El Muelle de Carga fue desde 1890 parte fundamental de la historia de Bodegas Franco-Españolas. Antiguamente utilizado como muelle de expedición de mercancías, este espacio ha sido transformado para recuperar su protagonismo como lugar de exposición, venta y degustación de vinos. Este proyecto rinde homenaje tanto a aquellos que soñaron con llevar los vinos de Rioja como los icónicos Bordón y Diamante, por todo el mundo, como a los que cada año, desde Logroño o desde cualquier rincón del planeta, se acercan a compartir el sueño del proceso vitivinícola.
Borja Eguizábal, Director General de Bodegas Franco-Españolas, destaca que este proyecto es una apuesta de su familia que lleva años madurando la idea y sienten que recuperando El Muelle de Carga recuperan parte de su historia y la de sus vinos, Rioja Bordón y Diamante, pero también la de vinos icónicos como Bordón D´Anglade o Viña Solé. “Una historia que comenzamos a escribir en 1890 y que ha dado la vuelta al mundo, conquistando: Madrid, París, Berna, Amsterdam, Oslo, Nueva York, Buenos Aires, Shangai, Tokio…, El Orient Express, el Waldorf Astoria, el Hotel Plaza… y cada uno de estos viajes comenzó aquí”, señala Eguizábal.
El antiguo muelle era un punto de encuentro entre los que llegaban y los que se iban. Entradas, salidas y esperas daban vida a este espacio histórico. Hoy, “El Muelle de Carga” se reinventa como un lugar donde compartir, degustar y adquirir los vinos de una bodega con más de un siglo de historia.
El nuevo espacio, ubicado estratégicamente con vistas al río Ebro y una salida directa al jardín frontal, combina estética contemporánea y funcionalidad. La intervención, que alcanza los 2.500 m2, ha sido diseñada por el estudio riojano de arquitectura Arquitelia.
El proyecto ha consistido en la reorganización de flujos y espacios, buscando la máxima versatilidad para los diferentes usos y actividades que se puedan realizar en el mismo espacio. Se han recuperado espacios existentes dotándolos de distintas zonas, lo que les otorga una gran libertad de movimiento y adaptabilidad.
El hilo conductor de la intervención ha sido la búsqueda del equilibrio, la unidad de estilo y la singularidad, de manera que sea la carta de presentación de la bodega hacia sus clientes, huyendo del exceso ornamental y reduciéndolo a lo esencial.
Se ha recuperado la piedra, que con sus marcas y cicatrices cuenta la vida e historia de la bodega y junto a materiales como el hierro, la madera y el cristal devuelven la vida a estas salas centenarias y reflejan la conexión entre la tradición y la vanguardia que caracteriza a Franco-Españolas.
Junto al muelle de carga, el proyecto suma cuatro salas de cata acristaladas a disposición del consumidor final y del cliente profesional. Además, “El Muelle de Carga” dispone de una tienda de vinos de más de 300m2 donde los clientes pueden encontrar y adquirir, además, ediciones limitadas de la bodega. Los amplios ventanales no solo ofrecen vistas privilegiadas, sino que también llenan de luz natural el espacio, creando un ambiente acogedor y abierto a la conversación entre vino, cultura y tradición. El nuevo espacio estará abierto al público los 365 días del año, en horario de mañana y tarde.