Componer y recitar versos sobre la España Vaciada, poner en valor que Anguiano rebosa vida, hacer sonreír a los presentes, pero sin dejar de lado la reivindicación. Desde 2018, Fernando Muñoz es el cachiberrio de Anguiano. Su misión: recitar versos sobre la actualidad política y social del lugar y sobre su Santa, Magdalena, acompañando a los ocho danzadores durante la Danza de los Zancos. Se nutre para componer de anécdotas y de las vivencias de los más pequeños del pueblo, que garantizan, como asegura, el futuro a una de las tradiciones más populares y queridas de La Rioja.
“Me gusta esperar a última hora para escribir los versos, porque siempre surge alguna anécdota graciosa los días previos a la danza”, cuenta Muñoz. “Me gusta hablar de actualidad, de alguna cosa que haya sucedido en el pueblo e incluso recalcar aspectos sobre la España Vaciada, que en Anguiano sigamos manteniendo un colegio a pesar de ser un pueblo pequeño”, ejemplifica. “Han nacido cinco críos y son cositas que me gusta recalcar, que los pueblos siguen vivos a pesar de lo que muchos crean”.
Este año las fiestas de la Magdalena coinciden con las votaciones de las elecciones generales, fuente de inspiración, asegura, para los versos de este año. “Estaremos todos acordándonos de las personas a las que le ha tocado mesa electoral”. Afortunadamente, como señala, ningún danzador ha sido seleccionado en el sorteo.
Este viernes dieron comienzo las fiestas y, con ello, la primera bajada de la cuesta por los ocho danzadores. “Este año no hay nuevas incorporaciones, el año pasado se incorporaron dos chavales nuevos, porque se retiraron dos, Saúl y David”, comenta Muñoz que reside en la localidad y ve como está se llena de ambiente cuando se acerca la fecha. “Seguramente, como suele ser habitual, el 23, el último día. habrá algún chaval de la escuela que haga la bajada, a lo largo de las fiestas se alternará alguno, esperamos que no sea por lesión, sino por cansancio y por dejar entrar a los chavalillos nuevos”.
La figura del cachiberrio no es exclusiva de Anguiano, pudiéndose encontrar en otros enclaves riojanos. “Empecé a ser el cachiberrio por casualidad, yo siempre estaba metido en el mundillo de la danza, pero mi labor siempre era estar parando a los danzadores”, cuenta. “Por circunstancias de la vida, el que era el cachiberrio de Anguiano se fue a vivir al extranjero y el día de que subimos a por La Santa a la Ermita una vecina me dio unos versos para que leyera, porque sabe que a mí no me da vergüenza hablar delante de la gente, los leí y a raíz de eso la gente me preguntó por qué no me ponía yo, y pues encantado, lo que no voy a dejar es que una tradición quede desierta”.
El primer documento que se conserva sobre los danzadores de Anguiano data en el año 1603, siendo la manifestación cultural más antigua de La Rioja. Además es considerada Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial. A día de hoy la tradición, como agradece este vecino, sigue viva y muy arraigada, también en los más pequeños de la localidad que, durante estos días, pasean vestidos con el traje e, incluso, con zancos a su medida. “Se manejan perfectamente, como lo maman desde pequeñitos lo asumen como suyo y como parte de su pueblo”. También muestran interés niños de fuera del pueblo, que participan en la Escuela de Danzas.
“Cuando llegan las fiestas a los chavalitos les entra fiebre por la danza y les ves a ellos lanzándose por la cuesta sin zancos ni nada”, comenta. Al igual, los versos del cachiberrio continuarán sonando en Anguiano. “El año pasado vi a unos niños jugando, con la anécdota curiosa de que uno hacía de cachiberrio, pasé por al lado, sin que se dieran cuenta y me resultó muy gracioso”, agradece. “Creo que habrá relevo, habrá relevo”.