Con los sueños pueden ocurrir dos cosas. Una es peligrosa y la otra más. La primera, que en mitad de ese dulce momento despiertes y te des cuenta de que todo lo vivido es irreal. Una fantasía. Una ilusión. Calderón de la Barca sabía más sobre ese tema. La segunda, la que mayores riesgos conlleva, es que ese sueño se convierta en realidad. Walt Disney decía que “para crear lo fantástico, primero debemos entender lo real”. Es la máxima que aplica la UD Logroñés. El conjunto entrenado por Carlos Pouso se conoce a la perfección. Sabe explotar sus virtudes y las aprovecha. Además, está dirigido por un técnico que sabe leer los encuentros como pocos. Este domingo ha acertado con los cambios. Casi siempre acierta. Sin hacer un buen partido, al igual que la semana pasada, se lleva otros tres puntos a su casillero y ya suma veintidós. Una semana más será el líder del Grupo I de Segunda B y el equipo con mejores datos de toda la categoría de bronce, que no el mejor.
El Real Avilés, con camiseta rosa para reivindicar la lucha contra el cáncer de mama, tuvo más la pelota, dominó y perdió. No le inquieta a los blanquirrojos no tener el esférico en sus botas. Aguardan su momento. Esperan con paciencia de francotirador y, en cuanto el rival está en su punto de mira, gol. Certeros. Silenciosos. Sin que éste se dé cuenta, está en el suelo herido de muerte. Sin respuesta. Entonces llega el tedio, el pasar de los minutos en una lucha contra el reloj de la que se saben vencedores. Optimizan sus recursos al máximo. Sin un goleador de cifras astronómicas (véase Linares en el Oviedo), tarde o temprano aparece alguna elástica con la publicidad de Naturhouse para empujar el balón a la red. Joel Valencia fue el último. El ecuatoriano marcó el tanto de la victoria en tierras asturianas que sirve para mantenerse en lo más alto de la tabla clasificatoria.
Llevaba sólo cinco minutos en el campo. Había probado antes fortuna con un disparo lejano que atrapó David, pero en su segunda ocasión no falló. Combinación de Menudo con Gago en la banda derecha, internada del vizcaíno hasta casi salirse del terreno de juego, disparo que rechaza el meta local y esférico que le cae a Valencia. Dentro del área, rodeado de defensas, sin apenas espacio para controlar, dos toques rápidos y un golpe seco. Bang. Sayonara, baby. Hoy es mi día. A falta de un cuarto de hora para terminar el choque, el líder imponía su ley. Con reacción, pero sin ejecución, el Real Avilés intentó sobreponerse al mazazo, pero entonces apareció Miguel Martínez de Corta.
El arquero logroñés se encuentra en un momento excepcional. Seguro por alto y decisivo en cada acción, guarda las puertas de la casa blanquirroja para que nadie se pueda colar en ella. En la primera jornada le nombraron el ama de llaves y sólo lleva cinco goles encajados. Más allá de los números, las sensaciones que transmite contagian al resto: “Nada malo puede pasarnos con Miguel ahí atrás”. Christian, Berna e Iván Matas probaron fortuna. Sin suerte. “Vuelva usted mañana”, parecía decirles al levantarse del césped del Román Sánchez Puerta después de cada ocasión que había frustrado. Por su mente, como dejó escrito Larra, era otra frase la que pasaba: “¡Ay de aquel mañana que no ha de llegar jamás!”.
FICHA
Real Avilés: David Armengol; Rubén Rivera (Abraham, min. 67), Berna, Borja García, Dani López; Pascual (Iván Matas, min. 31; Antonio Matas, min. 78), Adrián León, Geni, Omar Sampedro; Chevi, Cristian.
UD Logroñés: Miguel Martínez de Corta; Gago, Zubiri, Moisés García, Sergio Martínez; Titi (Miguel Santos, min. 84), Julio Rico, Abaroa, Iker Alegre; Ubis (Menudo, min. 59), Camochu (Joel Valencia, min. 70).
Goles: 0-1, Joel Valencia (min. 75).
Árbitro: López Toca (Comité cántabro). Ha amonestado a Iván Matas, Chevi y Omar Sampedro, por parte del Real Avilés; y a Moisés García, Gago, Abaroa y Sergio Martínez, por parte de la UD Logroñés.