Los diarios franceses consideran hoy acabada la carrera a la Presidencia del país del director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, tras su arresto por presunta agresión sexual en Estados Unidos, mientras que la clase política pide prudencia.
“DSK out”, titula el diario “Libération”, que en su editorial dice que “la inculpación de Strauss-Kahn abre una brecha que afecta a toda la clase política, a la izquierda en pleno corazón”. “Los socialistas pierden al único candidato que tenía (...) el favor de los sondeos”, asegura el rotativo, que consideraba al director del FMI la cabeza de una corriente que había generado esperanza entre los franceses y que “se derrumba incluso antes del inicio de la campaña”.
“Dominique Strauss-Kahn sabía que él era su enemigo más peligroso”, indica “Libération”, que asegura que sin su presencia deja “un campo de ruinas” en el Partido Socialista (PS) que, “más que nunca, necesita las primarias”.
El conservador “Le Figaro” hace un perfil de la “grandeza y decadencia de un favorito”, en relación al hombre que lideraba todas las encuestas en las presidenciales del año próximo muy por delante del actual inquilino del Elíseo, Nicolas Sarkozy. El rotativo señala que su desafío ante los tribunales estadounidenses es “más difícil de superar que una campaña electoral”, porque los jueces serán “un público mucho más retorcido que los electores franceses, que parecían listos a recibirle con alfombra roja”.
Para “Le Figaro” “una eventual eliminación de Strauss-Kahn no es forzosamente una buena noticia para Sarkozy”, porque en el entorno del presidente le consideraban un rival menos peligroso que François Hollande.
“Frenazo”, titula el popular “Le Parisien”, que dice que el retorno de DSK a la política francesa “parece comprometido”, por lo que analiza las opciones del resto de los postulantes a las primarias del Partido Socialista. La mayoría de los diarios creen ahora que el exlíder del partido François Hollande aparece como el mejor situado para ser el candidato a la Presidencia.
Entre la clase política prima la prudencia a la hora de calificar el asunto, aunque los adversarios de los socialistas destacan el daño que supone este asunto a la imagen de Francia en el mundo.