Ledesma tiene 27 habitantes censados y solo hay un niño. En invierno no pasa ni un alma por las calles y el frío y la soledad inundan este hermoso municipio de la Sierra de la Demanda.
Pero todo cambia con el buen tiempo. Sus 27 habitantes invernales tienen que convivir con 70 personas más, aproximadamente. Son hijos del pueblo, que viven fuera pero que tienen su residencia de veraneo allí, visitantes que se han prendado del paisaje del pueblo y se han instalado durante 15 días o simplemente excursionistas o turistas que buscan tranquilidad, paz y hermosas vistas.
Como Ledesma, decenas de municipios riojanos ven resucitar su vida gracias al verano. Todo en la vida del pueblo parece cambiar. Desde los bares o centros sociales, hasta las plazas que se llenan de cuadrillas que echan la partida de mus o voces infantiles.
“La mayoría de los visitantes vienen del País Vasco” nos dice el alcalde de Ledesma, Ernesto Hernáez, “les ha gustado el pueblo y tienen su casita, aunque con la Casa Rural viene más gente de diferentes sitios”.
Hay incluso unos ingleses que se han instalado en el pueblo y que incluso se han censado en Ledesma y tienen intención de vivir allí.
Jesús y Ana son un matrimonio malagueño. Tienen familiares en Ledesma y pasan con ellos unos días en el pueblo. Han abandonado el bullicio de las playas del Mediterráneo por el frescor de los montes de la Demanda.
“Esto es una maravilla” cuentan los andaluces, “hay paz y tranquilidad, puedes bajar al río con un libro y relajarte. Es la segunda vez que venimos.”
Y seguro que repiten. Como lo hacen cada verano una cuadrilla de cincuentones que se han juntado a almorzar. Son los “hijos del pueblo”, han nacido en Ledesma pero viven en Logroño. Todos ellos pasan sus vacaciones en Ledesma. Aprovechan para cazar, pescar, echar la partida, y estar con los amigos de toda la vida. El paraíso, vamos. “Y más si las mujeres están contentas” afirma sonriendo uno de ellos.
Pero la realidad de todo el año es otra. Ledesma como muchos pueblos se dedica a la ganadería. Y los jóvenes no quieren ese oficio así que buscan otro mejor en los pueblos de alrededor. “El invierno es muy duro” dice Felisa Hernaéz, que vive todo el año en el pueblo.
Aunque Ledesma no se resigna a ser un pueblo de veraneo. Su Asociación Cultural lucha por hacerse ver gracias a actividades como las carboneras, una manera ancestral de elaborar el carbón vegetal. Cada cuatro años, los hombres del pueblo construyen una monumental pira de leña y tierra, y después de días ardiendo, consiguen sacar el carbón vegetal que abastecerá a todo el pueblo.
“Es una forma diferente de pasar las vacaciones” dice Eduardo Hernáez, miembro de la Asociación Cultural e “hijo del pueblo”. Pero merece la pena retornar al pueblo. Aunque sea una vez al año.