Alerta. Si la derrota de la UDL es noticiosa, no perdía en casa desde septiembre (jornada 4 ante el Sporting B, por 0-2), lo es más la manera en la que se dejó remontar un 2-0, pasada la media hora, para mostrar su peor cara en una segunda parte para el destierro, de la cual Sergio Rodríguez quiere extraer conclusiones positivas para que no se vuelva a repetir. Quizá sea la manera de obrar, pero con el Mirandés tan cerca, a la vez que tan lejos, la victoria frente al Oviedo B -un rival que no ganaba a domicilio desde diciembre- era necesaria para, además de consolidarse entre los equipos con plaza para la fase de ascenso, para confirmar en serio que el conjunto blanquirrojo está capacitado para grandes cosas esta campaña.
Sin embargo, el 3-4 visto en Las Gaunas, más allá de pensar que sea una mala tarde, no invita al optimismo de cara a tres eliminatorias a doble partido. La que sigue siendo la mejor defensa del grupo encajó 4 goles, demasiados en casa, tres de ellos en la segunda mitad, donde los riojanos no lo hacían desde la jornada 5, la disputada en La Planilla. Datos que aportaban solidez a un bloque que quizá esté pensando ya en lo que suceda después del 19 de mayo, pero la realidad es que no hay que ir más allá del enfrentamiento ante el nuevo colista, el Vitoria-. Un claro ejemplo es lo acontecido después del 2-0 en un partido en el que no estaba ocurriendo nada, en el que había dos equipos que querían hacerse con la pelota, en el que los riojanos estaban cómodos porque no sufrían y además percibían que podían hacer daño ante un oponente que se desordena cuando pierde la pelota.
Por eso en esa pelea por llevar los ritmos, el Oviedo B era más paciente, todo lo contrario que una UDL que tocaba más de lo que viene acostumbrando, pero para terminar con acciones verticales, sobre todo, cuando montaban transiciones ofensivas. En una de ellas, Iñaki corrió por su costado y centró. Córner. Ahí se desencadenaron los mejores minutos del bloque local. Salvador la puso en el segundo palo, Lucas Díaz se la ‘comía’ y Bobadilla, a placer, desequilibraba el partido. Pedrito, primera vez como titular, aparecía con dos acciones de mérito por su perfil. En ambas buscó a Rayco, que tiene galones pero que no acaba de aparecer cuando el choque se pone cuesta arriba. En la primera, el canario no se la esperaba; en la segunda, el remate era complicado y se marchó fuera.
Luego vino una mano de rebote de Lobato que ayudaron a Rayco para sumar un nuevo gol, un 2-0 pasada la media hora que encarrilaba la contienda. Con lo que nadie contaba era con un mínimo arreón de su oponente. Lobato centró de lujo una falta lateral y Ernesto, sin duda el mejor jugador, se lanzaba en plancha, en una muestra de fe, para peinar y dar vida al filial ovetense justo antes del descanso. Javi Rozada movía ficha y ponía en escena a Sandoval por el perfil zurdo.
Por ahí vino la primera oportunidad de los visitantes para empezar el segundo acto. Centro lateral, nadie despeja -una muestra de la debilidad que empezaba a exhibir la zaga riojana- y Alarcón, con tiempo, se quiso gustar tanto que buscó la escuadra. Sin que la UDL espabilara, centro raso y fuerte de Ahijado, similar al de Lobato segundos antes. De nuevo, la defensa está mirando y la pelota le llega a Sandoval para el 2-2. En medio de la empanada defensiva de los blanquirrojos, centro lateral de Sandoval y Ernesto no llega por poco para remontar. Sólo habían pasado 7 minutos de la segunda parte.
Ni los ligeros pitos modificaron el escenario. Sergio Rodríguez tenía a Olaetxea en la banda y el exjugador del Gernika vio como el Oviedo B montaba la contra, el balón tocó en la mano de Ernesto, que amortiguó el cuero, para que Sandoval avanzara y tirar con potencia. Miguel repelió el disparo, pero Ernesto, desde la frontal y sin parar, en otra muestra de fe, batía al capitán de la UDL. Entonces al cuadro carballón le entró el miedo a ganar. Daba un paso atrás cuando probablemente podía haber hecho sangre. Eso le dio vida a un equipo grogui.
Se lanzaron varios saques de esquina y en un centro lateral, acción puntual, Ander Vitoria estaba donde debía para hacer creer a la grada en que era posible dar la voltereta -pese a que la estadística diga lo contrario. Pero sin tiempo para comprobar si se podía llevar a cabo, Bobadilla se durmió en el área pequeña, Ernesto le ganó la partida y dejaba helada a la afición local con el 3-4. Faltaban casi veinte minutos, con el tiempo de descuento, pero la UDL, pese a volcarse sobre Lucas Díaz, no dio muestras de estar en condiciones de sumar.
Sin centros laterales, sin ocasiones, con mucho corazón, con pocas ideas y escasa circulación, con Bobadilla de delantero como último recurso. Sólo Ñoño, demasiado individualista, parecía capacitado para romper el guion. El andaluz lo intentó, pero su tiro en el minuto 91 se marchó rozando la escuadra. Dice Sergio Rodríguez que no hay que lapidar a los jugadores, que hay que aprender de los errores y que ha sido un mal día. Puede ser, el problema es que esto quita credibilidad para las jornadas que vienen, donde primero hay que confirmarse entre los cuatro mejores (el Mirandés está ya a 6 puntos y el Barakaldo viene por detrás a 2).