“El mejor pasaporte es la sonrisa”

Rioja2

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Esta es la historia de una experiencia vital, que por su profundo valor humano merece la pena sea transmitida. Begoña Eibar, riojana de nacimiento pero seguramente, tras este viaje, haitiana de corazón, decidió un día dejar su vida en Logroño y entregársela durante un tiempo al pueblo de Haití en ese momento consternado por el atroz seísmo de enero de 2010, posterior huracán y ahora abnegado por el cólera. Rioja2 les ofrece su testimonio íntegro, y es que en este caso no sobra ni una sola palabra…

Rioja2: ¿Es la primera vez que hiciste voluntariado en Haití?

El terremoto provocó la muerte de 300.000 personas, 300.000 heridos, 1.5 millones de desplazados y 1.3 millones viven en refugios Begoña: Si. Só lo había hecho un voluntariado de un mes en Santiago del Estero (Norte de Argent ina) y la experiencia me pareció escasa y quería ir a un voluntariado más tiempo. Soy El funcionaria de la Comunidad Autónoma de La Rioja y tenemos la oportunidad de licencia sin sueldo durante seis meses para cooperación internacional, así que decidí que durante el año 2010 iba a realizarlo. Mandé mi currículo a algunas ONG y a esperar. En enero ocurrió el seísmo en Haití y desde el colegio de psicólogos de Logroño recibí un llamamiento de que se necesitaban psicólogos en Haití para atender las secuelas emocionales de la población derivadas del terremoto, y no lo pensé dos veces. Una vez en contacto con el colegio de psicólogos, me enteré que el llamamiento lo hacia la Fundación Mujer Iglesia y el Movimiento de Profesionales Católicos (MIIC) de Santiago (República Dominicana).

R: ¿Tuviste algún tipo de apoyo económico?

B: Tenía que buscarlo ya que estaba dispuesta a cooperar durante varios meses, y aparte del apoyo logístico desde España, el dinero para afrontar la misión llegó de la mano de la Fundación Anacaona de La Rioja, organización que tiene un contacto muy estrecho con la Fundación Mujer Iglesia. Así que entre las dos fueron organizando como podía ser mi estancia. Anacaona apoyaba económicamente y Mujer Iglesia organizó toda mi estancia en esta isla.

R: ¿Qué te motivó a acudir a este país?

B: La tragedia del seísmo del 12 de enero de 2010, fue el detonante, pero ya he dicho que yo quería participar de la cooperación internacional y sentí que ésta era mi oportunidad.

R: ¿En qué zona/as estuviste?

Más de 50 hospitales y centros de salud colapsados o inutilizables. 1.300 instituciones educativas entre primaria, secundaria y universidad resultaron afectadas y todavía no hay universidades funcionando en Puerto Príncipe. Además hay escasos servicios de agua potable y dificultad de acceso a alimentación B: Mi destino de trabajo era la ciudad de Wanament ó Juana Méndez ó Ouanaminthe (Haití), ciudad fronteriza con República Dominicana. Realmente es el río Masacre quien marca la frontera entre Dajabón de R. Dominicana y Wanament. Por diversos acontecimientos que acaecieron durante los preparativos, se consideró más seguro que mi residencia se estableciera en Dajabón y acudiera desde allí, todos los días de trabajo a Wanament, cruzando la frontera. En Wanament el contacto era un convento de monjas Juanistas, que trabajan muy directamente con el pueblo y concretamente con las clases sociales más perjudicadas y con los excluidos. A consecuencia del terremoto, estaban desbordadas de trabajo atendiendo a los desplazados, gestionándoles estancia, alojamiento, ropa, comida y todas las necesidades primarias necesarias para el ser humano. La congregación está formada por cuatro hermanas: Nidia, Mazulie, Yolanda y Yajaira. Otro contacto era el colegio Eurêka, colegio que estaba atendiendo de forma gratuita a niños y jóvenes estudiantes desplazados por el terremoto (cerca de 200), con un proyecto precioso, que tiene todos los recursos humanos y apenas recursos económicos. Y por supuesto su director Thony Etienne (miembro activo de los Equipos Docentes). En Dajabón fui acogida por las hermanas Filipenses, cuya actividad principal es la dirección, gestión, administración y enseñanza en un colegio de nombre “Fe y Alegría” (Fundación Entreculturas-Fe y Alegría). Además de Wanament he estado, aunque de observadora en Cabo Haitiano ( Cap-Haïtien), Puerto Príncipe (en francés Port-au-Prince; en criollo Pòtoprens) y Jacmel (Jakmèl en criollo).

R: ¿Cuánto tiempo duró tu estancia?

B: Mi estancia ha sido desde principios de abril hasta finales de agosto.

R: ¿En qué consistió tu labor?

B: He desarrollado multitud de tareas, en su mayoría relacionadas con la psicología: Atención individual a personas con problemas emocionales derivados directamente del terremoto o con problemas de aprendizaje o atención, formación para agentes sociales sobre la ayuda psicológica para víctimas de emergencias, grupos de trabajo con adolescentes para reforzar su autoestima, colaboración con otras entidades en intercambio de opiniones y/o para administrarles documentación sobre comportamiento y ayuda psicológica ante emergencias (EIRENE Suisse y Mouvement pour la Coopération Internationale con sede en Cabo Haitiano, Puente de Ayuda,

Centro Puente, CRS, UJANE, Solidaridad Fronteriza,…), charlas sobre ayuda psicológica y comportamiento ante emergencias, además de visitas de dos orfanatos en la ciudad de Wanament o domicilio de familias de desplazados por el terremoto. Por encima de todo me ha gustado estar presente, participar, sonreír y recibir sus sonrisas, sentirme incluida, bailar, oírles cantar, dar cariño y recibirlo, comunicarme, hablar y escuchar, mirar y aceptar, indignarme, provocar, luchar, compartir, ser reconocida y ser cuestionada…Por lo que, como ya se refleja, mi trabajo ha sido muy completo. Durante estos meses he compartido mi tiempo y mi trabajo con niños, con jóvenes, con adultos, con profesionales, con organizaciones… Mi trabajo ha variado desde las intervenciones individuales, a las intervenciones en grupo; ha sido formativo y con un objetivo multiplicador. También de asesoramiento a instituciones y ayuda en la confección de proyectos, etc. He llegado a muchas personas y a muchos sitios, soy consciente de que a otros sitios no he llegado y a otros llegué tarde, pero así es la vida. Realmente hay trabajo para todos y todas.

R: ¿Cuáles son las necesidades prioritarias que te encontraste y que crees necesita el pueblo haitiano?

Más de 1 millón de personas continúan viviendo en campamentos improvisados, “viviendas” que están comenzando a deteriorarse y donde hay problemas de sanidad, agua, alimento, seguridad o energía eléctrica B:Teniendo en cuenta como he dicho que yo no estaba en el foco de la catástrofe del seísmo, yo estaba en una población de 100.000 habitantes y había recibido 20.000 personas desplazadas, que la población había acogido en sus casas, no había campamentos, como en Jacmel o Puerto Príncipe. Por lo que me es muy difícil contestar a la pregunta, pues el pueblo haitiano tiene muchas necesidades y con la catástrofe aún tiene más. No hay higiene, no hay limpieza, no hay atención médica, no hay luz, el agua no está tratada… todas las necesidades primarias son escasas y las secundarias también. La vida media del haitiano es de 57 años, así que mientras el cuerpo tiene fortaleza aguanta, pero se deteriora tanto que no sobreviven más de esta edad, no hay personas mayores, la mitad de la población son menores de 20 años. A todo esto tenemos que sumar que los escombros siguen en las calles, no se retiran, ya va a empezar a salirles vegetación, con lo que los problemas siguen y siguen en aumento de día en día.

R: ¿Qué organizaciones están trabajando en la zona? ¿Colaboraste con alguna?

B: Por supuesto están las grandes organizaciones: ONU, Unicef, etc. Pero yo me relacione más con otras, por ejemplo CRS, OIM, Volens, Progressio, Plan, SJRM, Plan, EIRENE. Y con otras locales, como Centro Puente, Ujane…

R:

¿Cómo viste el ánimo de la gente y cómo te acogieron?

B: Cuando llegué a Haití las personas me parecían muy tristes y preocupadas. Aún así la acogida fue fenomenal en todos los sentidos. A medida que iba pasando el tiempo no sé si era una percepción mía o era real, pero me parecía que ya no había tanta tristeza. Yo siempre procuraba, si la ocasión lo permitía, tener una sonrisa. Cuando llegaba a un sitio sonreía y saludaba y las personas me saludaban y sonreían, a medida que iban pasando los días de mi estancia, cuando me acercaba a algún sitio las personas me sonreían antes que yo saludara y eso para mí era muy grato. He aprendido que el mejor pasaporte es la sonrisa.

R: A nivel educación, sanidad, política, vivienda... ¿viste signos de reconstrucción o de control por parte del gobierno haitiano?

B: Si la pregunta es si la reconstrucción o el control son por parte del gobierno haitiano, entonces tengo que decir que poco, por no decir nada. Los mayores movimientos para el cambio o la reconstrucción están en organizaciones internacionales que apoyan a movimientos del pueblo o que cuentan con ellos para el desarrollo de sus planes. Mi opinión es que el pueblo haitiano, en su mayoría, están acostumbrados a las ayudas y esto ocasiona que sean altamente dependientes. Esto ocurre muchas veces cuando hay ayuda del exterior, y del exterior me refiero a cuando no es de uno mismo, pues como esperas que otro resuelva tus problemas te haces dependiente de eso. Otra cosas que también ocurre con la ayuda es que cuando la das, puedes estar desautorizando a las personas, por lo que estás restándoles su fuerza. Yo veo que estas dos cosas están ocurriendo mucho allí, hasta el punto que el pueblo haitiano es bastante dependiente y además tiene una perdida grande de su autoestima, de su fuerza. Creo que la cooperación tendría que seguir el camino del acompañamiento de las personas, de las entidades locales, etc., proporcionándoles lo que necesiten, pero devolviéndoles su poder o haciendo que lo recuperen.

R: ¿Cuál es el colectivo más afectado?

B: Me resulta difícil saber o decir cuál es el colectivo más afectado, pues es una población muy pobre en general. Podría decir que los niños, sólo en Wanament hay cerca de 15 orfanatos. Pero las mujeres también y los hombres, creo que no hay nadie que no esté afectado. Cerca del 80% de la población es sumamente pobre y ya sabemos que la pobreza lleva consigo miseria, enfermedad, abandono, ausencia de educación,…

Aproximadamente 100.000 niños/as muertos/as. 124.000 que perdieron a uno de sus padres y 7.000 que perdieron a ambos R: En relación con los niños, los que se han quedado huérfanos...¿en qué situación se encuentran? ¿hay algún tipo de control sobre ello?

B: Pues como decía sólo en Ouanaminthe hay 15 orfanatos. Hay muchísimos niños huérfanos, a veces se hacen cargo de ellos otros familiares, vecinos u otras personas, estas cosas no están reguladas o si lo están no he visto que se lleve a cabo la normativa. A los orfanatos se acercan personas de las ONG y estudian sus necesidades. Después del seísmo se ha agravado el tema de tráfico y trata de niños y niñas. Todas las semanas traía la policía a niños o niñas rescatados en los puestos fronterizos y se procuraba encontrar a sus familiares y devolverlos a sus lugares de origen. En muchas ocasiones a los niños y niñas los utilizan las mafias para pedir por las calles (en República Dominicana, por ejemplo), para trasplante de órganos, comercio sexual, etc.

R: ¿Qué te ha aportado esta experiencia?

Para mí ha sido todo muy bello. Había mucha dureza, no voy a decir lo contrario, pero ya sabía que eso iba a ser así, por lo que en todo momento procuraba que esa dureza no me calara tanto que me aislara de la gente y del entorno. He compartido mucho con los dos países: República Dominicana y Haití, he creado grandes lazos de amistad, hasta tal punto, que llevo aquí mes y medio y todavía siento el duelo de la pérdida. He encontrado a grandes personas y he aprendido

muchísimo. He visto como hay gente que se mueve para querer mejorar el país y como tiene muchísimas trabas burocráticas para conseguirlo (a veces esto me hacía pensar que el peor enemigo lo tenían metido en su casa). He disfrutado y he padecido el clima, he sudado a mares y me he bañado en las aguas más cristalinas jamás encontradas. Nunca me he sentido insegura y creo que si algo me hubiera ocurrido en algún momento la propia población me hubiera protegido, y esto para mí también ha sido un gran choque, el ver que desde muchos movimientos internacionales o ONG se protegían mucho y consideraban a las personas peligrosas, vivían en pequeñas islas aislados del pueblo y mi reflexión es: “como se puede colaborar con unas personas a las que no miro y de las que me alejo porque las considero peligrosas…” De esta experiencia salgo enriquecida y reforzada. Ha sido un placer trabajar allí y me quedo con todo el sabor caribeño de esta preciosa isla y estas maravillosas personas.

Actualmente la situación en Haití es crítica, siempre lo ha sido, pero ahora ha tomado el testigo una terrible enfermedad, el cólera, que ya se ha cobrado en la isla más de mil víctimas mortales y traspasa fronteras ya que han surgido casos en la República Dominicana y en Florida, Estados Unidos. A ello hay que sumarle que es una enfermedad desconocida para los haitianos y que en su estado más álgido es capaz de matar a un persona en menos de 12 horas, extendiéndose además como la pólvora en los hacinados campamentos. Es una situación insostenible, inabarcable, que ha provocado el rechazo de parte de la población hacia las organizaciones internacionales. La población acusa a los soldados nepalíes de traer el cólera a quienes también atribuyen la contaminación del río Mirbalais, que surte de agua a algunas poblaciones del norte del país, motivo que ha provocado unas revueltas donde al menos dos personas han muerto y otras 30 han resultado heridas, principalmente en el departamento de Cabo Haitiano (norte de Haití). En este sentido la ONU apunta a la existencia de partidos políticos extremistas que buscan desestabilizar el país antes de las elecciones del 28 de noviembre...¿Hasta cuándo, Haití , hasta cuándo?