@page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } Dos chicas jóvenes en la barra tratan de guardar para sí el calor que desprende su taza de caldo. Entra un hombre de mediana edad en el bar y saluda efusivamente, con esa característica cercanía riojana. Logroño es muy pequeño, se conoce todo el mundo y además, estamos en la calle Laurel, el lugar que todo turista quiere conocer, el espacio en el que los logroñeses se relajan con un vino tras un duro día de trabajo, el rincón de confidencias y mentideros por excelencia de la capital riojana.
“¡Qué! ¿Cómo hemos empezado el año?”, dice el hombre que acaba de entrar. “Pues subiendo la cuesta”, responde el camarero. “Pero... ¿aquí también se nota la crisis?”, replica una de las chicas jóvenes. El camarero sacia su curiosidad: “¡Claro que se nota! No es como en la Nissan, pero la gente pide con mucho cuidadito, cosas a medias y, además, pregunta el precio. Los fines de semana aun viene gente, pero entre semana...”
Este pequeño diálogo, extraído un día cualquiera del 'Bar Charly' de la calle Travesía del Laurel, ilustra bastante bien la situación que están viviendo los propietarios de los negocios de este emblemático escaparate gastronómico. Por definición, tener un bar en la Laurel significaba rentabilidad, 'business'. De todos es ya sabido que 'La senda de los elefantes' es un icono turístico para los de fuera y un lugar de encuentro para los de aquí.
Tal y como nos explica Andrés Fernández, presidente de la Asociación Hostelera La Laurel y regente del bar 'Blanco y negro', “todavía es muy pronto para hacer una valoración de la crisis, puesto que la climatología es un factor que influye mucho en el negocio”. Es cierto que los días de lluvia y frío disuaden bastante a los ciudadanos de la idea de tomar unos pinchos. Con los días soleados, la gente se anima a salir a la calle y llega la afluencia de turistas.
Aunque esta es una traba con la que estos hosteleros se encuentran todos los años, la cuesta de enero de 2009 parece mucho más empinada que la de otros años anteriores. “Quizás ha bajado algo los fines de semana, sobre todo, porque hay más volumen de gente y se nota más, pero puede ser por el tiempo o por la crisis, que seguro que también influye algo”, apunta Andrés Fernández.
Los hosteleros de 'La senda de los elefantes' han estado en la Feria Internacional de Turismo representados en el stand de Logroño por 12 personas de 5 establecimientos diferentes. “Esta es una colaboración desinteresada que no es rentable económicamente para ninguno que ha ido a FITUR. De todas formas, el objetivo ha sido dar a conocer la calle Laurel y que vengan turistas. Eso redundará, no sólo en los bares de la zona, sino también en los restaurantes, hoteles y los negocios que viven del turismo en general”, asegura el presidente de la Asociación Hostelera La Laurel.
Esperemos que esta labor sirva para que los que tengan curiosidad por la cultura y gastronomía riojana se acerquen en los próximos meses, pero la verdad es que darse una vuelta por esta zona un miércoles a las 13:30 horas en esta estación del año es todo un poema. “Mira a tu alrededor”, me sugiere el camarero de 'La Gota de Vino'. Son las 13:45 horas, la barra con los pinchos está totalmente vacía y las mesas para dar comidas también. “El otro día me pidieron un menú del día para dos y está a 9,50 euros”.
Antonio, el camarero de 'La Gota de Vino', cree sin embargo que cuando más se nota es de lunes a jueves y que los sábados se trabaja como siempre. Además cree que en enero y febrero siempre es así, pero que a la gente de un año para otro se le olvida. “A ver si hace pronto buen tiempo y la gente se alegra la vista y el cuerpo”.
La camarera de 'La Tasca del Pato', en la calle Laurel, lo tiene claro: “En enero, febrero y marzo siempre está la cosa mal, pero este año nos está costando más subir la cuesta de enero. Me han quitado al chico que estaba conmigo detrás de la barra, no te digo más”. A pesar de que un pincho y un vino o un mosto no supone un gran desembolso, también ha observado aquello de: “¿me lo puedes partir por la mitad?”.
Los más fieles, los que nunca fallan, son aquellos que practican el deporte más parodiado por 'Vaya Semanita': el chiquiteo. Ellos representan la supervivencia de estos hosteleros entre semana, que es cuando más se nota la ausencia de gente ahora en invierno. Un día cualquiera por la mañana entran dos señores mayores a un bar de la Laurel. Uno con el pelo blanco, otro casi sin él. Uno con cachava, otro sin ella. Se acercan lentamente hacia los taburetes que están junto a la barra. Durante su parsimonioso camino el camarero les espeta: “Dos sidras naturales, ¿no?”. No puede evitar soltar un par de carcajadas. Los viejillos continúan su viaje y una vez sentados y acomodados ya se ríen y le contestan: “Sí. Dos sidras de Muñarrate”.