El Sevilla se clasificó este miércoles matemáticamente para octavos de final de la Liga de Campeones al empatar (1-1) con el Stuttgart, en un partido en el que los sevillistas se mostraron como un equipo gris ante un rival que dominó en toda la segunda parte y que tuvo incluso opciones de llevarse el triunfo.
El choque se inició con la sorpresa de que el técnico sevillista, Manolo Jiménez, mantuvo en portería a Varas pese a que Palop ya está recuperado. Romaric por parte, entraba en liza en lugar de Renato, mientras Koné acompañaba en punta a Luis Fabiano. Enfrente, tal y como se esperaba, el Stuttgart, que se jugaba prácticamente su continuidad en 'Champions', sacaba a sus mejores futbolistas, como Hitzlperger y Pogrebnyak, a los que reservó en la primera vuelta.
Los alemanes, que llegaban a esta cita con sólo dos empates en su haber y atenazados por su mala clasificación en la Bundesliga, dieron muestras de su inocencia y lentitud desde el primer minuto, cuando erraron una contra de cinco de sus jugadores frente a dos sevillistas. Tampoco, sin embargo, estuvo acertado a renglón seguido Koné, que falló un gol con toda la portería para él, aunque el empate en el marcador iba a durar poco, pues en el minuto 13 un pase medido de Luis Fabiano a Jesús Navas fue transformado por el palaciego en el 1-0.
Pero la verdad es que el gol pareció algo natural, cuando un equipo con las limitaciones del Stuttgart juega con la defensa adelantada casi hasta la línea divisoria, frente a un adversario de la calidad y velocidad en ataque del Sevilla. Tan sólo la lesión de Koné, por el que entró Negredo, rompió la placidez del encuentro para los nervionenses. Con todo, la relajación de la zaga local permitía al Stuttgart dejarse ver de vez en cuando, aunque con tiros lejanos, por los dominios de Javi Varas.
Y es que la primera parte pasó casi sin ritmo ni tensión, como si, lejos de ser un envite de Liga de Campeones, lo que se veía sobre el césped del Pizjuán fuese en realidad un 'bolo' veraniego. Eso no impidió que, ahora sí, Varas tuviera que salvar cuando Boka, en una jugada trenzada, le encaraba buscando el 1-1, aunque se trató de un mero espejismo. Sesteando pero feliz, pues, el Sevilla alcanzó el descanso, en una noche que transcurría fiel al guión previsto.
En la reanudación, el técnico del Stuttgart, Markus Babbel, hizo dos cambios, el del zaguero Celozzi, en lugar del ex sevillista Bouhlarouz; y el del delantero, Rudy en el sitio del también defensa Hilbert. Con ellos el cuadro alemán cobró vida y acumuló tres ocasiones nítidas en diez minutos. Primero fue Squillaci, quien salvó en un mano a mano con Pogrebnyak; luego era Rudy, el que metía la puntera en una falta que se fue alto por poco y, a continuación, el larguero y Javi Varas salvaban sendos remates a bocajarro de Pogrebnyak.
Preocupado, Jiménez intentó abrir por bandas e introdujo a Perotti en el hueco de un desdibujado Capel. La respuesta del Stuttgart fue meter más 'pólvora' arriba, con el concurso de Schieber. El Sevilla había perdido el control del juego pero, como ya pasara en la primera vuelta, los germanos fallaban siempre el último pase, por más que tuvieran superioridad en ataque.
Pero a falta de un cuarto de hora el Sevilla, que ya había agotado sus cambios, se quedó con uno menos por la lesión de Duscher, que apenas llevaba un rato sobre el campo. El Stuttgart, animado sobre todo por un rival que no jugaba a nada --Negredo y Luis Fabiano no existían--, supo que había llegado su momento, y Kuzmanovic, con un golazo desde la media luna, ponía el merecido empate en el luminoso. La cosa pudo ser peor incluso, pues Schieber fallaba el 1-2 tras un pase desde la izquierda de Boka aunque, al final, el reparto de puntos fue ya definitivo.