El cuadro de Anfield encontró en Benayoun, un actor de reparto y que cubrió la ausencia en el 'once' del lesionado Gerrard, sobre el que habían girado muchos derroches de tinta en la víspera, el ejecutor que necesitaba para decantar sensiblemente la eliminatoria de su lado. El Liverpool 'encadenó' al Real Madrid desde el principio y los blancos, que habían mejorado su versión en los dos meses previos, no se encontraron, perdieron precisión y se fueron deshaciendo hasta el 'hachazo' final.
El Liverpool dejó madurar a un mal Real Madrid para asestarle un golpe con pinta de definitivo a ocho minutos del final. De jugada a balón parado, con una remate de cabeza de Benayoun, el Liverpool desinfló de un plumazo el globo madridista. El equipo de Juande Ramos vive de los espacios y el Liverpool se los arrebató, le maniató y le tumbó a la lona en el tramo decisivo. Era entonces un Real Madrid de corazón, pero sin juego, incluso desgastado porque todas sus intenciones habían sido desbaratadas.
Benítez resolvió la incógnita de su alineación en favor de Benayoun, dejando a Gerrard en el banquillo y Juande lo hizo por Marcelo, repitiendo el dibujo de las dos últimas goleadas a excepción de Robben por Huntelaar, quien no está inscrito en la competición. Al margen de jugadores, ambos equipos desempeñaron su rol más característico. El Liverpool pobló la zona ancha para impedir la fluidez en la circulación madridista y el Real Madrid, quizá con una pausa exagerada, tomó desde el inicio el control del juego.
UN REAL MADRID SIN ARGUMENTOS
Mascherano rompió las líneas de conexión del equipo blanco y Xabi Alonso ahogó la mediapunta madridista. Sin cauces, la consecuencia era la escasa productividad ofensiva del Madrid. Tampoco encontró aliados en los costados. Obvió a Marcelo porque era un partido mayúsculo para un futbolista con interrogantes. Y Robben se dejó el 'duende' en la caseta.
El Real Madrid estaba atado y el Liverpool creció desde la comodidad defensiva. Sus transiciones hacia Torres tampoco eran provechosas aunque el internacional español dispuso de la mejor ocasión del primer acto. Pero se topó con la manopla de Casillas. El partido estaba robotizado por el planteamiento de Benítez y, cada vez más, caía del lado inglés. Mascherano imponía y Xabi Alonso dirigía el despliegue de los 'reds'.
El equipo de Juande estaba atrincherado, sin bandas ni juego interior, y sólo encontró motivos para la alegría en algunos balones robados en la zona ancha. El Real Madrid no encontró soluciones a su encadenamiento ni siquiera en Guti. El zurdo no consiguió trazar puentes entre la medular y el ataque y al cuadro de Chamartín le costó en demasía encontrar la llave de la cerradura practicada por los de Benítez.
En el lado inglés, el técnico madrileño retiró a un desafortunado Torres, que sigue sin marcar en el Bernabéu, para dar entrada a Babel, buscando movilidad ante un Real Madrid cada vez con mayores urgencias. No parecía una apuesta valiente, pero el resultado tampoco lo fue. El Liverpool entregó su suerte a una jugada a balón parado con consecuencias óptimas, una victoria por la mínima, dejando su puerta a cero que obliga al Real Madrid a una nueva proeza europea, pero lejos de su estadio, lo que se ha producido en bastantes menos ocasiones.