Un tres por ciento de los alumnos españoles son superdotados. Un porcentaje lo suficientemente alto para que los centros educativos sepan cómo conducir la educación de estos escolares. Sin embargo, no siempre ocurre así; tampoco, en La Rioja. De ahí que Lara López Hernáez, investigadora de la Universidad de La Rioja, decidiera realizar un estudio bajo el título 'Demandas y conocimiento del profesorado acerca de la superdotación en La Rioja'. El análisis, que le ha valido el Diploma de Estudios Avanzados (DEA), concluye que la atención educativa a los niños superdotados en la comunidad no es correcta.
“Desde luego que no lo es -asegura Lara López-; es insuficiente”. Así se desprende del estudio, llevado a cabo durante cuatro años y en el que se han tenido en cuenta las respuestas de 39 profesores de 1º de la ESO de cuatro centros públicos y otros tantos privados de diversas zonas de Logroño. En total, se remitieron a los docentes 30 preguntas, de las que 12 eran cerradas, 6 abiertas y 12 semiabiertas.
Del resultado, se desprende, según explica la investigadora, que “los docentes no consideran problemáticos a los estudiantes superdotados, ni creen que necesiten un trato diferente en el aula a nivel personal”. Además, los encuestados valoran su creatividad y alto razonamiento abstracto, aunque en un porcentaje muy bajo, dado que la mayoría de los profesores estudiados caracteriza a estos alumnos por su alto cociente intelectual.
La dificultad para indentificar a este tipo de alumnos es, sin duda, una de los mayores obstáculos que Lara López ha podido apreciar en el estudio. “Los profesores manifiestan que carecen de formación suficiente sobre diferentes medidas de intervención con superdotados, aunque reconocen de forma correcta que debe ser la comunidad educativa –formada por ellos, los padres y otros profesionales- quien debe identificarlos”. Con frecuencia, según asevera, se considera alumnos superdotados a aquellos que no lo son y viceversa. La mayoría de las veces ocurre cuando sólo se aprecia el cociente intelectual para reconocerlos cuando además de debería tener en cuenta la alta creatividad, un elevado rendimiento hacia la terea, gran ncesidad de absorber conocimientos nuevos y de forma continua y un alto razonamiento abstracto. “La edad apropiada para detectar la superdotación son los primeros años de escolarización, cuanto antes mejor”, matiza.
MEDIDAS Y RECURSOS
En caso de que los profesores sí logren darse cuenta de que se encuentran ante un alumno superdotado, la mayoría, según la encuesta, suelen dirigirse al departamento de orientación educativa, bien sea por desconocer otras alternativas de ayuda o por no haberlos tenido antes en su clase. “El conocimiento que tienen los profesores acerca de cómo diagnosticar a los alumnos superdotados es mínimo y también su formación respecto a la atención que estos niños requiere”, sentencia la investigadora.
La mayoría de los docentes asegura no conocer medidas de atención hacia el superdotado, ni metodologías, ni programas formativos dirigidos a él, salvo el aula de apoyo y las adaptaciones curriculares“, asegura Lara López. Por ello, los encuestados ven necesario introducir medidas de atención educativas en sus centros. Entre ellas, se encontrarían el aumento de la formación del profesorado para su trabajo dentro del aula, el cambio de la organización de los centros educativos a nivel administrativo y de aula y la adopción de medidas alternativas a las que aparecen en el DCB (Diseño Curricular Básico) como talleres formativos, cursos especiales y reuniones periódicas con los padres de estos alumnos. ”La educación ideal de un superdotado sería aquella en la que se le dote de los conocimientos demandados por él mismo“, reflexiona Lara López.
Sólo una cuestión diferencia las respuestas de unos y otros profesores en centros públicos y privados. Mientras en los primeros reconocen de manera explícita la necesidad de que les formen, los otros lo declaran de modo mucho menos evidente.
Ante esta situación, López sugiere que la Consejería de Educación riojana considere “seriamente” incluir la atención al alumno superdotado en el Plan Anual de Formación del Profesorado e invertir más en la formación de Equipos de Atención Temprana para una adecuada detección y diagnóstico de estos alumnos. “Principalmente, habría que aumentar la formación entre el profesorado riojano, incidiendo en el diagnóstico como clave importante porque si no se sabe si un niño es o no superdotado nunca se desarrollará como tal”, afirma. Incrementar los recursos educativos específicos dirigidos a este tipo de alumnos sería también fundamental.
Actualmente, Lara López se encuentra en trámites para exponer su estudio a la Consejería de Educación y la a Asociación de Padres de Niños Superdotados de La Rioja.