profesional en contacto con agresores, víctimas y familias, ¿cómo afrontamos el futuro, es optimista?
Que exista un 15%, un 20% de chavales que está sufriendo dinámicas de acoso... es un porcentaje elevado
Sí y no. Sí porque recientemente hemos visto cuál ha sido la respuesta de la juventud en Valencia, en los municipios arrasados por la DANA, desde este punto de vista podemos tener una visión optimista. Y aunque no estamos hablando de que el 80% de los menores sean víctimas de acoso, la cantidad de sufrimiento innecesario por acoso escolar se ha elevado mucho. Que exista un 15%, un 20% de chavales que está sufriendo dinámicas de acoso... es un porcentaje elevado. Las redes sociales, la locura de regalar a los menores que hacen la comunión un móvil de última generación no está ayudando en absoluto. Afortunadamente, ya están surgiendo voces y posturas que piden una regulación como en Australia. También en España se ha comenzado a hablar y habrá que tomar medidas. Es necesario un reequilibrio porque estos menores no tienen la madurez suficiente para utilizar este tipo de dispositivos. Es una locura y habrá que adoptar políticas en este sentido.
Y no porque los problemas de salud mental tienen mucho que ver con los cambios sociales y familiares, los cambios de valores, las prioridades que tienen las personas... Hemos creado sociedades excesivamente capitalistas en las que pesa más el tener y lo económico frente a sociedades más equilibradas, sociedades como las de antes en las que la cohesión familiar era más fuerte. En este aspecto no soy tan optimista porque creo que, a corto plazo, no habrá cambios.