Encuentra a su familia en Logroño 80 años después, pero las incógnitas de su pasado continúan

Parecía imposible encontrar una pista sobre el pasado de Elena más de ochenta años después de que se perdiera en Barcelona y nadie la reclamase. Pero contra todo pronóstico, los datos empezaron a cuadrar y este verano Elena ha conocido a su familia materna, ha podido ver por primera vez fotografías de su madre y ver la casa de Logroño en la que pasó sus primeros años de vida.
Su hija Silvia Quintanilla también ha descubierto que no se se llama Elena y que, en realidad, tiene dos años más de los que ella pensaba. Aunque su hija ha preferido no contarle este dato y toda esta historia, lejos de hacerle más mayor, “es como si me hubieran dado más vida”, sentía Elena al enterarse.
No fue sencillo conseguir encajar las piezas de un puzzle e incluso todavía quedan piezas y misterios por resolver. Lo primero fue encontrar a Pablo a través de redes sociales, a quien le cuadraban algunos datos del origen de esta señora perdida en Barcelona con unos seis años. La prueba de ADN confirmó que Pablo y Elena eran primos hermanos, sus madres eran hermanas. A través de Pablo, pudieron confirmar que la madre Elena se llamaba Gabriela, uno de los pocos datos que tenían al comenzar estas investigación.
Después, consiguieron contactar con otra parte de la familia. María del Mar era nieta de Inés, otra de las hermanas de Gabriela, y tenía un dato que daba luz al pasado de Elena. Al preguntar hace muchos años por una foto de una niña, su padre le contó que era hija de su tía Gabriela, que había sido madre soltera en Barcelona. “Le contaron que vivía con ellos en Logroño, pero un día fueron a casa la Policía y unos abogados, en nombre de su padre biológico y se la llevaron. La robaron diciendo que estaba abandonada y mal cuidada. Y nunca más pudieron saber dónde estaba”, explica Silvia Quintanilla.
“Tanto Inés como Gabriela lo sintieron mucho y no pudieron saber donde se habían llevado a la niña y su desaparición nunca se volvió a comentar con el resto de la familia. Todo quedó como una secreto”, apuntan. De hecho, casualmente, Gabriela volvió a Logroño al enviudar y vivió con María del Mar más de diez años hasta que murió y nunca le habló de su hija.
Elena ya ha viajado dos veces a Logroño para encontrarse con su familia y ha podido conocer a su madre a través de fotografías. El parecido entre ambas es una buena prueba genética y en este caso, no deja lugar a dudas. “Mi madre esta feliz, lo considera un regalo de la vida y toda la nueva familia está encantada con ella”, cuenta Silvia.

La investigación continúa
Aunque satisfecha por todo lo conseguido, Silvia quiere seguir juntando las piezas del pasado de su madre. Así encontró en un archivo de la Maternidad de Barcelona la partida de nacimiento de una niña nacida en 1934, hija de Gabriela González Jiménez y padre desconocido. Así encontraron que Elena se llamaba en realidad Montserrat y que había nacido dos años antes de lo que pensaban.
Lo más probable es que Gabriela llevara a su hija a Logroño para que la cuidara su hermana Inés mientras ella trabajaba en Barcelona, y de ahí se la llevaron. Aquello ocurrió en el número 18 de la avenida Solidaridad (que en aquel momento correspondía a la dirección calle Villamediana, 8) entre 1939 y 1940.
Por ello, la familia de Elena busca ahora quien pudiera recordar algo de lo ocurrido en esa dirección cuando se llevaron a una niña. Creen que tuvo que impactar en el barrio y que eso les permitirá seguir tirando del hilo de la infancia de Elena. Para ello, Silvia pide que si alguien puede aportar algo de información contacte con ella a través de WhatsApp en el 630401116.
Silvia Quintanilla ha conseguido que su madre se reencuentre con sus raíces y piensa seguir completando todas las páginas en blanco que tenía su vida y respondiendo todas las preguntas que siguen en el aire: “¿Por qué el padre la busca a Logroño y luego la abandonan a Barcelona? ¿Nadie la reclama? ¿Por qué le llamaban Elena y no Montserrat? ¿Quien era el padre? ¿Gabriela nunca explicó nada a sus sobrinos?”.
Todas las casualidades de esta historia le han salpicado también a ella: “en la vista a Logroño le regalan a mi madre una medalla de Gabriela con sus iniciales y una fecha: 18/3/1967. ¡El día que yo nací! Seguramente una casualidad porque compartíamos cumpleaños, pero sentí que se cerraba una historia de esta forma tan bonita”.


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