Cada persona experimenta el estrés de forma diferente, pero hay pautas comunes que ayudan a combatirlo en todos los casos: seguir una vida lo más ordenada posible; acostarse a la misma hora y dedicar suficiente horas de sueño; practicar algún tipo de ejercicio de manera regular (ej. actividad física, yoga o Pilates) y en su defecto pasear al menos 15-20 minutos diarios; cuidar la alimentación, reduciendo la ingesta de comidas ricas en proteínas, grasas y carbohidratos refinados y aumentar la ingesta de verduras, legumbres, cereales y frutas; beber abundante líquido, especialmente agua y jugos naturales de frutas y evitar la toma de excitantes como las bebidas de cola o el café.
En el hombre primitivo, el estrés era la reacción natural o espontánea que tenía el organismo ante situaciones peligrosas o amenazantes (ej. aparición de una fiera salvaje etc.). Hoy en día, este tipo de situaciones relacionadas con la supervivencia no son habituales y el tipo de estrés que sufre el hombre moderno tiene otro tipo de matices más sutiles. Se puede decir que en la sociedad moderna, el tipo de estrés al que estamos sometidos está relacionado con nuestras reacciones al ambiente que nos rodea así como a nuestros propios pensamientos y sensaciones.
TIPOS DE ESTRÉS
Son diversos los factores que pueden derivar en una situación de estrés, como por ejemplo:
- estrés físico: ejercicio, trabajo duro, un parto etc.
- químico: contaminantes medioambientales, café, tabaco, alcohol etc.
- mental: mucha responsabilidad, horarios de trabajo muy largos, ansiedad, preocupaciones, presión en el trabajo etc.
- emocional: enfados, frustración, tristeza, celos, muerte de un ser querido, traición etc.
- nutricional: alergias alimentarias, desnutrición etc.
- traumático: infección, quemaduras, heridas, temperaturas extremas etc.
- psico-espiritual: presiones en el trabajo, insultos por parte de otros, etc.
Como se puede ver, el estrés de la vida moderna presenta unos matices que van mucho más allá de la mera respuesta de supervivencia que tenía el ‘hombre de las cavernas’. Asimismo, no todas las personas reaccionan igual a los factores ambientales y por tanto el posible estrés resultante ante un mismo estímulo puede variar mucho entre unos y otros.
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