Hace unos días el periodista riojano Javier Alonso, hasta hace unos meses presidente del Colegio de Periodistas de La Rioja, consiguió acabar con la enfermedad que su mujer padecía desde hace once años. Lo hizo donándole uno de sus riñones, en una operación que se realizó con éxito en el Hospital de Cruces de Bilbao, fruto de la colaboración entre los sistemas sanitarios de La Rioja y el País Vasco y de una decisión tan meditada como valiente.
Ahora, en pleno proceso de recuperación, Alonso ha decidido compartir su experiencia a través de sus redes sociales, con una carta abierta en la que explica los beneficios de las “donaciones en vida”, por encima de otras técnicas más extendidas como la diálisis y las donaciones de cadáveres.
“No es un acto de generosidad ni de valentía”, explica, “sí es un acto de amor”. Además de explicar su experiencia y agradecer el trabajo de los profesionales sanitarios que les han acompañado a él y a su esposa Maika en este proceso, el periodista lanza un llamamiento al apoyo de esta técnica, que puede salvar vidas y dotar de esperanza a todas esas personas que viven años pendientes de un trasplante que en ocasiones no llega porque “los accidentes de tráfico, por fortuna, son cada vez menos letales, y la esperanza de vida hace que las personas cada vez vivamos más, pero nuestros órganos lleguen al final del trayecto inservibles”.
Carta completa de Javier Alonso
Operación Amor
Acabo de salir del Hospital de Cruces, donde nací hace 51 años. Salgo con un riñón menos que los que tenía cuando entré hace 6 días. Pero más feliz. Ahora ese órgano está trabajando en un nuevo destino, en el costado de Maika, mi amor desde hace casi 30 años. Este sábado se cumplirán 28 desde que nos casamos. Ella estará todavía en el Hospital, pero lo celebraremos de todos modos.
Me pedía hace unos días una amiga periodista, Teresa, que escribiese mi experiencia. Más que mi experiencia me apetece hacer dos reflexiones. La primera, dirigida a todos. Creo que este no es un acto de generosidad. Ni de valentía. Sí es un acto de amor (como me dijo el otro día mi amigo Isi, “una operación de amor”). Sostengo que cualquiera de vosotros que estéis leyendo esto lo haríais por uno de los vuestros. Aunque mi enfermera Vero me lo desmentía esta mañana (“Uy, te digo yo que no, que he visto muchos casos”), prefiero seguir pensando que si hay verdadero amor, nadie dudaría ni un segundo. Como le decía hace poco a mi amiga Aurora, no es un acto de generosidad, sino de egoísmo. Cuando mejore la calidad de vida de Maika, mejorará la mía y la de toda mi familia. Creo que como sociedad debemos dotar de normalidad a las donaciones entre vivos, quitarles connotaciones de heroicidad y bajar el volumen de esa musiquilla épica que escucho de fondo. ¿Sabes lo que es generosidad? Me contaba el Dr. Arruza, el urólogo que trasplantó mi riñón a Maika, que un médico al que él había tratado había donado un riñón “para quien lo necesitase”. Quizás este gesto de solidaridad y generosidad infinita sea necesario en el futuro.
Y aquí enlazo con mi segunda reflexión. Esta va dirigida a los profesionales y a las instituciones sanitarias. Pido disculpas de antemano por la injerencia: me expreso desde el desconocimiento y hablo con el corazón y desde mi exclusiva experiencia. Creo que hay que normalizar y fomentar las donaciones de riñón entre vivos y eliminar la hemodiálisis como una parte casi inevitable del proceso de los enfermos con insuficiencia renal. Pienso que desde el primer diagnóstico al enfermo de riñón se le debería mencionar la posibilidad de una donación inter vivos como una opción. Casi siempre los enfermos acuden con familiares a estas consultas médicas y que empiecen a oír hablar de ello desde el comienzo facilitaría las cosas. A Maika le diagnosticaron la enfermedad hace 11 años. El mensaje más o menos fue: “Si te cuidas puedes aguantar unos cuantos años con tus riñones, después pasarás a diálisis y a esperar un riñón de cadáver, que seguro que llegará”. Hasta bastantes años después que el Dr. Gómez Alamillo nos habló de los trasplantes entre vivos y de los trasplantes cruzados de donantes vivos, nadie cambió el discurso. En cuanto lo escuchamos, cambió nuestro enfoque y nuestras expectativas. En mi opinión el mensaje de esa primera visita debería ser algo así: “Si te cuidas, puedes aguantar unos cuantos años con tus riñones; cuando se estén agotando cabe la opción de encontrar un donante vivo si existe en tu entorno, o de un trasplante de cadáver; la hemodiálisis es la última opción mientras aparece ese riñón”. Los familiares nunca deben ser coaccionados ni por el enfermo ni por los profesionales sanitarios, pero creo que tienen derecho a escuchar esto, interiorizar la alternativa, prepararse para ella y, seguro que en muchas familias habría cola de potenciales donantes (parejas, hermanos…). Y esto teniendo en cuenta que los riñones de cadáver cada vez van a escasear más: los accidentes de tráfico, por fortuna, son cada vez menos letales, y la esperanza de vida hace que las personas cada vez vivamos más, pero nuestros órganos lleguen al final del trayecto inservibles. Es mi osada y humilde opinión, que solo pretende poner su granito de arena a un sistema ejemplar como el español, como todo el mundo sabe. Y lo digo desde el agradecimiento al sistema, a los profesionales que nos han tratado durante todos estos años (y lo seguirán haciendo por muchos más) y poniendo el énfasis en la magnífica coordinación entre las Administraciones sanitarias de La Rioja y Euskadi. Mi agradecimiento a todos los profesionales que nos han atendido estos años, a todos (médicos, enfermeras, auxiliares, administrativos…), aunque lo personalizo en las nefrólogas Dra. Huarte y Dra. Artamendi, las últimas con las que nos las hemos visto en La Rioja esos dos últimos años, y al equipo médico de Cruces, al nefrólogo, el Dr. Gorka García, y a los dos urólogos que nos operaron, un gran tándem: el Dr. Padilla que extrajo mi riñón, y el Dr. Arruza que se lo implantó a Maika.
Si has llegado hasta aquí y estás de acuerdo compártelo. Si necesitas mi testimonio en cualquier otro formato para difundirlo, estoy a tu disposición. Colabora en la Operación Amor.
Os dejo esta foto para ilustrarlo, este robado que me hizo mi hijo Ander (él y mi hija Nuria son dos excepcionales cuidadores) recién desriñonado el pasado miércoles.