Gonzalo Valiente, docente: “Sin la inmigración y la incorporación de las mujeres, vamos hacia un suicidio para la construcción”

María y Elisabeth quieren trabajar en la construcción y se están formando para ello. Saben que el hecho de ser mujeres todavía supone una barrera en un sector totalmente masculinizado, pero esta próxima semana tendrán la mejor ocasión para demostrar que el saber hacer y la buena mano en las obras no entiende de sexos. Y es que ellas son las dos alumnas escogidas para representar a La Rioja en una competición en CEVISAMA, la feria del sector cerámico, equipamiento para baño y piedra natural que se celebra en Valencia la próxima semana.
María Ruiz Hernández trabajaba en la hostelería, pero sentía que quería cambiar de sector. Elisabeth Terrero Feliz no sabía qué hacer con su futuro y siempre le había llamado la atención el trabajo de su padre, albañil. Así es como ambas llegaron al Ciclo Formativo de Grado Medio de Obras de Interior, Decoración y Rehabilitación que imparte el IES Batalla de Clavijo en la Fundación Laboral de la Construcción. Ahora, en su segundo año y a punto de empezar la fase formativa en empresas, ambas se mueven a la perfección entre llanas, cemento, paletas, yeso, mortero y cinceles.
“Cuando nos ofrecieron participar en este certamen en Valencia enseguida pensé en estas dos alumnas”, explica Gonzalo Valiente, jefe del departamento de Edificación y Obra Civil de este centro, “y no solo porque sean las mejores de su promoción sino porque además me parece importante visibilizar la presencia de la mujer en un sector sin presencia femenina y que, sin embargo, necesita a toda costa mano de obra”.

La presencia de las mujeres ha ido creciendo en determinados puestos relacionados con la administración, la jefatura de obra o la prevención de riesgos pero en la mano de obra directa en la construcción todavía es muy escasa. Sin embargo, este año por primera vez desde que empezó a impartirse hace cinco cursos, el alumnado del grado es paritario. Diez chicos y diez chicas formándose para un trabajo que necesita con urgencia mano de obra. Y lo hacen a través de un novedoso modelo de aprendizaje por proyectos. El suyo es construir una vivienda a lo largo de los dos cursos que durará su formación. “En cada uno de los módulos o materias irán aprendiendo diferentes cosas sobre planos, construcción o materiales que luego aplicarán en su propio proyecto”, explica Valiente.
Ese dinamismo en la enseñanza más práctica y el hecho de trabajar con las manos volviendo a redescubrir el juego que dejaron en la infancia, es lo que resulta más atractivo al alumnado. María ha descubierto un nuevo oficio al que quiere dedicarse cuando acabe de estudiar y Elisabeth asegura que entró sin saber muy bien qué hacer y sale ahora “muy contenta”. Sin embargo, ambas temen una realidad: la dificultad para incorporarse al mercado laboral por el hecho de ser mujeres.
“Estamos muy bien preparadas y sabemos y podemos alicatar o solar exactamente igual o mejor que nuestros compañeros chicos”, explica María, “pero sigue habiendo muchos hombres en el sector que piensan que una mujer no puede hacerlo”. Por eso creen que su participación la próxima semana en el certamen de Valencia es una gran oportunidad. “Allí nos va a ver mucha gente de muchos entornos diferentes dentro de lo que es el mundo de la construcción y verán que lo que hacemos es profesionalizar y dignificar el oficio, y eso se puede hacer igual siendo hombre que mujer”, afirma rotunda.

Lo único que creen que les diferencia de sus compañeros es la fuerza física. “Igual nos puede costar más manejar una pieza que pesa mucho, pero es que no todo el mundo hace todo igual y también hay cosas que nosotras hacemos mejor”, defiende María. Sin embargo, su profesor no está de acuerdo en que la fuerza sea un inconveniente. “Hay que borrar esos dogmas que nos hacen creer que en la construcción hay que ser superhombres”, replica Gonzalo Valiente, “hoy en día por las normativas de salud laboral, los sacos de material no pueden pesar más de 25 kilos y hay además métodos y herramientas que antes no había. Hay que quitarse eso de la cabeza”.
Lo que sí cree que es un problema para la inserción laboral son los prejuicios “porque detrás de ese mundo laboral hay empresarios que son los que contratan y los que todavía no ven a las mujeres como iguales”. Sin embargo, su experiencia como docente le dice que son ellas las que muestran mayor interés y dedicación en su fase de formación y las que asumen mejor las responsabilidades.
También tiene claro que, ante la evidente falta de profesionales, la construcción no tiene más opciones que alimentarse de la inmigración y de la inserción de la mujer en el oficio. “Los escenarios actuales de cierre de fronteras que se plantean en Europa y el rechazo a las mujeres son un suicidio para la construcción”, argumenta.
1