Estudios realizados con primates han puesto de manifiesto que la observación de la actividad neuronal permite conocer con antelación la decisión que se va a adoptar. Los expertos coinciden en señalar que conocer la implicación de las diferentes zonas cerebrales en los procesos de toma de decisión y sus correlaciones cerebrales permitirán comprender qué alteraciones están detrás de patologías como la psicosis y la esquizofrenia.
La estructura molecular del cerebro ha sido uno de los temas abordados durante la celebración del V Curso de “Fundamentos Moleculares de la Medicina” que ha celebrado estos días la Real Academia Nacional de Medicina en colaboración con la Fundación Lilly. Según explica Enrique Blázquez, director del Curso, “la estructura molecular del cerebro es la base fundamental e imprescindible para que se puedan realizar todas las funciones cerebrales. A través de ella es posible la comunicación interneuronal que capacita la recepción, integración o envio de señales, y de esta forma generar en distintas áreas cerebrales actividades motoras, sensoriales, conductuales, emociones y muchas otras”.
Respecto al proceso de adopción de decisiones, Carlos Acuña, del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela, señala cómo la actividad cerebral precede al momento en que se toma una decisión y añade que “todos factores que influyen en la toma de decisiones -como son los recuerdos, la situación actual, las expectativas, los valores o los coste-beneficios que acarrea- están representados en la actividad neuronal”.
Aunque los estudios están realizados en decisiones binarias, este experto aclara que el mecanismo se produce de la misma manera cuando se presentan más de dos opciones. “Tomar decisiones es un hecho probabilísitico: vemos cuál es la probabilidad de que lo que vayamos a decidir tenga los menores costes posibles y los mayores beneficios”, indica. Así, ante un escenario de múltiples posibilidades, el ser humano va descartando hasta quedarse sólo con dos.
CONOCIMIENTO DEL CEREBRO
“Desde el punto de vista morfológico se conoce básicamente todo el cerebro, pero desde el molecular aún queda mucho por estudiar”, ha señalado Juan Bernal, del Instituto de Investigaciones Biomédicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, durante su intervención. Así, se calcula que hay entre 1.000 y 10.000 tipos neuronales distintos en el sistema nervioso y la mayoría de ellos, todavía por definir.
Este especialista, cuyo laboratorio está estudiando cómo las hormonas tiroideas afectan a la estructura molecular del Sistema Nervioso Central, indica que el objetivo es llegar a conocer este sistema desde la biología de sistemas basándose en la expresión de los genes. “Conocemos la secuencia del genoma, y la expresión de muchos genes es decir, qué genes se expresan en determinadas estructuras, pero otra cosa es conocer cómo están interrelacionados funcionalmente. Para ello se necesita también saber cuál es la función de esos genes”.
El avance del conocimiento científico es para el profesor Blázquez “exponencial”, lo que se traduce en “el impulso de nuevas formas de de diagnóstico y la adquisición de nuevos procederes terapéuticos. Igualmente se ha producido un desarrollo extraordinario de los aspectos celulares y moleculares de las enfermedades que han obligado a la expansión de la Bioinformática y la Bioética”.