El FC Barcelona sólo pudo empatar (0-0) en su visita al Rubin Kazan en la cuarta jornada de la fase de grupos de la Liga de Campeones, tras un encuentro en el que el conjunto de Josep Guardiola se encontró con un inabordable muro que fue incapaz de superar, a pesar de dominar totalmente el partido y disponer de las mejores oportunidades.
El cuadro blaugrana fue fiel a su idea pero no pudo perforar un sistema defensivo prácticamente indestructible, el de un equipo que rechazó el balón, pero cumplió su objetivo de minimizar al Barça, abortando sus opciones y sembrando la sombra de la duda para las dos jornadas finales, en las que ambos conjuntos se jugarán su pase a los octavos de final, dentro de un grupo muy igualado.
Los pupilos de Berdyev probaron las mieles de la gloria en el Camp Nou con una idea y optaron por llevarla hasta los extremos en su terreno. Casi rechazando el balón y con el argentino 'Chori' Domínguez como único jugador dispuesto a crear y no sólo a destruir, los rusos buscaban vencer a su rival por puro agotamiento de ideas.
Porque, al contrario de lo que pudiera pensarse, el principal enemigo blaugrana no era el frío. Distaba mucho de serlo. Sí lo fue el bloque perfectamente trabajado por Kurban Berdyev, que muestra una extraordinaria predisposición defensiva y una capacidad de trabajo colectivo que parece no tener fin.
Como si de una colmena se tratase, los futbolistas del Rubin Kazan cumplían con su cometido y conformaban una estructura sin carencias, sin huecos, aparentemente indestructible. Ni el fútbol de asociación del Barça, que monopolizó totalmente el control del cuero, parecía poder encontrar la solución a tanto orden defensivo.
UN SISTEMA INQUEBRANTABLE DESESPERA AL ACTUAL CAMPEÓN
Xavi ejercía, una vez más, de director de orquesta, generando combinaciones con Iniesta o Messi, sus principales socios, que trataban de desembocar en las botas de Ibrahimovic, que quizá excesivamente estático en la punta facilitaba la labor de los 'gigantes' del cuadro ruso en el centro de la zaga.
La acumulación de jugadores en las inmediaciones del área rusa avanzaba con el paso de los minutos. Nueve hombres, más el meta Ryzhikov, aparecían en los últimos veinticinco metros del terreno de juego, alineados como un ejército que atendía cualquier orden del general Berdyev.
El Barça tuvo sus opciones, la más clara a los tres minutos de juego, cuando Ibrahimovic encaró al portero ruso y su disparó se topó con el poste. Messi o Iniesta también dispusieron de buenas oportunidades, especialmente en el primer acto, pero ninguna de ellas tuvo éxito y el Rubin salió vivo.
Y es que los rusos han logrado un objetivo que parecía una quimera hace dos semanas, saldar con cuatro puntos su doble enfrentamiento con los vigentes reyes continentales y mantener intactas sus opciones de clasificación para los octavos de final, a costa de dejar fuera a uno de los dos colosos del grupo F, el Inter de Mourinho o el propio Barça.
Por contra, el conjunto de Pep Guardiola acumula su tercer empate en cuatro partidos, lo que concede una importancia vital a su próximo compromiso, ante el Inter de Milán, líder del 'Scudetto', con un billete para la siguiente ronda en juego y la posibilidad del abismo en la recámara.