En los últimos años, la concepción de Irán como un país miembro del eje del mal ha llevado a muchos países occidentales a creer cualquier rumor, noticia o acción negativa que se atribuyera al régimen iraní. No es que la República Islámica de Irán haya sido un Estado utópico en el que las libertades y derechos fueron respetados por encima de todo; pero es muy posible que parte de ese miedo que ha causado en Occidente sea sólo producto de la imaginación.
El pasado 12 de junio, las elecciones presidenciales en Irán demostraron al mundo entero que el régimen de los ayatollahs podía ser de lo más corrupto y menospreciar las libertades y derechos fundamentales de gran parte de su población. El castigo por mostrarse en desacuerdo con los cuestionados resultados electorales que daban la victoria a Mahmud Ahmadineyad ha sido una brutal represión que se ha llevado por delante la vida de decenas de iraníes.
Las imágenes de las manifestaciones por las calles de Teheran han recorrido todo el planeta, son una realidad casi tangible. Algo imperdonable que puede imputarse directamente al gobierno del presidente Ahmadineyad.
Sin embargo, ¿qué se conoce realmente de la amenaza nuclear iraní? La comunidad internacional, liderada por Estados Unidos, ha insistido en la idea de que el régimen de Irán se pudiera estar haciendo con un importante armamento nuclear, gracias al enriquecimiento de uranio. Pero, por el momento, esta acusación es algo que no se ha podido comprobar.
El presidente iraní ha respondido ya varias veces ante estas declaraciones, negando el uso del uranio con fines militares, pues según Ahmadineyad, el programa nuclear iraní responde a fines energéticos civiles. Además, el gobierno de Irán siempre ha reclamado ante la comunidad internacional su derecho a desarrollar su propio programa nuclear, siempre con fines pacíficos.
Estados Unidos parece no creerse este discurso
e insiste en la idea de que el régimen iraní podría tener en poco tiempo armas nucleares. “Tenemos una gran preocupación porque Irán esta intentando deliberadamente, como mínimo, conservar la opción de las armas nucleares”, declaraba hace un mes el embajador de Estados Unidos ante la Agencia Internacional de la Energía Atómica, Glyn Davies.
“Irán está ahora muy cerca de poseer o posee ya suficiente uranio poco enriquecido para producir un arma atómica si toma la decisión de seguir enriqueciéndolo hasta que sea apto para armas [...]. Esto acerca a Irán a una posible, peligrosa y desestabilizadora capacidad desarrollada”, insistía Davies.
Ideas como las del embajador estadounidense son las que más han calado en la opinión pública occidental, de manera que la percepción de Irán como una amenaza para la paz internacional sigue estando presente. Por otro lado, los continuos ataques que el presidente iraní lanza contra Israel tampoco contribuyen a acabar con esta imagen, pues aunque sean sólo palabras de ellas se desprende un odio irracional.
La realidad nuclear de Irán ha sido muy bien definida por el director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica, el egipcio Mohamed el Baradei, quien ha declarado que los inspectores internacionales “no han visto pruebas concretas de que Teheran haya puesto en marcha un programa de armas nucleares a pesar de que mucha gente está hablando de que el programa nuclear de Irán es la mayor amenaza que afronta el mundo.” Para Baradei “la amenaza se ha exagerado de muchas maneras”.
Hay que recordar que, recientemente, Ahmadineyad ha invitado al Organismo Internacional de la Energía Atómica ha visitar su nueva central nuclear de Qom, la cual ha despertado sospechas entre el grupo 5+1 (formado por EEUU, Francia, Alemania, China, Rusia y Reino Unido).
El próximo 25 de octubre ha sido la fecha elegida para esta visita que despejará las dudas sobre qué es lo que realmente se trae Irán entre manos: un arma nuclear o su propio desarrollo energético.
La transparencia
del propio Irán y de las demás potencias parece la única salida para acabar con una falsa creencia que contribuye a desvirtuar la imagen de Irán en el contexto internacional.