Dos tiempos, dos mundos. Es lo que tiene la pretemporada, que para repartir minutos Carlos Pouso diseña dos onces diferentes. Así, es entendible ver una primera mitad con un UD Logroñés más a merced de su rival, más vulnerable en defensa, con menos creación y observar una segunda con un bloque más dominador, más lanzado al ataque, con más pegada. Es la manera de comprender cómo un equipo cede 3-1 en 45 minutos y cómo es capaza, 45 minutos después, de lograr un parcial de 0-2 que iguale la contienda (3-3). Un resultado, como todos los de esta fase inicial, que sin acabar de tenerse en cuenta empiezan a avisar de lo que puede dar de sí este cuadro blanquirrojo.
Fermín; Miguel Santos, Herreros, Zubiri, Paredes; Birane Ba, Adrián León; Joel Valencia, Camochu, Adrián León; y Jordan fue el once inicial. Oportunidad para comprobar cómo va la adaptación del senegalés, al que le falta presencia para echarse el equipo a la espalda -cuestión de tiempo-. Jordan, esta vez sí, aprovechó su oportunidad para adelantar a los suyos a los 4 minutos tras un despiste local. Un gol que le dará moral. En el aspecto ofensivo poco más se vio porque el Guijuelo fue dueño y señor del encuentro.
El ejemplo fue el empate, una buena acción colectiva que culminó Néstor Gordillo, a los 13 minutos, con un remate de calidad. Pasada la media hora, Piojo aprovechó su velocidad para colocar a los de Rubén de la Barrera por delante y, de nuevo, Néstor Gordillo ejercería de rematador para ampliar la renta al filo del descanso. Probablemente, la versión mostrada por la UDL no era la deseada, al menos en cuanto a su evolución exhibida hasta la fecha. El resultado era evidente.
Vuelta de tuerca
Había que reacciónar y Pouso movió ficha: Fermín; Julio Rico, Borja, Santelices, Reguilón; Jacobo Tigo, Chevi; Titi, Pere Milla, Íker Alegre; y Carlos Fernández dieron otro aire. Por de pronto, el centro del campo adquirió protagonismo para bien. Jacobo Trigo dio solvencia y aplomo, mientras que Chevi confirmó que esta campaña quiere manejar a su equipo. Ahora, la UDL gozaba de la posesión, un bien preciado para un Guijuelo que apuesta por el control. Titi e Íker Alegre amenzaban por los costados y ahora el cuadro blanquirrojo había ganado en consistencia.
Titi, después de una buena asistencia del nuevo, el chaval cedido por el Real Madrid, recortaba antes de la hora de partido. Un tanto que animó a los riojanos a continuar por la senda iniciada tras la entrada a los vestuarios. Y fue Reguilón, protagonista en sus primeros minutos, el que volvió a encontrar a Titi para que el asturiano empatara a un cuarto de hora del final. Las sensaciones era de que si el UD Logroñés continuaba podía remontar. Pero el Guijuelo se aferró a Royo, el meta riojano, para aguantar.
No es cuestión de enjuiciar a los futbolistas, pero seguro que el técnico vasco ya empieza a atisbar su columna vertebral -ya la maneja desde la campaña pasada-. Sobre todo después de la metamorfosis sufrida el equipo tras el descanso. Cierto que fueron dos onces diferentes y también que la imagen mostrada fue diversa. Quizá el Guijuelo quiso agradar desde el comienzo y la apuesta de Rubén de la Barrera era mostrar sus bazas al comienzo. Lo mejo, sin duda, la reacción blanquirroja tras un marcador advsero, lo cual da carácter. La próxima cita, ante el Bilbao Athletic, otro rival de superior categoría.